Misión del hombre inteligente en la tierra
13. No os déis importancia por lo que sabéis, porque
ese saber tiene limites muy
reducidos en el mundo que habitáis. Pero aun
suponiendo que seáis los personajes
inteligentes de ese globo, no tenéis por esto ningún
derecho de envaneceros. Si Dios, en
sus designios, os ha hecho nacer en un centro que
hayáis podido desarrollar vuestra
inteligencia, es que quiere que hagáis uso de ella
para bien de todos, porque es una
misión que os da, poniendo en vuestras manos el
instrumento con cuya ayuda podéis
desarrollar, cuando venga el caso, las inteligencias
atrasadas y conducirlas a Dios. La
naturaleza del instrumento ¿no indica, acaso, el uso
que debe hacerse de él? La azada
que el jardinero pone en las manos de su operario, ¿no
le enseña que debe cavar? ¿Y qué
diríais si este hombre, en lugar de trabajar,
levantara la azada para herir a su amo?
Diríais que es monstruo y que merece ser expulsado.
¡Pues bien! ¿No sucede lo mismo
con aquél que se sirve de su inteligencia pará
destruir la idea de Dios y de la Providencia
entre sus hermanos? ¿No levanta también la azada
contra el amo, que se la dió para laborar
el terreno? ¿Tiene derecho al salario prometido, o por
el contrario, no merece ser
despedido del jardín? Despedido, será, no lo dudéis, y
arrastrará existencias miserables y
humillantes, hasta que se haya doblado ante
"Aquel" a quien lo debe todo.
La inteligencia es rica en méritos para el porvenir,
pero con la condición de hacer
de ella buen uso: si
todos los hombres que la poseen la empleasen según las
miras de Dios, la misión de los
espíritus sería fácil para hacer avanzar a la
humanidad; desgraciadamente para muchos
es objeto de orgullo y de perdición para ellos mismos.
El hombre abusa de su
inteligencia como de todas sus otras facultades, y,
sin embargo, no le faltan lecciones
que le adviertan que una mano poderosa pueda quitarle
lo que le ha dado. (Fernando,
espíritu protector. Bordeaux, 1862).
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
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