PARÁBOLA DEL
CIEGO QUE GUÍA A OTRO CIEGO
“¿Puede un
ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
(Lucas, VI,
39).
“Entonces los
discípulos se le acercaron y le dijeron: ¿Sabes que los fariseos, al oír tus
palabras, se han escandalizado? Él respondió: Toda planta que no ha plantado mi
Padre celestial será arrancada de raíz. Dejadlos. Son ciegos, guías de ciegos;
y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo.”
(Mateo, XV,
12-14).
Existen ciegos
del cuerpo y ciegos del espíritu, y si horrible es la ceguera del cuerpo, mil
veces peor es la del espíritu. Entretanto, es muy difícil, o casi imposible
encontrarse a un ciego guiando a otro ciego, mientras que, en lo que se refiere
a las cosas del Espíritu, vemos por otra parte, ciegos que guían ciegos.
Cualquier hombre, por haber frecuentado un seminario y haber vestido una
sotana, ya se cree con bastante capacidad para ser guía de ciegos. Nunca se vio
a un ciego formado en el Instituto de Ciegos salir a la calle guiando ciegos,
pero se ven, todos los días, ciegos mil veces más ciegos que los primeros,
salidos del “Instituto de la Ceguera”, guiando a multitud de ciegos que
encuentran el “hoyo” de la tumba y en él caen junto con sus guías. Pero pasemos
a la comparación: es triste ver en este mundo a un ciego caminando sólo, o un
ciego guiando a otro ciego, si eso fuese posible. ¿Qué le sucede al ciego que
camina sin guía? Tropieza aquí, se tambalea allí, cae acá; resbala, se hiere,
hasta que un alma caritativa lo tome de la mano y lo conduzca a casa.
La misma suerte
le está reservada a los ciegos que guían ciegos; tanto unos, como otros, pasan
por los mismos tormentos. Imagínese ahora a un “ciego de espíritu” caminando
sólo: un materialista, ciego voluntario, al llegar al Mundo Espiritual. ¿Cómo
podrá caminar él? Este hombre no procuró estudiar el Mundo Espiritual, ni
siquiera creía en la Otra Vida: ignora la significación de las palabras
inmortalidad, eternidad, Dios. ¿Qué le ocurrirá a este ciego al pasar las
barreras de la tumba? ¿Qué le sucederá a este Espíritu al verse en un mundo
completamente extraño? Imaginemos, ahora, a un ciego de espíritu conduciendo a
una multitud de ciegos de la misma naturaleza, como les ocurre a los guías de las
religiones que tienen tarifas. Imaginemos a esos ciegos ofreciéndose en el
mundo espiritual. ¿Qué sería de todos ellos? Son ciegos, el mundo donde
entraron para ellos es desconocido. ¿Cómo se arreglarán esos ciegos, cuando
entren en un mundo cuya existencia negaron, absortos que estaban en las
ilusiones de un Cielo de beatífica contemplación, de un Purgatorio de fuego y
un Infierno de llamas? Decididamente,
nadie puede saber sin aprender, nadie puede aprender sin estudiar, así como
nadie puede ver, siendo ciego. La parábola de Jesús cabe a todos aquellos que
hacen de la fe un bloque de carbón y se someten al “magíster dixit”, sin
análisis, sin estudio y sin examen. Un ciego no puede guiar a otro ciego; un
ignorante del mundo espiritual no puede guiar a las almas que para allí se
encaminan. Esta parábola, que hace alusión al sacerdocio hebreo, puede
referirse hoy al sacerdocio romano y protestante, así como a los materialistas,
modernos saduceos que lo niegan todo.
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