PARA LAS ALMAS QUE SUFREN Y
PIDEN ORACIONES 2
64. PREFACIO. Para comprender el alivio que
la oración puede proporcionar a los Espíritus
que
sufren, es menester referirse a su modo de
acción, que
se ha explicado anteriormente. (Cap.
XXVII, números,
9, 18 y siguientes). El que está
compenetrado de esta
verdad ora con más fervor por la certeza
de que no ora
en vano.
66. (Otra). Os suplicamos, Señor, derramar
sobre todos los que sufren, sea en el
espacio como
Espíritus errantes, sea entre nosotros
como Espíritus
encarnados, las gracias de vuestro amor y
de vuestra
misericordia. Tened piedad de nuestras
debilidades.
Falibles nos hicisteis, pero nos habéis
dado la fuerza
para resistir al mal y vencerlo. Que
vuestra misericordia
se extienda sobre todos los que no han
podido resistir
a sus malas inclinaciones y están aún
arrastrándose en
un mal camino. Que vuestros buenos
Espíritus le
envuelvan; que vuestra luz resplandezca a
sus ojos, y
que, atraídos por su calor, vengan a
prosternarse a
vuestros pies, humildes, arrepentidos y
sumisos.
Os suplicamos igualmente, Padre de
misericordia, por aquellos de nuestros
hermanos que
no tuvieron la fuerza de soportar las
pruebas terrestres.
Vos nos disteis un fardo para cargar,
Señor, y nosotros
sólo debemos depositarlo a vuestros pies;
pero nuestra
debilidad es grande y el valor nos falta
algunas veces
por el camino. Tened piedad de estos
servidores
indolentes que han abandonado la obra
antes de
tiempo; que vuestra justicia les excuse y
permita a
vuestros buenos Espíritus llevarles el
alivio, los
consuelos y la esperanza del futuro. El
camino del
perdón es fortificante para el alma;
mostradlo, Señor, a
los culpables que desesperan, y sostenidos
por esta
esperanza sacarán fuerzas del mismo cúmulo
de sus
faltas y de sus sufrimientos para rescatar
su pasado y
prepararse para
conquistar el porvenir.
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