Consolador prometido
3. Si me amáis, guardad mis mandamientos. - Yo
rogaré al Padre, y os dará
otro Consolador, para que more siempre con vosotros. -
El espíritu de la verdad a
quien no puede recibir el mundo, porque ni lo ve, ni
lo conoce; mas vosotros lo
conoceréis; porque morará con vosotros, y estará en
vosotros. - Y el Consolador, el
Espíritu Santo, que enviará el Padre en mí nombre, él
os enseñará todas las cosas,
y os recordará todo aquello que yo os hubiese dicho.
(San Juan. cap. XIV, v. 15,
16, 17 y 26).
4. Jesús promete otro Consolador; es el "Espíritu
de la Verdad", que el mundo
no conoce aún, porque no tiene la suficiente madurez
para comprenderle y que el Padre
enviará para enseñar todas las cosas y para recordar
lo que Cristo dijo. Sí, pues, el
Espíritu de Verdad debe venir más tarde a enseñar
todas las cosas, es porque Cristo no
lo dijo todo: si viene a recordar lo que Cristo dijo,
es porque lo habrán olvidado o comprendido
mal.
El Espiritismo viene en el tiempo señalado a cumplir
lo que Cristo prometió; el
Espíritu de Verdad preside a su establecimiento, llama
a los hombres a la observancia de
la ley y enseña todas las cosas haciendo comprender lo
que Cristo sólo dijo en parábolas.
Cristo dijo: "que oigan los que tengan oídos para
oír", el Espiritismo viene a abrir
los ojos y los oídos, porque habla sin figuras y sin
alegorías; levanta el velo que dejó
exprofeso sobre ciertos misterios, y viene, por fin, a
traer un consuelo supremo a los
desheredados de la tierra y a los que sufren, dando
una causa justa y un objeto útil a
todos los dolores.
Cristo dijo: "Bienaventurados los afligidos
porque ellos serán consolados", pero
¿cómo se puede ser feliz, sufriendo sí no se sabe por
qué se sufre? El Espiritismo enseña
que la causa está en las existencias anteriores y en
el destino de la tierra, donde el
hombre expía su pasado; enseña también su objeto,
indicando que los sufrimientos son
como las crisis saludables
que conducen a la curacion y que son la depuración que
asegura la felicidad en las
existencias futuras. El hombre comprende que ha
merecido sufrir y encuentra justo el
sufrimiento; sabe que este sufrimiento ayuda a su
adelantamiento y lo acepta sin
murmurar, como el trabajador acepta el trabajo que
debe valerle su salario. El
Espiritismo le da una fe a toda prueba en el porvenir,
y la duda punzante no tiene acceso
en su alma; haciéndole ver las cosas de lo alto, la
importancia de las vicisitudes terrestres
se pierden en el vasto y espléndido horizonte que
abraza; y la perspectiva de la felicidad
que le espera le da paciencia, resignación y valor
para marchar hasta el término del
camino.
De este modo el Espiritismo realiza lo que Jesús dijo
del Consolador prometido:
conocimiento de las cosas que hace, que el hombre sepa
de dónde viene y a dónde va y
por qué está en la tierra; recuerdo de los verdaderos
principios de la ley de Dios y
consuelo por la fe y la esperanza.
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
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