2 Encarnacion de los Espíritus



2 Encarnacion de los Espíritus 


24. —La obligacion, mejor dicho la necesidad para
el Espíritu encarnado de proveer al sustento de su
cuerpo, á su seguridad, á su bienestar, le precisa á
aplicar sus facultades á la investigacion de los medios
de conseguirlo, á ejercitarlas y perfeccionarlas. Su
union con la materia, es, pues, útil para su adelanta
miento, y por esto la encarnacion es una necesidad.
Además, por el trabajo intelectual que hace en su pro
vecho sobre la materia, contribuye á la transforma
cion y progreso material del globo que habita, y de
este modo, progresando él mismo, concurre á la obra
del Criador de quien es un agente inconsciente.

25. — Pero la encarnacion del Espíritu no es ni
constante ni perpétua, es sólo transitoria. Al dejar un
cuerpo, no toma otro en seguida; sinó que vuelve á la
vida espiritual, que es su vida normal, durante un
tiempo más ó ménos largo; de modo que la suma del
tiempo pasado en las diferentes encarnaciones, es po
ca cosa si se compara con la del tiempo que pasa en
estado de Espíritu libre.

En el intervalo de sus encarnaciones, el Espíritu
progresa igualmente en cuanto aprovecha para su
adelantamiento los conocimientos y la experiencia
adquiridas durante la vida corporal.—Hablamos del
Espíritu llegado al estado de alma humana, gozando
de su libertad de accion, y con conciencia de sus actos.
—Este examina lo que ha hecho durante su existen
cia terrestre, repasa lo que tiene aprendido, reconoce
sus faltas, forma sus planes, y toma las resoluciones
segun las cuales piensa conducirse en su nueva exis
tencia, proponiéndose enmendar sus faltas. De es
te modo , cada existencia es un paso en la vía del
progreso, una especie de escuela de aplicacion, com
plemento y preparacion una de otra.

La encarnacion, no es, pues, un castigo para el
Espíritu como algunos se han figurado, sinó una con
dicion inherente á la inferioridad del Espíritu y un
medio de, progresar.

A medida que el Espíritu progresa moralmente, se
desmaterializa, es decir, que sustrayéndose á la in
fluencia de la materia, se depura, su vida se espiritua
liza , sus facultades y sus percepciones se extienden y
su felicidad está en razon del progreso cumplido. Pero
como obra en virtud de su libre albedrío, puede re
tardar su adelantamiento por negligencia ó mala vo
luntad; en este caso prolonga por consecuencia la du
racion de sus encarnaciones materiales, las cuales son
entonces para él un castigo, puesto que por culpa su
ya queda en las clases inferiores, obligado á empezar
de nuevo la misma tarea. Depende, pues, del Espíritu
abreviar por su trabajo de depuracion sobre sí mismo,
la duracion del período de las encarnaciones.

26. —El progreso material de un globo marcha pa
ralelo con el progreso moral de sus habitantes; pero
como la creacion de los mundos y de los Espíritus es
incesante, y los progresos de estos son más ó menos
rápidos en virtud de su libre albedrío, resulta que hay
mundos más ó menos antiguos, en diferentes grados
de adelantamiento físico y moral, en que la encarna
cion es más ó menos material y donde por consecuen
cia el trabajo de los Espíritus es más ó menos rudo.
Bajo este punto de vista la tierra es uno de los menos
adelantados; poblada de Espíritus relativamente infe
riores, la vida corporal en ella es más penosa que en
otros, así como los hay más atrasados que la tierra,
donde la vida es más penosa aun; respecto á estos la
tierra es un mundo relativamente feliz.

27. — Cuando los Espíritus han adquirido en un
mundo la suma de progresos de que es capáz el estado
de ese mundo, lo abandonan para encarnarse en otro
más adelantado, donde adquieren nuevos conocimien
tos, y así sucesivamente hasta que la encarnacion en
un cuerpo material no le es ya útil, viviendo por con
secuencia la vida espiritual solamente, en la cual si
guen todavía progresando en otro sentido y por otros
medios. Llegados al punto culminante del progreso y
de la purificacion , gozan de la suprema felicidad; ad
mitidos á los consejos del Omnipotente, conocen su
pensamiento y se hacen sus mensajeros, sus minis
tros directos para el gobierno de los mundos, tenien
do á sus órdenes los Espíritus que se hallan en grado
inferior de adelantamiento.

De este modo todo Espíritu encarnado ó no, séa
cualquiera la gerarquía á que pertenezca, desde el me
nor al mayor, tiene sus atribuciones en el gran meca
nismo del universo; todos son útiles al conjunto, al pro
pio tiempo que lo son á sí mismos; á los menos avan
zados les incumbe como simples operarios una tarea
material, al pronto inconsciente y luego gradualmen
te inteligente. Siempre y por doquiera la actividad en
el mundo espiritual, en ninguna parte la inútil ocio
sidad.

La colectividad de los Espíritus es en cierto modo el
alma del universo: el elemento espiritual es el que
funciona en todo y por todo bajo el impulso del pensa
miento divino. Sin este elemento no queda mas que la
materia inerte, sin objeto, sin inteligencia, sin otro
motor que las fuerzas materiales que dejan infinidad
de problemas sin solucion: mientras que por la accion
del elemento espiritual individualizado todo tiene
un objeto, una razon de ser, todo se explica; hé aquí
por qué sin la espiritualidad se choca por todas partes
con dificultades insuperables.


28. —Cuando la tierra se encontró en las condicio
nes termológicas propias para la existencia humana,

vinieron á encarnarse en ella Espíritus; y si se admite
que encontraron en ella envolturas yá formadas, que
no hicieron mas que adaptar á su uso, se comprende                            
mejor que hayan podido nacer simultáneamente en va
rios puntos del globo.


29. —Aun cuando los primeros que vinieron aquí,
debiesen ser Espíritus poco adelantados, por lo mismo
que tuvieron que encarnarse en cuerpos muy imper
fectos, debia haber entre ellos diferencias muy nota
bles en caracteres y aptitudes, segun el grado de su
desarrollo moral é intelectual, y los Espíritus simila
res se agruparon naturalmente por analogía y simpa
tías. La tierra, pues, se encontró poblada por diferen
tes categorías de Espíritus más ó ménos aptos ó re
fractarios al progreso. Los cuerpos adquieren natural
mente los aires y formas correspondientes al carácter
del Espíritu que los anima, y estos cuerpos repro
duciéndose segun el tipo respectivo , han resultado
diferentes razas de caractéres físicos y morales. Los
Espíritus similares que continuaron encarnándose
con preferencia entre sus afines , perpetuaron el ca
rácter distintivo físico y moral de las razas y de los
pueblos, cuyo carácter no se pierde con el trascurso
del tiempo, sino por su fusión y los progresos de los
Espíritus. (Revue Spirite, Julio 1860, página 198.
Frenología y lisiognomonía.)

30. —Podrían compararse los Espíritus que vinie
ron á poblar la tierra á esas expediciones de emigran
tes de diversos paises que van á establecerse á un pais
virgen. Encuentran maderas , piedras, y otros mate
riales para construir sus habitaciones, pero cada cual
da á la suya un aire y distribucion diferentes, segun su
saber y costumbres: se agrupan por analogía de orí
genes y de gustos, y los grupos acaban por formar
tribus, y luego pueblos con su carácter y costumbres
peculiares.

31. —El progreso no ha sido, pues, uniforme en la
especie humana; las razas más inteligentes han dejado
atrás á las otras sin contar con que Espíritus recien
nacidos á la vida espiritual han venido á encarnarse
en la tierra, despues de sus primeros pobladores, los
cuales hacen la diferencia del progreso más sensible.
En efecto, no se puede suponer racionalmente igual
antigüedad en la creacion á los salvajes, los cuales
apenas se distinguen de los monos, que á los chinos,
y menos aun á los europeos civilizados.

No obstante, estos Espíritus de salvajes pertenecen
evidentemente á la humanidad; están llegarán un dia
al nivel de los que les precedieron, áunque no en los
cuerpos de la misma raza física impropios para cierto
desarrollo intelectual y moral.

Cuando el instrumento no está en relacion con su
desarrollo, emigrarán de ese centro para encarnarse
en un grado superior, y así en lo sucesivo hasta que
hayan conquistado todos los grados terrestres; despues
de lo cual dejarán la tierra para pasar á mundos más
y más adelantos. (Revue spirite, Abril 1862, pági
na 97. Perfectibilidad de la raza negra.)




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