Espiritismo ante la crisis moral y social del siglo
XXI
Por Juanma el 27 marzo, 201630 marzo, 2016 Dentro de: Actualidad, Espiritismo, Filosofía, Opinión personal, Reflexión
«Si queremos que la humanidad sobreviva, vamos a
necesitar una manera de pensar sustancialmente nueva». – Einstein
Si introducimos
en el “procesador” social actual todos los factores que configuran nuestra
realidad vivencial: las políticas sociales… la educación… el estado de
Democracia… los derechos humanos, etc. el “sistema” de nuestra conciencia daría
“ERROR”.
Obviamente,
necesitamos reiniciar el sistema.
La consideración
de la existencia al materialismo reinante, se traduce en las políticas utilitarias,
el desgaste ocasionado por la entrega compulsiva al mero goce de los sentidos
(el consumismo
como principal estímulo vital), la ausencia de ideales, etc. Y todo esto, a su
vez, nos conduce al vacío interior, ese síntoma que nos avisa de la presencia
de una de las peores enfermedades sociales: la carencia de perspectiva
espiritual… el abandono de nuestro ser real por el YO postizo (ficticio)
que es el que impone el modelo organicista de las instituciones estatales, la
ciencia académica (al servicio del mercado) y las grandes corporaciones.
El ser humano es
mucho más que una casualidad biológica, y en esencia, es una realidad
dimensional y consciencial que sobrepasa la simple concepción del hombre como
un ente burocrático y tecno-científico.
Nunca se dará el
auténtico desarrollo humano si el proceso natural de espiritualización
permanece estancado. Y aquí entra la propuesta espiritista, configurada por los
Espíritus Superiores como la educación integral
del ser humano.
El agotamiento
del sistema deriva en la gran crisis social, dejando al descubierto lagunas
existenciales que ni la sociedad del confort, ni la tecnología son capaces de
cubrir… Y es que no habrá desarrollo verdadero sin la implantación de una Cultura de la Paz
(propuesta por la ONU en 1999) en las escuelas,
la integración multi-cultural y el cultivo del auto-crecimiento personal (como
paso inevitable para una necesaria cultura de la trascendencia…).
Sólo este orden
de cosas irá saneando esta gran crisis moral y existencial que hoy nos acude a
manera de síntoma estructural que anuncia la urgente superación del viejo
paradigma, los ya caducos enfoques mecanicistas y desgastados que nos marcaban
que lo “real” (¿Qué es lo real?) y lo “medible” es sólo aquello
que registran nuestros (limitados) sentidos.
Asistimos a los
primeros pasos de un Nuevo Humanismo
donde la solidaridad entre los pueblos, la educación en la diversidad, la
ecología, una filosofía que no rechaza la metafísica y la
multi-disciplinariedad de los contenidos educativos se erigirán en
inconstatables factores de progreso.
El Factor educativo entre dos paradigmas
Dentro de las
ciencias de la Educación, la dimensión antropológica configura un modelo de
hombre que se integra en lo biológico, lo psíquico y lo social, pero también en
lo ontológico-espiritual (trascendencia del Ser).
La educación, en
su acepción completa, no puede dejar de constituirse de una manera
multi-dimensional: educación formal, informal, de la sociedad y lo espiritual
(como tejido universal que constituye nuestro ADN eterno); la base esencial
donde construimos nuestro edificio como individuos completos.
Obviamente, el
cambio al nuevo patrón de pensamiento tiene que efectuarse primero en la
intimidad de cada individuo, para irradiar después a los colectivos y las
sociedades.
El “reinicio”
del “sistema” comienza en cada uno de nosotros…
Si nos limitamos
a los intereses del mercado (que siempre ha sido el beneficio de unos pocos
frente la explosión de una inmensa mayoría, no lo olvidemos) y la implicación
de una cultura tecno-científica, no sólo estaremos contribuyendo a la
retro-alimentación del modelo ya caduco sino que estaremos dejando la
potencialidad humana en un reduccionismo brutal.
Por
Juan Manuel Ruiz para ZonaEspirita.com
En la tarde-noche del domingo
27 de marzo de 2016
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