Ley de Justicia, Amor y Caridad
Justicia es el
respeto por los derechos de cada cual; Cada uno de los seres humanos lleva
consigo el sentimiento de justicia, el cual nos hace saber cuando hemos obrado
con o sin justicia, este sentimiento es natural en nosotros, es innato; no
obstante a medida que progresamos moralmente ese sentimiento que está latente
en nosotros se desarrolla, más no es creado por nosotros mismos sino por Dios.
Los derechos de
los hombres son determinados por dos factores: la ley humana y la ley natural.
Los hombres elaboran leyes humanas, las cuales se encuentran en las diferentes
legislaciones de todas las civilizaciones de la tierra y en todas las épocas,
no obstante a medida que el hombre se va perfeccionando moralmente de igual
forma sus leyes van cambiando acorde con el avance moral, es así como
encontramos un ejemplo claro de ello, es que, hace trescientos años la
esclavitud era algo muy normal y se
encontraba establecida en la ley, al paso de unos años y casi de manera
paulatina todos los países del mundo abolieron esta ley y hoy por hoy la trata
de seres humanos es considerado como un delito de lesa humanidad.
La ley natural,
tal y como lo dijo Jesús de Nazareth, no hagáis a los demás lo que no quieras
que hagan contigo, esta máxima, es la representación de la Justicia natural,
cada ser desea ver respetado sus derechos y por ello tiene el deber de respetar
los derechos de los demás.
El criterio de la verdadera justicia es en efecto, querer
para los demás lo que se querría para sí mismo. Como no es natural que queramos
el mal para nosotros mismos, tomando nuestro deseo personal como tipo, o como punto de partida
estamos seguros de querer siempre el bien para el prójimo. La doctrina cristiana
busca tomar el derecho personal como base para el derecho del prójimo.
Al ser el hombre
sociable, se le impone la necesidad de respetar los derechos de sus semejantes.
El amor y la
caridad son complementarios de la ley de Justicia, porque amar al prójimo es
hacerle todo el bien que nos sea posible y que querríamos que se nos hiciese a
nosotros mismos, tal el sentido de las palabras de Jesús: “Amaos los unos a los
otros como hermanos”.
Según Jesús la
caridad no se limita a las limosnas. Abarca todas las relaciones que con
nuestros semejantes tenemos, ‘ya sean ellos inferiores a nosotros, nuestros
iguales o superiores. La caridad nos ordena ser indulgentes, porque también
nosotros necesitamos la indulgencia de los demás. Nos prohíbe humillar a las
víctimas del infortunio, contrariamente a lo que con sobrada frecuencia se
hace, muchas veces en nuestra vidanos sobramos de atención con aquellos que
tiene comodidades, en cambio, somos displicentes con las personas que carecen
de lo necesario, cuando deberíamos tratarlos igual porque todos somos hijos de
Dios.
Así mismo la
Doctrina Cristiana nos enseña el amor a nuestros enemigos, pero nos indica que
obviamente no va a ser un amor apasionado y tierno; el amar a nuestros enemigos
significa perdonarlos y volverles bien por mal. Ya que si nos imantamos en la
venganza por el mal que nos hagan estaríamos siendo inferiores a ellos y
nocumpliríamos con la moral cristiana que es la misma moral espírita.
De igual forma, si la ley natural nos impone el deber de
amar a nuestros enemigos, con mayor énfasis tenemos el deber de amar a nuestros
familiares, padres, hermanos, hijos, etc, este es el denominado amor filial.
Con el
conocimiento que tenemos en la Ley de la reencarnación, debemos saber que el
núcleo familiar no es conformado al azar, sino que en él se tejen nuestras
historias del pasado, por ello debemos cumplir los deberes que nos competen en
nuestro rol de hijos, esposos, padres, hermanos, etc, siempre demostrando una
moralelevada y respeto por los nuestros.
Como esposos se
deben respeto, amor, sinceridad y ayuda, y los momentos difíciles del hogar se
deben saber sobrellevar con amor, respeto y orientación a la familia. Los
padres no pueden albergar en sus sentimientos preferencias por un hijo, al
contrario todo su núcleo debe estar rodeado de amor y comprensión por igual, de
lo contrario esta practica será tenida en cuenta y saldrá perjudicado por su
actuar errado. Ello no obsta para que se de ayuda al hijo que más la necesita.
El hijo espírita
debe siempre ser quien propende por la integración y unión familiar,
colaborando a sus padres mediante el buen comportamiento, aceptando lo que
ellos pueden darle, sin exigir más de lo posible a la situación económica, y
cuando se es adulto ayudar a los padres, continuar con el amor y respeto para
con ellos.
Hasta aquí hemos
visto a groso modo una pequeña síntesis de los postulados del espiritismo y de
las leyes morales temas importantes para tocar la moral espírita, como se ha
dicho la moral espirita viene a revivir todas las enseñanzas dadas por Jesús y
explicadas por ALLAN KARDEC en el Libro de los Espíritus y en el Evangelio
Según el Espiritismo.
De lo expuesto
podemos determinar que todo espírita en primera instancia debe guardar el amor y
el respeto hacia Dios, quien es nuestro creador, el ser más perfecto del
universo, quien nos ama a todos como iguales y quien creó leyes idénticas sin
ninguna preferencia. Y a la par con esta norma de conducta, el amor hacia todos
los demás seres que pueblan el universo.
El Espiritismo
abre un campo precioso a la investigación y al estudio consciente del ser;
tanto es así que toda unaexistencia dedicada al estudio no nos alcanza para
comprender totalmente su vasta enseñanza, ya que toca las fibras más preciosas
del cambio, de la reforma moral de la persona, es por ello que día a día
debemos procurar por ser mejores personas y espiritistas mediante la práctica
del bien y de las enseñanzas dadas por el espiritismo, de esta forma y alejando
nuestras malas ideas iremos cambiando nuestra forma de ver la vida y llegaremos
algún día a poder considerarnos como verdaderos espíritas en el sentido amplio
de la palabra.
Del amor a Dios se
aprende a respetar al prójimo, y este respeto nos hace que podamos cumplir con
la ley de sociedad que veíamos anteriormente.
Para lograr la
felicidad debemos cumplir la ley divina, y esta ley se encuentra inscrita en el
Evangelio que nos enseñó Jesús de Nazareth hace más de dos mil años; incluso
esta ley se encuentra inscrita en cada uno de los seres que habitamos el globo
terráqueo.
De manera pues que
el espiritismo nos trae una serie de normas de conducta que si las seguimos al
pie de la letra podremos llegar un día a considerarnos verdaderos seguidores de
Cristo y practicantes de su moral Cristiana, para ello es indispensable que nos
conozcamos a nosotros mismos, este conocimiento es interno y de trabajo
constante, una vez sabemos nuestras debilidades, fortalezas, virtudes y
defectos podemos comenzar a trabajar en el progreso personal.
Para lograr lo
anterior, es conveniente realizar a diario un examen de conciencia y de esta
forma aceptaremos las pruebas de la vida, soportando con alegría y resignación
aquellos sufrimientos que tenemos a diario; cuando las pruebas se hacen más
difíciles, siempre debemos tener en cuenta que hemos cometido muchos errores en
el pretérito y esta es la causa de nuestros sufrimientos actuales, es por ello
que no debemos renegar de las pruebas, sino por el contrario, debemos tener
conciencia de que las mismas son un paso en nuestra evolución constante.
En verdad, con el
conocimiento que nos da la doctrina espírita tenemos un tesoro en nuestras
manos y depende de nosotros el hecho de saberlo utilizar en provecho nuestro o
desperdiciarlo y llegar con las manos vacías a la verdadera vida, la vida en el
mundo espiritual.
Nuestro centro
espírita es como el hospedaje de buena voluntad que nos permite auxiliar a la
humanidad que acude presurosa a nosotros, no sólo en la parte de asistencia
social, sino también auxiliarnos cuando damos el conocimiento a los seres que
lo necesitan, de esta forma también nos auxiliamos a nosotros mismos, mediante
la práctica del bien, de la caridad y del amor al prójimo.
Los Espiritas
somos afortunados por tener en nuestras manos aquella herramienta que nos
permitirá pulir nuestros espíritus de las faltas del pasado, que muy grandes
debieron ser, pero esta en cada uno de nosotros poner de su parte para utilizar
bien la herramienta y llegar un día al mundo espiritual en una condición mejor
de la que teníamos cuando iniciamos el viaje a la tierra hace varios años.
Puesto que el simple hecho de llamarnos espiritistas, y leer algunas obras de
la literatura espírita, no nos da la garantía de “salvación”, ya que la única
forma es mediante el progreso constante, el hacer el bien, sin esperar nada a
cambio.
La transformación
constante debe ser nuestra meta para que día a día, demos unos pasos mas
seguros en la evolución de nuestro ser.
Ana Emma Torres H.
Asociación Espírita Tercera Revelación
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