Destruccion recíproca
de los seres.
20. —La destruccion recíproca de los séres vivientes es una
de las leyes de la naturaleza que al primer aspecto parece conciliarse mal con
la bondad de Dios . Se pregunta ¿por qué les ha impuesto la necesidad de
destruirse mutuamente para alimentarse con los despojos respectivos? Para quien
no tiene en cuenta sino la materia y limita sus reflexiones á la vida presente,
parece efectivamente una imperfeccion en la obra divina; y de aquí deduce la
incredulidad que no siendo la obra de Dios perfecta, no hay Dios, el cual no
podría haber hecho, siendo perfecto, una cosa que no lo fuese. Los que así
arguyen, juzgan de la perfeccion de las obras de Dios bajo su punto de vista:
su propio juicio es la medida de su sabiduría, y se figuran que Dios no podría
hacer cosa mejor que lo que ellos conciben. Su corto alcance, que no les
permite abarcar el conjunto, no les deja comprender que un bien real puede ser
el resultado de un mal aparente. El conocimiento del principio espiritual,
considerado en su esencia verdadera, y de la gran ley de la unidad que
constituye la armonía de la creacion , es lo que puede dar al hombre la clave
de este misterio y mostrarle la sabiduría providencial y la armonía , allí
precisamente donde creia ver una anomalía, una contradiccion flagrante. Sucede
con esto como con otras cosas: el hombre no está apto para
sondear con su inteligencia ciertas profundidades, sinó
cuando su espíritu ha llegado á un grado suficiente de madurez.
21. —La verdadera vida del animal, lo mismo que la del hombre,
no está en su envoltura corporal, que no es sinó su vestidura: reside en el
principio inteligente que precede y sobrevive al cuerpo. Este principio tiene
necesidad del cuerpo para desarrollarse por el trabajo que debe hacer sobre la
materia bruta: el cuerpo se -gasta y deshace en este trabajo; mas el espíritu
no se gasta, ántes por el contrario, sale cada vez mas robusto, mas lúcido, mas
capaz. ¿Qué importa, pues, que el Espíritu cambie con mas ó menos frecuencia de
envoltura? Por eso no deja de ser Espíritu, como el hombre no deja de ser
hombre porque en el año cambie cien veces de traje.
Con el espectáculo incesante de la destruccion quiere Dios
mostrar al hombre el poco caso que debe hacer de la envoltura material, y
suscita en él la idea de la vida espiritual, haciéndosela desear como una
compensacion. Mas se objetará: ¿no podia llegar Dios por otros me dios al mismo
resultado, sin obligar á los séres á destruirse ferozmente? ¡Atrevimiento es
querer penetrar los designios de Dios! Si todo es sabiduría y bondad en
su obra, debemos suponer que no deben desmentirse en este
punto, y que sino lo alcanzamos debemos achacarlo á nuestra poca comprension
actual. Sin embargo, podemos ensayar esta investigacion tomando por guía y
punto de partida el axioma de que Dios debe
ser infinitamente justo y bueno. Busquemos, pues, en todo
su justicia y su sabiduría, é inclinémonos ante lo que exceda á nuestra
comprension limitada.
Extraído del libro “EL GÉNESIS
LOS
MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
Allan Kardec
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