Convidar a los pobres y estropeados


Convidar a los pobres y estropeados

7. Y decía también al que le había convidado: Cuando das una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos: no sea que te vuelvan ellos a convidar y te lo paguen. - Mas cuando haces convite, llama a los pobres, lisiados, cojos y ciegos. - Y serás bienaventurado, porque no tienen con que corresponderte: mas se te galardonará en la resurrección de los justos. Cuando uno de los que comían a la mesa oyó esto, dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el reino de Dios! (San Lucas, cap. XIX, v. de 12 a 15).

8. "Cuando deis un festín, dijo Jesús, no convidéis a vuestros amigos, sino a los pobres y estropeados". Estas palabras absurdas si se toman literalmente, son sublimes, si se busca en ellas la idea. Jesús no pudo haber querido decir, que en lugar de los amigos era menester reunir a la mesa los pobres de la calle; su lenguaje era casi siempre figurado, y a hombres incapaces de comprender los delicados matices del pensamiento, les eran necesarias imágenes fuertes que produjesen el efecto de los colores muy vivos. El fondo de su pensamiento se revela en estas palabras: "Y serás bienaventurado, porque no tienen con que corresponderte"; es decir, que no debe hacerse el bien para que se devuelva, sino por el sólo placer de hacerlo. Para poner una comparación más comprensible, dijo: Convidad a vuestros festines a los pobres, porque sabéis que aquellos con nada podrán pagároslo; y por "festines" es menester entender, no la comida propia mente dicha, sino la participación en la abundancia de que gozáis. Sin embargo, estas palabras pueden también tener su aplicación en un sentido más literal. ¿Cuántas gentes hay que sólo convidan a su mesa a los que pueden, como ellos dicen, hacerles honor, o que pueden convidarles a su vez? Otros, por el contrario, encuentran satisfacción en recibir a aquellos parientes o amigos que son menos felices, ¿pues quién es el que no los tiene entre los suyos? Algunas veces es prestarles un graúde servicio sin demostrarlo. Aquellos, sin ir a reclutar a los ciegos ni a los estropeados, practican la máxima de Jesús, si lo hacen por benevolencia, sin ostentación, y si saben disimular la buena obra con una sincera cordialidad.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

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