El que se eleva será humillado


El que se eleva será humillado

 

3. En aquella hora se llegaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién

piensas que es mayor en el reino de los cielos? -Y llamando Jesús a un niño, lo

puso en medio de ellos. -Y

dijo: En verdad os digo, que si no os volviéseis e hiciérais como niños, no entraréis

en el reino de los cielos. - "Cualquiera, pues, que se humillare como este niño, éste

es el mayor en el reino de los cielos". - Y el que recibiere a un niño tal en mi

nombre a mí recibe. (San Mateo, cap. XVIII, v. 1 a 5).

 

4. Entonces se acercó a él la madre de los hijos de Cebedeo con sus hijos,

adorándole y pidiéndole alguna cosa. - El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Dí

que estos mis dos hijos se sienten en tu reino, el uno a tu derecha y el otro a la

izquierda. - Y respondiendo Jesús, dijo: No sabéis lo que pedís: ¿Podéis beber el

cáliz que yo he de beber? Dícenle: podemos. -Díjoles: en verdad beberéis mi cáliz;

mas el estar sentado a mí derecha o a mi izquierda, no me pertenece a mí darlo a

vosotros, si no a los que está preparado por mi Padre. - Cuando los diez oyeron

esto, se indignaron contra los dos hermanos. - Mas Jesús los llamó a sí, y dijo:

¿Sabéis que los príncipes de las gentes avasallan a sus pueblos, y que los que son

mayores ejercen potestad sobre ellos? - No será así entre vosotros: mas entre

vosotros, todo el que quiera ser mayor, será vuestro criado. - Y el que entre

vosotros quiera ser primero, será vuestro siervo; - así como el Hijo del hombre no

vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en redención por

muchos. (San Mateo, cap. XX, v. de 20 a 28).

 

5. Y aconteció: que entrando Jesús un sábado en casa de uno de los

principales fariseos a comer pan, ellos le estaban acechando. - Y observando

también cómo los convidados escogían los primeros asientos en la mesa, les

propuso una parábola, y dijo: - Cuando fueres convidado a bodas no te sientes en

el primer lugar, no sea que haya allí otro convidado más honrado que tú. - Y que

venga aquél que te convidó a tí y a él y te diga: Da el lugar a éste, y que entonces

tengas que tomar el último lugar con vergüenza. - Mas cuando fueres llamado, ve

y siéntate en el último puesto: pára que cuando venga el que te convidó te diga:

Amigo, sube más arriba. Entonces serás honrado delante de los que estuvieron

contigo a la mesa -"Porque todo aquél que se ensalva, humillado será, y el que se

humilla será ensalzado". (San Lucas, cap. XIV, v. 1 y de 7 a 11).

 

6. Estas máximas son consecuencia del principio de humildad que Jesús no cesa

de sentar como condición esencial de la felicidad prometida para los elegidos del Señor,

y que ha formulado con estas palabras: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque

de

ellos es el reino de los cielos". Tomó un niño como tipo de la sencillez de corazón, y

dijo: "Cualquiera, pues, que se humillare como este niño", éste es el mayor en el reino de

los cielos, es decir, el que no tendrá ninguna pretensión a la superioridad o a la

infalibilidad.

El mismo pensamiento fundamental se encuentra en esta otra máxima: "Todo el

que quiera ser mayor será vuestro criado", y en esta otra: "Porque aquél que se ensalza,

humillado será, y el que se humilla, será ensalzado".

El Espiritismo viene a sancionar la teoría con el ejemplo, enseñándonos grandes

en el mundo de los espíritus a aquellos que eran pequeños en la tierra, y a menudo, muy

pequeños a aquellos que estaban en ella como grandes poderosos. Consiste en que los

primeros se llevaron, al morir, sólo aquello que hace la verdadera grandeza en el Cielo, y

no se pierde: las virtudes; mientras que los otros, tuvieron que dejar lo que constituía su

grandeza en la tierra y no puede llevarse: la fortuna, los títulos, la gloria, el nacimiento;

no teniendo otra cosa, llegan al otro mundo desprovistos de todo, como los náufragos

que lo perdieron todo, hasta sus vestidos; sólo conservaron su orgullo, que hace su

nueva posición más humillante porque ven superiores a ellos y resplandecientes de

gloria, a los que pisotearon en la tierra.

El Espiritismo nos enseña otra aplicación de este principio en las encarnaciones

sucesivas en las que aquéllos que estuvieron más elevados en una existencia, han bajado

a la última clase en una existencia siguiente, si han sido dominados por el orgullo y la

ambición. No busquéis, pues, el primer puesto en la tierra, ni procuréis poneros más

altos que los otros, si no queréis veros obligados a bajar; buscad, por el contrario, el más

humilde, y el más modesto, porque Dios sabrá daros uno más elevado en el Cielo, si lo

merecéis.

 

Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

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