Lo que es menester hacer para salvarse


Lo que es menester hacer para salvarse.

1. Y cuando viniere el hijo del hombre ea su majestad, y todos los ángeles con él, se sentará entonces sobre el trono de su majestad.-Y serán todas las gentes ayuntadas ante él, y apartará los unos de los otros, como el pastor aparta las ovejas de los cabritos. - Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a la izquierda. Entonces dirá el Rey a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino que os está preparado desde el establecimiento del mundo porque tuve hambre, y me disteis de comer: tuve sed, y me dísteis de beber: era huésped, y me hospedásteis. - Desnudo, y me cubrísteis: enfermo, y me visitásteis: estaba en la cárcel, y me vinísteis a ver. Entonces le responderán los justos, y dirán: Señor ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer: o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos huésped y te hospedamos: o desnudo y te vestimos, o cuándo te vimos huésped o en la cárcel y te fuimos a ver? - Y respondiendo el Rey, les dirá: En verdad os digo, que en cuanto lo hicísteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicísteis. Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartáos de mí, malditos al fuego eterno, que está aparejado para el diablo y para sus ángeles. Porque tuve hambre y no medísteis de comer, tuve sed y no me dísteis de beber. - Era huésped, y no me hospedásteis; desnudo y no me cubrísteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitásteis. Entonces ellos también le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel y no te servimos? - Entonces les responderá diciendo: En verdad os digo: que en cuanto no lo hicísteis a uno de estos pequeñitos ni a mí lo hicísteis. E irán éstos al suplicio eterno: y los justos a la vida eterna (San Mateo, cap. XXV, v. de 31 a 46).

2. Y se levantó un doctor de la ley, y le dijo por tentarle: Maestro, ¿qué haré para poseer la vida eterna? - Y él le dijo: ¿En la ley, qué has escrito? ¿Cómo lees? El respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo corazón, y de toda tu alma, y de toda tus fuerzas, y de todo su entendimiento, y a tu prójimo como a tí mismo. - Y le dijo: Bien has respondido, haz eso y vivirás. Mas él, queriéndose justificar a si mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Y Jesús, tomando la palabra, dijo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y dió en manos de unos ladrones; los cuales le despojaron: y después de haberlo herido le dejaron medio muerto y se fueron. - Aconteció, pues, que pasaba por el mismo camino un sacerdote, y cuando le vió, pasó de largo. - Y así mismo un levita, llegando cerca de aquel lugar y viéndole pasó también de largo. - Mas un samaritano que iba por su camino, se llegó cerca de él, y cuando le vió, se movió a compasión. - Y acercándose le vendó las heridas, echando en ellas aceite y vino, y poniéndolo sobre su bestia, lo llevó a una venta, y tuvo cuidado de el. - Y otro día sacó dos denarios y los dió al mesonero y le dijo: Cuídamele: y cuanto gastares de más yo te lo daré cuando vuelva. ¿Cuál de estos tres te parece que fué el prójimo de aquel que dió en manos de los ladrones? - Aquél, respondió el doctor, que usó con él de misericordia. Pues vé, le dijo entonces, Jesús, y haz tú lo mismo. (San Lucas, cap. X, v. de 25 a 37).

3. Toda la moral de Jesús se resume en la caridad y en la humildad, es decir, en las dos virtudes contrarias al egoísmo y al orgullo. En todas sus enseñanzas, manifiesta que estas virtudes son el camino de la eterna felicidad. Bienaventurados, dice, los pobres de espíritu, es decir, los humildes, porque de ellos es el reino de los cielos; bienaventurados los que tienen el corazón puro; bienaventurados los que son mansos y pacíficos; bienaventurados los que son misericordiosos; amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos; haced a los otros lo que quisiérais que hiciesen con vosotros; amad a vuestros enemigos; perdonad las ofensas, si queréis que os perdonen; haced el bien sin ostentación; juzgaos vosotros mismos antes de juzgar a los otros. Humildad y caridad, esto es lo que no cesa de recomendar y de lo que El mismo da el ejemplo: orgullo y egoísmo, esto es lo que no cesa de combatir pero hace aún más que recomendar la caridad, la plantea con claridad y en términos explícitos como condición absoluta de la felicidad futura. En el cuadro que presenta Jesús del juicio final, es menester, como en otras muchas cosas, atender a la parte figurada y a la alegórica. A los hombres a quienes hablaba, aun incapaces de comprender las cosas puramente espirituales, debía presentar imágenes materiales, penetrantes y capaces de impresionar para que fuesen mejor aceptadas no debía apartarse mucho de las ideas que aceptaban; en cuanto a la forma, reservando siempre para el porvenir la verdadera interpretación de sus palabras y de los puntos sobre los cuales no podía explicarse con claridad. Mas al lado de la parte accesoria y figurada del cuadro, hay una idea dominante, la de la felicidad que espera al justo y de la desgracia reservada al malo. En este juicio supremo, ¿cuáles son los considerandos de la sentencia? ¿Sobre qué se informa? ¿Pide, acaso, el juez, si se ha llenado tal o cual formalidad, observando más o menos tal o cual práctica exterior? No; sólo se informa de una cosa: de la práctica de la caridad, y pronuncia diciendo: Vosotros que habéis socorrido a vuestros hermanos, pasad a la derecha; vosotros que habéis sido duros para ellos, pasad a la izquierda. ¿Se informa, acaso, de la ortodoxia de la fe? ¿Hace una distinción entre el que cree de un modo y el que cree de otro? No, porque Jesús coloca al samaritano, considerado como hereje, pero que tiene el amor al prójimo, sobre el ortodoxo que falta a la caridad. Jesús no constituye a la caridad en una de las condiciones para la salvación, sino en condición única; si se hubiesen de cumplir otras, las hubiera expresado. Si colocó la caridad en primera línea entre las virtudes, es porque implícitamente encierra todas las otras: la humildad, la mansedumbre, la benevolencia, la indulgencia, la justicia, etc., y porque es la negación absoluta del orgullo y del egoísmo.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Espiritismo ante la crisis moral y social del siglo XXI


Espiritismo ante la crisis moral y social del siglo XXI


«Si queremos que la humanidad sobreviva, vamos a necesitar una manera de pensar sustancialmente nueva». – Einstein

Si introducimos en el “procesador” social actual todos los factores que configuran nuestra realidad vivencial: las políticas sociales… la educación… el estado de Democracia… los derechos humanos, etc. el “sistema” de nuestra conciencia daría “ERROR”.

Obviamente, necesitamos reiniciar el sistema.

La consideración de la existencia al materialismo reinante, se traduce en las políticas utilitarias, el desgaste ocasionado por la entrega compulsiva al mero goce de los sentidos (el consumismo como principal estímulo vital), la ausencia de ideales, etc. Y todo esto, a su vez, nos conduce al vacío interior, ese síntoma que nos avisa de la presencia de una de las peores enfermedades sociales: la carencia de perspectiva espiritual… el abandono de nuestro ser real por el YO postizo (ficticio) que es el que impone el modelo organicista de las instituciones estatales, la ciencia académica (al servicio del mercado) y las grandes corporaciones.

El ser humano es mucho más que una casualidad biológica, y en esencia, es una realidad dimensional y consciencial que sobrepasa la simple concepción del hombre como un ente burocrático y tecno-científico.

Nunca se dará el auténtico desarrollo humano si el proceso natural de espiritualización permanece estancado. Y aquí entra la propuesta espiritista, configurada por los Espíritus Superiores como la educación integral del ser humano.

El agotamiento del sistema deriva en la gran crisis social, dejando al descubierto lagunas existenciales que ni la sociedad del confort, ni la tecnología son capaces de cubrir… Y es que no habrá desarrollo verdadero sin la implantación de una Cultura de la Paz (propuesta por la ONU en 1999) en las escuelas, la integración multi-cultural y el cultivo del auto-crecimiento personal (como paso inevitable para una necesaria cultura de la trascendencia…).

Sólo este orden de cosas irá saneando esta gran crisis moral y existencial que hoy nos acude a manera de síntoma estructural que anuncia la urgente superación del viejo paradigma, los ya caducos enfoques mecanicistas y desgastados que nos marcaban que lo “real” (¿Qué es lo real?) y lo “medible” es sólo aquello que registran nuestros (limitados) sentidos.

Asistimos a los primeros pasos de un Nuevo Humanismo donde la solidaridad entre los pueblos, la educación en la diversidad, la ecología, una filosofía que no rechaza la metafísica y la multi-disciplinariedad de los contenidos educativos se erigirán en inconstatables factores de progreso.

El Factor educativo entre dos paradigmas

Dentro de las ciencias de la Educación, la dimensión antropológica configura un modelo de hombre que se integra en lo biológico, lo psíquico y lo social, pero también en lo ontológico-espiritual (trascendencia del Ser).

La educación, en su acepción completa, no puede dejar de constituirse de una manera multi-dimensional: educación formal, informal, de la sociedad y lo espiritual (como tejido universal que constituye nuestro ADN eterno); la base esencial donde construimos nuestro edificio como individuos completos.

Obviamente, el cambio al nuevo patrón de pensamiento tiene que efectuarse primero en la intimidad de cada individuo, para irradiar después a los colectivos y las sociedades.

El “reinicio” del “sistema” comienza en cada uno de nosotros…

Si nos limitamos a los intereses del mercado (que siempre ha sido el beneficio de unos pocos frente la explosión de una inmensa mayoría, no lo olvidemos) y la implicación de una cultura tecno-científica, no sólo estaremos contribuyendo a la retro-alimentación del modelo ya caduco sino que estaremos dejando la potencialidad humana en un reduccionismo brutal.

Por Juan Manuel Ruiz para ZonaEspirita.com

En la tarde-noche del domingo 27 de marzo de 2016

La ingratitud de los hijos y los lazos de familia 2


La ingratitud de los hijos y los lazos de familia 2

9. Cuando los padres han hecho todo cuanto han podido para el adelantamiento moral de sus hijos, si no pueden conseguir su objeto, no pueden hacerse cargos, y su conciencia puede estar tranquila; pero al pesar muy natural que experimentan por el mal éxito de sus esfuerzos, Dios reserva un grande, un inmenso consuelo, por la "certeza" de que sólo es un atraso, y que les será permitido acabar en otra existencia la obra empezada en ésta, y que un día el hijo ingrato les recompensara con su amor. (Cap. XIII, número 19). Dios no ha hecho las pruebas superiores a las fuerzas del que las pide; no permite sino las que se puedan cumplir; si no se llena el objeto, no es la posibilidad la que le falta, sino la voluntad, porque ¿cuántos hay que en lugar de resistir a las malas tentaciones, se entregan y complacen en ellas? Para estos están reservados los llantos y el crujir de dientes en sus existencias posteriores; pero admirad la bondad de Dios, que nunca cierra la puerta al arrepentimiento. Llega un día en que el culpable se cansa de sufrir o en que su orgullo al fin se ha dominado, y entonces es cuando Dios abre sus brazos paternales al hijo pródigo que se echa a sus pies. "Las grandes pruebas, escuchadme bien, son casi siempre indicio de un fin de sufrimientos y de un perfeccionamiento del espíritu, cuando son aceptadas por amor a Dios". Este es un momento supremo, y entonces es cuando sobre todo conviene no desfallecer murmurando, si no se quiere perder el fruto y tener que empezar otra vez. En lugar de quejaros, dad gracias a Dios, que os ofrece la ocasión de vencer para daros el premio de la victoria. Entonces, cuando al salir del torbellino del mundo terrestre entréis en el de los espíritus, seréis allí aclamado como el soldado que sale victorioso de la pelea.

De todas las pruebas, las más poderosas son las que afectan al corazón; hay quien soporta con valor la miseria y las privaciones materiales y sucumbe bajo el peso de la tristeza doméstica, mortificado por la ingratitud de los suyos. ¡Oh! esto es una aguda agonía! Pero, ¿quién puede mejor, en estas circunstancias, reanimar el valor moral, sino el conocimiento de las causas del mal y la certeza de que, si hay grandes trastornos, no hay desesperaciones eternas, porque Dios no puede querer que su criatura sufra siempre? ¿Qué cosa hay más consoladora y que dé más valor, que el pensamiento de que depende de sí mismo y de sus propios esfuerzos abreviar el sufrimiento, destruyendo en sí las causas del mal? Pero, para esto, es preciso no concretar las miradas a la Tierra y no ver sólo una existencia; es preciso elevarse, dominar el infinito del pasado y del porvenir; entonces la gran justicia de Dios se revela a vuestras miradas y esperáis con paciencia, porque os explicáis lo que os parecen monstruosidades en la Tierra; las heridas que recibís en ella sólo os parecen rasguños. Con este golpe de vista echado al conjunto, los lazos de familia aparecen bajo su verdadera luz; éstos no son ya los lazos frágiles de la materia que reúnen sus miembros, sino lazos duraderos del espíritu que se perpetúan y consolidan purificándose, en lugar de romperse con la encarnación. Los espíritus a quienes la semejanza de gustos, la identidad del progreso moral y el afecto conducen a reunirse, forman familias; estos mismos espíritus en sus emigraciones terrestres, se buscan para agruparse como lo hacen en el espacio; de aquí nacen las familias unidas y homogéneas, y si en sus peregrinaciones se separan momentáneamente, se encuentran después felices por su nuevo progreso. Pero como no deben trabajar sólo para sí, Dios permite que los espíritus menos adelantados vengan a encarnarse entre ellos, para tomar consejos y buenos ejemplos en provecho de su adelantamiento; algunas veces ponen la disensión entre ellos; pero esta es la prueba, esta es la tarea. Acogedles, pues, como a hermanos, ayudadles, y más tarde, en el mundo de los espíritus, la familia se felicitará por haber salvado del naufragio a los que a su vez podrán salvar a otros. (San Agustín. París, 1862).

Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA ADOCTRINACIÓN


Tema¦ TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA ADOCTRINACIÓN



Anotaciones

Reunión # 18



Adoctrinamiento es el proceso y el resultado de adoctrinar: transmitir una doctrina a una persona para que la haga propia. Una doctrina, por otra parte, está compuesta por las ideas y las creencias que son defendidas por un individuo o por un conjunto de personas.

·         el Espiritismo, como Doctrina esencialmente evolutiva, no termina con Kardec; comienza con él.

·         Liderar es coordinar esfuerzos, no imponer condiciones.

·         En un grupo Espírita, todos son de igual importancia.

·         Es más fácil, a cualquiera de nosotros, alcanzar un entendimiento con una persona a nuestro lado, a que ella estuviese exactamente delante de nosotros.

·         Médium y esclarecedor deben estimarse y respetarse.

·         “El Libro de los Médiums” debe ser lectura y relectura constantes.

·         el grupo mediúmnico no debe permitir la presencia de personas extrañas a sus tareas. Solamente en condiciones muy especiales, excepcionales incluso, deberá hacerlo, si dispusiera de cobertura y consentimiento expreso de los benefactores espirituales

·         El trabajo mediúmnico, especialmente el de desobsesión, no es para ser divulgado, ni exhibido, como espectáculo público.

·         Todos nosotros tenemos, en el mundo espiritual, compañeros, amigos y guías, así como desafectos y obsesores en potencia o en actividad.

·         El periespíritu es el vehículo de nuestras emociones.

·         La obstinación es, también, vanidad.

·         No hay sufrimiento inocente en la justicia Divina.

·         el médium traduce en palabras lo que él siente en el Espíritu manifestante

·         A nadie le gusta someterse a indagaciones íntimas.

·         La fe y el amor son los dos grandes instrumentos del trabajo del esclarecedor.

·         Tenemos la tendencia de juzgar que sabemos más de lo que realmente sabemos.

·         El aprendizaje tiene que ser constante, por varias razones. Primero, porque nuestra memoria falla, y llegamos a olvidar recomendaciones e instrucciones importantes, ya leídas en el pasado. Segundo, porque aunque durante la lectura, la mente divaga, y leemos trechos substanciales, sin la participación del consciente.














Iris de la Rosa Vélez

19 septiembre de 2016

La ingratitud de los hijos y los lazos de familia


La ingratitud de los hijos y los lazos de familia

9. La ingratitud es uno de los frutos más inmediatos del egoísmo; subleva siempre los corazones honrados; pero la de los hijos con respecto a sus padres, tiene aún un carácter más odioso; desde este punto de vista nos detendremos más particularmente para analizar las causas y los efectos. Aquí, como por todas partes, el Espiritismo viene aclarando uno de los problemas del corazón humano. Cuando el espíritu deja la tierra, lleva consigo las pasiones o las virtudes inherentes a su naturaleza, y en el espacio, va perfeccionándose o quedándose estacionado hasta que quiere ver la luz. Algunos, pues, han partido llevándose consigo odios poderosos y deseos de venganza no satisfecha; pero a algunos de aquellos más avanzados que los otros, les es permitido entrever un lado de la verdad; reconocen el funesto efecto de sus pasiones, y entonces es cuando toman buenas resoluciones; comprenden que para ir a Dios sólo hay una palabra de pase: "caridad"; pues no hay caridad sin olvido de los ultrajes y las injurias; no hay caridad con odios en el corazón y sin perdón. Entonces, por un esfuerzo inaudito, miran a los que detestaron en la tierra; pero a su vista se despierta su animosidad; se rebelan a la idea de perdonar aún más que a la de renunciarse a sí mismos, y sobre todo, a la de amar a aquellos que talvez destruyeron su fortuna, su honor y su familia. Sin embargo, el corazón de esos desgraciados está conmovido; titubean y vacilan agitados por estos sentimientos contrarios; si la buena resolución vence, ruegan a Dios e imploran a los buenos espíritus para que les den fuerza en el momento más decisivo de la prueba. En fin, después de algunos años de meditación y de oraciones, el espíritu aprovecha una carne que se prepara en la familia de aquél que ha detestado, y pide a los espíritus encargados de transmitir las órdenes supremas el ir a cumplir en la tierra los destinos de esa carne que acaba de formarse. ¿Cuál será, pues, su conducta en esta familia? Dependerá de mayor o menor persistencia en sus buenas resoluciones. El contacto incesante de los seres que aborreció, es una prueba terrible bajo la cual sucumbe algunas veces, si su voluntad no es muy fuerte. De este modo, según la buena o la mala resolución que les dominará, será amigo o enemigo de aquellos entre los cuales está llamado a vivir. Así se explican los odios, las repulsiones instintivas que se notan en ciertos niños y que ningún acto anterior parece justificar; nada, en efecto, en esta existencia ha podido provocar esta antipatía; para que uno pueda encontrar la causa, es preciso mirar lo pasado. ¡Oh, espiritistas! comprended hoy el gran papel de la Humanidad; comprended que cuando producís un cuerpo, el alma que se encarna en él viene del espacio para progresar; sabed vuestros deberes; y poned todo vuestro amor en aproximar esta alma a Dios; esta es la misión que os está confiada, y por la que recibiréis la recompensa si la cumplís fielmente. Vuestros cuidados, la educación que la daréis, ayudarán a su perfeccionamiento y a su bienestar futuro. Pensad que a cada padre y a cada madre, Dios preguntará: ¿Qué habéis hecho del niño confiado a vuestro cuidado? Si se ha quedado atrasado por vuestra falta, vuestro castigo será el verle entre los espíritus que sufren, dependiendo de vosotros el que hubiese sido feliz. Entonces vosotros mismos, abatidos por los remordimientos, procuraréis reparar vuestra falta, solicitaréis una nueva en carnación para vosotros y para él, en la cual le rodearéis de mejóres cuidados, y él, lleno de reconocimiento, os rodeará con su amor. No desechéis, pues al hijo que en la cuna rechaza a su madre, ni al que paga con ingratitudes; no es la casualidad la que os ha hecho así, ni la que os lo ha dado. Una intuición imperfecta del pasado se revela, y de esto podéis juzgar que el uno o el otro ha aborrecido mucho o ha sido muy ofendido: que el uno o el otro ha venido para perdonar o expiar. ¡Madres! abrazad, pues, al hijo que os causa tristeza, y decios: Uno de nosotros dos es culpable. Mereced los goces divinos que Dios concede a la maternidad, enseñando a este niño, que está en la tierra para perfeccionarse, a amar y bendecir. Mas ¡ay! muchos de entre vosotros, en lugar de echar fuera los malos principios innatos de las existencias anteriores por medio de la educación, entretenéis y desarrolláis estos mismos principios por una culpable debilidad o por indolencia; pero más tarde vuestro corazón ulcerado por la ingratitud de vuestros hilos, será para vosotros, desde esta vida, el principio de vuestra expiación. La tarea no es tan difícil como podríais creerlo, no exige la ciencia del mundo; lo mismo puede cumplirla el sabio que el ignorante, y el Espiritismo viene a facilitarla, haciendo conocer la causa de las imperfecciones del corazón humano. Desde la cuna, el hijo manifiesta los instintos buenos o malos que trae de su existencia anterior; es preciso aplicarse a estudiarlos; todos los males tienen su principio en el egoísmo y en el orgullo; vigilad pues, las menores señales que revelan el germen de estos vicios, y dedicáos a combatirlos sin esperar que echen raíces profundas; haced como el buen jardinero que arranca los malos vástagos a medida que los ve apuntar en el árbol. Si dejáis desarrollar el egoísmo y el orgullo, no os admiréis si más tarde os pagan con ingratitudes.





Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

PARA LOS ENFERMOS


PARA  LOS  ENFERMOS

77.               PREFACIO. Las enfermedades son parte delas pruebas y de las vicisitudes terrestres; son inherentes a la imperfección de nuestra naturaleza material y a la inferioridad del mundo en que habitamos. Las pasiones y los excesos de todas clases siembran en nosotros gérmenes malsanos, frecuentemente hereditarios. En mundos más avanzados física y moralmente, el organismo humano, más purificado y menos material, no esta sujeto a las mismas enfermedades y el cuerpo no está minado sordamente por los estragos de las pasiones. (Cap. III, número 9). Es menester, pues, resignarse a sufrir las consecuencias del centro en que nos coloca nuestra inferioridad, hasta que hayamos merecido cambiarlo. Entretanto consigamos el mérito, eso no nos debe impedir hacer lo que dependa de nosotros para mejorar nuestra posición actual; pero si a pesar de nuestros esfuerzos, podemos llegar a ello, el Espiritismo nos enseña a soportar con resignación nuestros males pasajeros.

Si Dios no hubiese querido que los sufrimientos corporales fueran disipados o aliviados en ciertos casos, no habría puesto medios curativos a nuestra disposición. Su previsora solicitud, con respecto a esto, de acuerdo con el  instinto de conservación, indica que está en nuestro deber buscarlos y aplicarlos.

Al lado de la medicación ordinaria, elaborada por la Ciencia, el Magnetismo nos hizo conocer el poder de la acción fluídica; después el Espiritismo vino a revelarnos otra fuerza en la mediumnidad curadora  y la influencia de la oración. (Véase en el cap. XXVI, información sobre la mediumnidad curativa).

Parentesco corporal y parentesco espiritual


Parentesco corporal y parentesco espiritual

8. Los lazos de la sangre no establecen necesariamente los lazos entre los espíritus. El cuerpo procede del cuerpo, pero el espíritu no procede del espíritu, porque éste existía antes de la formación del cuerpo; el padre no es el que crea el espíritu de su hijo, pues no hace más que darle una envoltura corporal; pero debe procurar su desarrollo intelectual y moral para hacerlo progresar. Los espíritus que se encarnan en una misma familia, sobre todo entre próximos parientes, muchas veces son espíritus simpáticos unidos por relaciones anteriores, que se manifiestan por su afecto durante la vida terrestre; pero puede suceder también que estos espíritus sean completamente extraños unos de otros, divididos por antipatías igualmente anteriores, y que igualmente se traducen por su antagonismo en la tierra para servirles de prueba. Los verdaderos lazos de la familia no son, pues, los de la consanguinidad, sino los de la simpatía y de la comunión de pensamientos que unen a los espíritus "antes, durante y después" de su encarnación. De donde se sigue que dos seres de padres diferentes, pueden ser más hermanos por el espíritu que si lo fueran por la sangre; pueden atraerse, buscarse, gozar juntos, mientras que dos hermanos consanguíneos pueden recházarse, como se ve todos los días; problema moral que sólo el Espiritismo podía resolver por la pluralidad de las existencias. (Cap. IV, nº 13) Hay, pues, dos clases de familia: "las familias por lazos espirituales y las familias por lazos corporales"; las primeras son duraderas, se fortifican por la purificación y se perpetúan en el mundo de los espíritus através de las diversas emigraciones del alma; las segundas son frágiles como la materia, se extinguen con el tiempo y muchas veces se disuelven moralmente desde la vida actual. Esto es lo que ha querido hacer comprender Jesús, diciendo a sus discípulos: Esta es mi madre y éstos son mis hermanos, mi familia por los lazos del espíritu, porque cualquiera que haga la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, este es mi hermano, mi hermana y mi madre. La hostilidad de sus hermanos está claramente expresada en lo que relata San Marcos, puesto que dice: Se propusieron cogerle bajo el pretexto de que estaba "enajenado". Al anunciarle su llegada, conociendo sus sentimientos con respecto a El, era natural que dijera, hablando de sus discípulos desde el punto de vista espiritual: "Aquí están mis verdaderos hermanos; su madre se encontraba con ellos, generaliza la enseñanza, lo que no implica de ninguna manera que pretendiese que su madre según el cuerpo, no le era nada según el espíritu, y que no tuviese por ella sino indiferencia; su conducta, en otras circunstancias, ha probado sufícientemente lo contrario.

Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

PRÁCTICAS BÁSICAS



Estudio imprescindible:

El comienzo del camino espírita debe estar sustentado en la adquisición de conocimiento, a través de la lectura y de la reflexión de obras espíritas. Este proceso de moralización-instrucción, eleva nuestro nivel vibratorio, mejora el ambiente doméstico y laboral, beneficiando también aquellos espíritus desencarnados que compartan con nosotros dichos ambientes.

Lectura obligatoria: Los libros básicos de la codificación

La unión: Los centros espíritas

La labor del centro espírita es esencial para el movimiento espírita. Son fuentes que irradian luz, congregando la familia espírita, alrededor de los principios básicos de la Doctrina Espírita sobre las bases del Evangelio de Jesús.

Si cuentas con un centro espírita en su localidad, acérquese a él. Interésese por sus actividades y participe. Disfrutarás de amplios beneficios espirituales al compartir el ambiente de un centro espírita.

En el caso de que su población no cuente con centro espírita, puedes comenzar un núcleo de estudio en su propio hogar, reuniendo a su familia. Con el paso del tiempo, incorpore a algunos amigos y conocidos. Esta será la semilla que germinará en el futuro centro espírita de su localidad.

Cuente con el apoyo, aunque a distancia, de su federación, de otros centros espíritas ya establecidos en la región, que seguramente le brindarán todos los recursos para que el proyecto llegue a buen término.

Encontrarás en el listado federaciones y centros espíritas, direcciones que os conducirán al amparo de la familia espírita.

Recuerde que aún que, en su población, no exista un núcleo espírita, nadie está sólo, la espiritualidad mayor siempre nos acompaña y protege. Dios no Apéndice 1 deja a ninguno de sus hijos en el desamparo de la ignorancia.

La consolidación: La reforma íntima y el poder de la oración

Esta expresión “reforma íntima” es la piedra filosofal, que lo convierte todo en oro. Es el verdadero pilar donde nosotros los espíritas debemos apoyarnos en nuestro caminar por la vida.

Se trata de un proceso de retro alimentación: reflexionar – hacer – reflexionar – reparar – reflexionar.

La oración sincera en busca de ayuda e inspiración espiritual, resignación y valor frente a las pruebas, y la reflexión sincera a cerca de nuestros actos diarios, deben ser una constante en nuestras vidas, pues son los instrumentos que nos permitirán día a día consolidar nuestro progreso espiritual.

Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos


Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos

5. Y vinieron a la casa y concurrió de nuevo tanta gente, que ni aun podían tomar alimento. - Y cuando le oyeron los suyos, salieron para echarle mano, porque decían: "se ha puesto enajenado". Y llegaron su madre y sus hermanos, y quedándose de la parte de afuera, le enviaron a llamar. - Y estaba sentado alrededor de él un crecido número de gente, y le dijeron: Mira, tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera. - Y les respondió diciendo: "¿Quién es mi madre y mis hermanos?" - Y mirando a los que estaban sentados alrededor de sí: He aquí, les dijo, mi madre y mis hermanos. - Porque el que hiciere la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. (San Marcos, cap. III, v. 20 y 21, y de 31 a 35; San Mateo, cap. XII, v. de 46 a 50).

6. Ciertas palabras parecen extrañas en boca de Jesús, y contrastan con su bondad y su inalterable benevolencia para todos. Los incrédulos que han dejado de hacer de esto un arma diciendo que se contradecía El mismo. Un hecho irrecusable es que su doctrina tiene por base esencial, por piedra angular, la ley de amor y de caridad; no podía, pues, destruir por un lado lo que establecía por otro; de donde es menester sacar esta rigurosa consecuencia: que si ciertas máximas están en contradicción con el principio, es porque las palabras que se le atribuyen han sido mal vertidas, mal comprendidas, o que no son suyas.

7. Nos maravillamos, con razon, de ver en esta circunstancia a Jesús mostrar tanta indiferencia por los suyos, y de algún modo negar a su madre. Por lo que toca a sus hermanos, se sabe que nunca tuvieron simpatía por él; espíritus poco avanzados, no habían comprendido su misión; su conducta, a sus ojos, era extravagante, y sus enseñanzas no les habían conmovido, puesto que no hubo ningún discipulo entre ellos: parece que aun participan, hasta cierto punto, de las prevenciones de sus enemigos; por lo demás, es cierto que le acogían más como extraño que como hermano, cuando se presenta a su familia, y San Juan dice positivamente (cap. VII, v. 5): "que no creían en él". En cuanto a su madre, nadie podría negar su ternura por su hijo; pero también es preciso convenir que parece que no se formó una idea bastante justa de su misión, porque no se la vió seguir sus enseñanzas, ni darle testimonio, como lo hizo Juan Bautista: la solicitud materna era en ella el sentimiento dominante. Con respecto a Jesús, el suponer que negó a su madre, sería desconocer su carácter; tal pensamiento no podía animar al que dijo: "Honra a tu padre y a tu madre". Es, pues, preciso buscar otro sentido a sus palabras, casi siempre veladas, bajo la forma alegórica. Jesús no descuidaba ninguna ocasión de dar una enseñanza: aprovechó, pues, la que le ofreció la llegada de su familia, para establecer la diferencia que existe entre el parentesco corporal y el espiritual.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Vida Después De La Vida


Tema¦ Vida Después De La Vida



Anotaciones

Reunión # 17





·         Unos dicen que la muerte es la aniquilación de la conciencia; otros, con igual seguridad, que es el paso del alma o mente a otra dimensión de la realidad.



·         Acontecimientos comunes a la experiencia de la muerte;  inexpresables, afirman haber oído que les daban

Por muertos, sentimientos y sensaciones agradabilísimas, los efectos auditivos, el túnel oscuro, fuera del cuerpo, encuentros con otros, el encuentro con una luz muy brillante, una revisión panorámica de su vida, la idea de frontera o límite, El regreso, estar convencidos de la realidad, Los efectos que esas experiencias, Nuevas visiones de la muerte, descripción de acontecimientos.









La Biblia
La Biblia tiene muy poco que decir con respecto a los hechos que se producen después de la muerte y sobre la naturaleza precisa del mundo posterior a ella,
la resurrección del cuerpo físico, y que el estado de muerte física es comparado al sueño.

Platón
la muerte como la separación de la parte incorpórea de una persona viva, el alma, de la parte física, el cuerpo
el cuerpo es la prisión del alma y que, en consecuencia, la muerte es como un escape o liberación de esa prisión

El Libro tibetano de los muertos
la muerte como una habilidad
algo que puede hacerse con arte o de manera inconveniente, según que se tuvieran o no los conocimientos requeridos para hacerlo correctamente.

Emanuel Swedenborg
El hombre, cuando muere, sólo pasa de un mundo a otro











En ese caso sería cierto que no podemos comprender plenamente esta vida hasta que sepamos algo de lo que hay más allá.











Iris de la Rosa Vélez

12 septiembre de 2016

Piedad filial


Piedad filial

1. Bien sabes los mandamientos. No hagas adulterios. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No hagas engaño. "Honra a tu padre y a tu madre". (San Marcos, cap. X, v. 19; San Lucas, cap. XVIII, v. 20; San Mateo, cap. XIX, v. 19).

2. Honra a tu padre y a tu madre, para que seas de larga vida sobre la tierra, que el Señor tu Dios te dará. (Decálogo, Exodo, cap. XX, v. 12).

3. El mandamiento: "Honra a tu padre y a tu madre", es una consecuencia de la ley general de caridad y de amor al prójimo, porque no se puede amar al prójimo sin amar a su padre y a su madre; pero la palabra "honra" encierra un deber más respecto a ellos: el de la piedad filial. Dios ha querido manifestar con esto que al amor es preciso añadir el respeto, las consideraciones, la sumisión y la condescendencia, lo que implica la obligación de cumplir respecto a ellos de una manera aun más rigurosa todo lo que la caridad manda con respecto al prójimo. Este deber se extiende naturalmente a las personas que están en lugar de los padres, y que por ello tienen tanto más mérito cuanto menos obligatoria es su abnegación. Dios castiga siempre de un modo riguroso toda violación de este mandamiento. Honrar a su padre y a su madre no es sólo respetar-les; es también asistirles en sus necesidades, procurarles el descanso en su vejez y rodearles de solicitud como lo han hecho con nosotros en nuestra infancia. Sobre todo con respecto a los padres sin recursos es como se demuestra la verdadera piedad filial. ¿Cumplen, acaso, este mandamiento aquellos que creen hacer un gran esfuerzo dándoles lo justo para que no se mueran de hambre, cuando ellos no se privan de nada, relegándoles en la peor habitación de la casa por no dejarles en la calle, cuando ellos reservan para sí lo mejor y más cómodo? Gracias aun si no lo hacen de mal grado y no les obliguen a comprar el tiempo que les queda de vida, cargándoles con las fatigas domésticas. ¿Está bien que los padres viejos y débiles sean los servidores de los hijos jóvenes y fuertes? ¿Acaso su madre les regateó su leche cuando estaban en la cuna? ¿Ha escaseado sus vigilias cuando estaban enfermos, y sus pasos para procurarles aquello que les faltaba? No; no es sólo lo estrictamente necesario lo que los hijos deben a sus padres pobres; deben también darles las pequeñas dulzuras de lo superfluo, los agasajos, los cuidados exquisitos que sólo son el interés de lo que ellos han recibido y el pago de una deuda sagrada. Esta es la verdadera piedad filial aceptada por Dios. Desgraciado, pues, aquél que olvida lo que debe a losque le han sostenido en su debilidad, a los que con la vida material le dieron la vida moral, a los que muchas veces se impusieron duras privaciones para asegurar su bienestar; desgraciado el ingrato, porque será castigado con la ingratitud y el abandono; será herido en sus más caros afectos, "algunas veces desde la vida presente", y más ciertamente en otra existencia, en la que sufrirá lo que ha hecho sufrir a los otros. Es verdad que ciertos padres olvidan sus deberes y no son para sus hijos lo que deben ser; pero a Dios corresponde castigarlos y no a sus hijos; éstos no deben reprocharles, porque ellos mismos han merecido que así sucediera. Si la caridad eleva a ley el devolver bien por mal, ser indulgente con las imperfecciones de otro, no maldecir a su prójimo, olvidar y perdonar los agravios, y hasta amar a los enemigos, ¡cuánto mayor es esta obligación con respecto a los padres! Los hijos, pues, deben tomar por regla de conducta para con estos últimos, todos los preceptos de Jesús concernientes al prójimo, y decir que todo proceder vituperable con los extraños, lo es más con los allegados, y lo que sólo puede ser una falta en el primer caso, puede llegar a ser un crimen en el segundo, porque entonces a la falta de caridad se agrega la ingratitud.

4. Dios dijo: "Honra a tu padre y a tu madre para que seas de larga vida sobre la Tierra, que el Señor tu Dios te dará". ¿Por qué, pues, promete como recompensa la vida en la Tierra y no la vida celeste? La explicación está en esas palabras: "Que Dios te dará", suprimidas en la fórmula moderna del Decálogo, lo que desnaturaliza el sentido. Para comprender estas palabras, es menester referirse a la situación y a las ideas de los hebreos en la época en que fueron dichas; éstos no comprendían aún la vida futura, porque su vida no se extendía más allá de la vida corporal; debían, pues, conmoverse más por lo que veían, y por esto Dios les habla en un lenguaje a sus alcances, y como a los niños, les da en perspectiva lo que puede satisfacerles. Entonces estaban en el desierto; la tierra que Dios les "dará" era la Tierra Prometida, objeto de sus aspiraciones; no deseaban nada más, y Dios les dijo que vivirían mucho tiempo en ella, es decir, que la poseerían mucho tiempo si observaban sus mandamientos. Mas al advenimiento de Jesús, sus ideas estaban más desarrolladas; habiendo llegado el momento de darles un pasto menos grosero, les inició en la vida espiritual, diciéndoles: "Mi reino no es de este mundo; allí, y no en la tierra, recibiréis la recompensa de vuestras buenas obras". En estas palabras, la tierra prometida material se transforma en patria celeste; así es que cuando les recuerda la observancia del mandamiento "Honra a tu padre y a tu madre", no les promete la tierra; sino el cielo. (Cap. II y III).

Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

PARA LOS ESPÍRITUS ENDURECIDOS 2


PARA  LOS  ESPÍRITUS  ENDURECIDOS  2






            
76.               ORACIÓN. Señor, dignaos mirarbondadosamente a los Espíritus imperfectos que aún están en las tinieblas de la ignorancia y os desconocen, y particularmente al de N...

Buenos Espíritus, ayudadnos a hacerlo comprender que induciendo a los hombres al mal, obsesándoles y atormentándoles, prolonga sus propios sufrimientos; haced que el ejemplo de felicidad que vosotros gozáis sea un estímulo para él.

Espíritus que os complacéis aún en el mal, acabáis de oír la oración que hicimos por vos; ella debe probaros que deseamos haceros el bien, aunque hagáis el mal.

Sois infelices, porque es imposible ser feliz haciendo el mal; ¿por qué, pues, permanecer en pena cuando depende de vosotros salir de ella? Oservad a los buenos Espíritus que os rodean; ved cuán felices son y si no sería más agradable para vosotros gozar de morales que serían para vos el infierno si debiesen durar eternamente. Vendrá día en que esos tormentos serán tales que quisierais a cualquier precio hacerlos cesar; pero cuanto más esperareis, más difícil os será eso.

No creáis que permaneceréis siempre en el estado en que estáis; no, eso es imposible; tenéis ante vos dos perspectivas: una es la de sufrir mucho más de lo que sufrís ahora, la otra de ser feliz como los buenos Espíritus que están a vuestro alrededor; la primera es inevitable si persistís en vuestra obstinación y un simple esfuerzo de vuestra voluntad basta para sacaros de la mala situación en que estáis. Apresuraos, pues, porque cada día de atraso es un día perdido para vuestra felicidad.

Buenos Espíritus, haced que estas palabras encuentren acceso en esa alma aún atrasada, a fin de que la ayuden a acercarse a Dios. Así os lo suplicamos en nombre de  Jesucristo, que tan gran poder tiene sobre los Espíritus malos. la misma felicidad.

Diréis que eso os es imposible, pero nada hay imposible para el que quiere, porque Dios os dio, como a todas sus criaturas, la libertad de elegir entre

el bien y el mal, es decir, entre la felicidad y la infelicidad; nadie está condenado al mal. Si tenéis la voluntad de hacerlo, podéis tener la de hacer el bien y de ser felices.

Volved vuestras miradas hacia Dios, elevaos un solo instante hasta Él con el pensamiento y un rayo de su divina luz vendrá a esclareceros. Decid con nosotros estas simples palabras: ¡Oh Dios, me arrepiento, perdonadme! Probad el arrepentimiento y haced el bien, en vez de hacer el mal y veréis que pronto su misericordia se extenderá sobre vosotros y que un bienestar desconocido vendrá a reemplazar las angustias que sentís.

Una vez que hayáis dado un paso en el buen camino, el resto del recorrido os parecerá fácil. Entonces comprenderéis cuanto tiempo perdisteis, por vuestra falta de felicidad; pero un futuro radiante y lleno de esperanza se abrirá ante vos y os hará olvidar vuestro miserable pasado, lleno de turbación y de tormentos morales que serían para vos el infierno si debiesen durar eternamente. Vendrá día en que esos tormentos serán tales que quisierais a cualquier precio hacerlos cesar; pero cuanto más esperareis, más difícil os será eso.

No creáis que permaneceréis siempre en el estado en que estáis; no, eso es imposible; tenéis ante vos dos perspectivas: una es la de sufrir mucho más de lo que sufrís ahora, la otra de ser feliz como los buenos Espíritus que están a vuestro alrededor; la primera es inevitable si persistís en vuestra obstinación y un simple esfuerzo de vuestra voluntad basta para sacaros de la mala situación en que estáis. Apresuraos, pues, porque cada día de atraso es un día perdido para vuestra felicidad.

Buenos Espíritus, haced que estas palabras encuentren acceso en esa alma aún atrasada, a fin de que la ayuden a acercarse a Dios. Así os lo suplicamos en nombre de  Jesucristo, que tan gran poder tiene sobre los Espíritus malos.




Memoria de mi Espíritu Clara Román- Odio

  Memoria de mi Espíritu Clara Román- Odio En Memoria de mi Espíritu, un libro que no presenta la autora, su memoria de recuerdos de su ni...