3 DIÁLOGO DE JESÚS CON NICODEMO


3 DIÁLOGO DE JESÚS CON NICODEMO 


Pero como esta vida no es suficiente para efectuar nuestra ascensión para la felicidad, incluso en este mundo, Dios nos facultó,  como premisa de la Vida Eterna, la Vida Espiritual, la Vida Moral, porque el hombre no vive sólo del cuerpo, no vive sólo del pan. Esta Vida Espiritual no es una cosa visible, pues afecta solamente a nuestro “Yo” interior, nuestro Espíritu que también es invisible. Es una vida interior que sentimos, proclamada por todos los pueblos, por todos los códigos de Moral y trazada maravillosamente por Jesucristo en su Evangelio. Es en esta vida donde se manifiestan los placeres y los sufrimientos, también invisibles. Por un lado: las virtudes, la santidad, la paz de conciencia, la alegría de corazón; por otro lado: las malas pasiones, el remordimiento, la tristeza. Diciendo Jesús: “es necesario nacer del Espíritu”, llamó la atención de Nicodemo para esta vida interior, a fin de que él supiera que, siendo Jesús, portador de un Espíritu nuevo, que debe normalizar en todas las almas la Vida del Espíritu, todos los que quisieran entrar en el Reino de Dios necesitan nacer de ese Espíritu, vivir en ese Espíritu; así como los que entrar en la vida carnal, nacen del agua y viven del agua. El nacimiento, tanto del agua como del Espíritu, es indispensable. No es suficiente nacer del agua, no basta tomar el cuerpo de carne en este mundo y nacer aquí, no basta encarnarnos aquí en esta Tierra, necesitamos, principalmente, “nacer del Espíritu”; por eso el Maestro añadió en el versículo 6: Lo que es nacido de la carne es carne; lo que es nacido del Espíritu es Espíritu. Cuando visitó al Maestro, Nicodemo ya había “nacido del agua”, pero no había nacido del Espíritu; por eso le dijo Jesús: “lo que es nacido de la carne, es carne”, quiere decir: “aquél que sólo en el mundo terreno ve el medio de nacimiento y de vida”, es material, porque aún no percibió que el hombre no es solamente carne, es también Espíritu; y así como el hombre tiene cuerpo material y espiritual, existe también el Mundo Material y el Mundo Espiritual. Nicodemo permanecía boquiabierto y admirado ante Jesús, pues no comprendía la Nueva Doctrina que el Nazareno le predicaba; Jesús insiste, afirmando: “No te maravilles si te digo que es necesario nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni para dónde va: así es todo aquél que es nacido del Espíritu.” Esta lección viene a confirmar, una vez más, la primera sentencia pronunciada por el Maestro, después de que Nicodemo lo saludó: En verdad te digo que si alguien no nace de nuevo, no puede ver el Reino de Dios. Jesús insiste con Nicodemo para que él se vuelve como un niño, que no sabe de dónde vino, ni para dónde va; e hizo una comparación del conocimiento que tenemos sobre el viento: “Sabemos que el viento existe porque oímos su voz, su ruido, su susurro; pero no sabemos de dónde viene, ni para dónde va.” Nicodemo creía que el Espíritu venía de Adán y Eva y que todos descendían de allá; y que, al salir de este mundo, iría al Seno de Abraham o para el Infierno. Creía así, porque así eran los artículos de fe de la Religión Farisaica, de la cual era sacerdote; pero Jesús afirmó que esa creencia no era verdadera, cuando dijo: “El viento sopla donde quiere, oyes su voz, pero no sabes de dónde viene, ni dónde va”: así es aquél que es nacido, que acaba de nacer del Espíritu; renuncia de esas creencias falsas, caducas, y cree sólo en el Espíritu, aunque no sepas de dónde viene, ni para dónde va; porque después, quedando libre, aprenderás; el camello estando descargado y el buey sin yugo, les será fácil recibir el fardo leve y el yugo suave, prometido y ofrecido por Jesús a todos los que se encuentren preparados para el trabajo. Pero Nicodemo, por más que Jesús lo explicase, no encontraba medios de comprender; o fingía no comprender; porque le era preciso abandonar las viejas creencias de su religión, que intentaban decirle de dónde venía él y para dónde iba, aunque el propio Nicodemo no creyese en las afirmativas falsas de la Religión de la que era sacerdote. Y manifestándose admirado, se vuelve para Jesús y pregunta: “¿Cómo puede ser esto?”, a lo que el Maestro le respondió: “¿Tú eres maestro en Israel y no entiendes estas cosas? Si os hablo de  cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo me creeríais si os hablara de las cosas celestiales?” Al mismo tiempo, Jesús se muestra admirado por no comprender Nicodemo su Palabra tan clara. “¿Tú eres maestro, tú enseñas a los otros y no entiendes esto que te estoy enseñando? Si yo solamente estoy hablando de aquello que puedes ver con tus ojos, y que todos pueden observar todos los días – Si yo te muestro a los Espíritus naciendo en cuerpo, y los cuerpos naciendo del agua: te hablo de cosas que cualquier persona puede saber, porque son cosas que se ven siempre, bastando sólo prestar atención, y tu no entiendes; ¿cómo podré hablarte de las cosas celestiales, que nadie puede ver con los ojos de la carne, y que se hallan ocultas al hombre que sólo es nacido de la carne? Jesús prosiguió: Nosotros hablamos de lo que sabemos y atestiguamos lo que hemos visto; así sucede con lo que acabo de decirte; y no recibes mi testimonio; ese propio testimonio que está ante ti; ¿cómo podré hablarte de aquello que no está al alcance de tu vista? Jesús terminó recordando a Nicodemo un pasaje de las Escrituras, que dice haber levantado Moisés una serpiente, en el desierto, por ocasión en que los israelitas atravesaron cierta región, después de la salida de Egipto, donde abundaban víboras venenosas, cuyas mordeduras mataban instantáneamente. Todos aquellos que miraban la Serpiente de Bronce no sufrían daño, aunque fuesen mordidos por las víboras. Es que a Él, a Jesús, le importaba también sufrir todas las injusticias, todo el repudio de los hombres, ser levantado, ser crucificado; porque así su vida sería un ejemplo luminoso de la doctrina que Él predicaba, y todos aquellos que creyeran en sus palabras, tendrían la Vida Eterna, es decir, no estarían limitados, como están los demás hombres, a la vida terrena, como estaba el propio Nicodemo.

Extraído del libro

https://espiritismo.es/Descargas/libros/Parabolas_de_Jesus.pdf

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