Caracteres
de la perfección
1.
Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen: y
rogad por los que os persiguen y calumnian. - Porque si amáis a los que os
aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? - Y
si saludáreis tan solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen
esto mismo los gentiles? -"Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro
Padre celestial es perfecto". (San Mateo, cap. V, v. 44, 46, 47 y 48.)
2.
Puesto que Dios posee la perfección infinita en todas las cosas, esta máxima:
"Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es
perfecto", tomada literalmente supondría la posibilidad de alcanzar la
perfección absoluta. Si le fuese dable a la criatura el ser también perfecta
como el Criador, sería igual a El, lo que es inadmisible. Pero los hombres a
quienes se dirigía Jesús no hubieran comprendido esta diferencia, y por eso se
limita a presentarles un modelo y les dice que se esfuercen en conseguirlo. Es,
pues, preciso entender por estas palabras la perfección relativa de la que la
Humanidad es susceptible y que más la aproxima a la Divinidad. ¿En qué consiste
esta perfección? Jesús lo dijo: "Amad a vuestros
enemigos,
haced bien a los que os aborrecen, rogad por los que os persiguen y calumnian".
El enseña con esto que la esencia de la perfección es la caridad en su más alta
acepción, porque abraza la práctica de todas las demás virtudes. En efecto, si
se observan los resultados de todos los vicios y aun los simples efectos, se
reconocerá que no hay uno siquiera que no áltere más o menos el sentimiento de
la caridad, porque todos tienen su principio en el egoísmo y en el orgullo, que
son su negación, porque todo aquello que excita el sentimiento de la
personalidad, destruye, o al menos debilita, los elementos de la verdadera
caridad, que son la benevolencia, la indulgencia, la abnegación, y el afecto.
El amor al prójimo llevado hasta el amor de sus enemigos, no pudiéndose unir
con ningún defecto contrario a la caridad, es, por lo mismo, indicio de mayor o
menor superioridad moral; de donde se sigue que el grado de la perfección está
en razón de la extensión de este amor; por esto Jesús, después de haber dado a
sus discípulos las reglas de caridad en lo que tienen de más sublime, les dijo:
"Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro padre celestial es
perfecto".
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
Allan Kardec
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