PARA LOS ESPÍRITUS ENDURECIDOS 2


PARA  LOS  ESPÍRITUS  ENDURECIDOS  2






            
76.               ORACIÓN. Señor, dignaos mirarbondadosamente a los Espíritus imperfectos que aún están en las tinieblas de la ignorancia y os desconocen, y particularmente al de N...

Buenos Espíritus, ayudadnos a hacerlo comprender que induciendo a los hombres al mal, obsesándoles y atormentándoles, prolonga sus propios sufrimientos; haced que el ejemplo de felicidad que vosotros gozáis sea un estímulo para él.

Espíritus que os complacéis aún en el mal, acabáis de oír la oración que hicimos por vos; ella debe probaros que deseamos haceros el bien, aunque hagáis el mal.

Sois infelices, porque es imposible ser feliz haciendo el mal; ¿por qué, pues, permanecer en pena cuando depende de vosotros salir de ella? Oservad a los buenos Espíritus que os rodean; ved cuán felices son y si no sería más agradable para vosotros gozar de morales que serían para vos el infierno si debiesen durar eternamente. Vendrá día en que esos tormentos serán tales que quisierais a cualquier precio hacerlos cesar; pero cuanto más esperareis, más difícil os será eso.

No creáis que permaneceréis siempre en el estado en que estáis; no, eso es imposible; tenéis ante vos dos perspectivas: una es la de sufrir mucho más de lo que sufrís ahora, la otra de ser feliz como los buenos Espíritus que están a vuestro alrededor; la primera es inevitable si persistís en vuestra obstinación y un simple esfuerzo de vuestra voluntad basta para sacaros de la mala situación en que estáis. Apresuraos, pues, porque cada día de atraso es un día perdido para vuestra felicidad.

Buenos Espíritus, haced que estas palabras encuentren acceso en esa alma aún atrasada, a fin de que la ayuden a acercarse a Dios. Así os lo suplicamos en nombre de  Jesucristo, que tan gran poder tiene sobre los Espíritus malos. la misma felicidad.

Diréis que eso os es imposible, pero nada hay imposible para el que quiere, porque Dios os dio, como a todas sus criaturas, la libertad de elegir entre

el bien y el mal, es decir, entre la felicidad y la infelicidad; nadie está condenado al mal. Si tenéis la voluntad de hacerlo, podéis tener la de hacer el bien y de ser felices.

Volved vuestras miradas hacia Dios, elevaos un solo instante hasta Él con el pensamiento y un rayo de su divina luz vendrá a esclareceros. Decid con nosotros estas simples palabras: ¡Oh Dios, me arrepiento, perdonadme! Probad el arrepentimiento y haced el bien, en vez de hacer el mal y veréis que pronto su misericordia se extenderá sobre vosotros y que un bienestar desconocido vendrá a reemplazar las angustias que sentís.

Una vez que hayáis dado un paso en el buen camino, el resto del recorrido os parecerá fácil. Entonces comprenderéis cuanto tiempo perdisteis, por vuestra falta de felicidad; pero un futuro radiante y lleno de esperanza se abrirá ante vos y os hará olvidar vuestro miserable pasado, lleno de turbación y de tormentos morales que serían para vos el infierno si debiesen durar eternamente. Vendrá día en que esos tormentos serán tales que quisierais a cualquier precio hacerlos cesar; pero cuanto más esperareis, más difícil os será eso.

No creáis que permaneceréis siempre en el estado en que estáis; no, eso es imposible; tenéis ante vos dos perspectivas: una es la de sufrir mucho más de lo que sufrís ahora, la otra de ser feliz como los buenos Espíritus que están a vuestro alrededor; la primera es inevitable si persistís en vuestra obstinación y un simple esfuerzo de vuestra voluntad basta para sacaros de la mala situación en que estáis. Apresuraos, pues, porque cada día de atraso es un día perdido para vuestra felicidad.

Buenos Espíritus, haced que estas palabras encuentren acceso en esa alma aún atrasada, a fin de que la ayuden a acercarse a Dios. Así os lo suplicamos en nombre de  Jesucristo, que tan gran poder tiene sobre los Espíritus malos.




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