Los infortunios ocultos


Los infortunios ocultos

4. En las grandes calamidades, la caridad se conmueve y se ven generosos rasgos para reparar los desastres; pero al lado de esos desastres generales, millares de desastres particulares hay que pasan desapercibidos, como personas que yacen sobre inmundicias sin quejarse. Estos son aquellos infortunios prudentes y ocultos que la verdadera generosidad sabe descubrir sin esperar que vengan a pedir asistencia. ¿Quién es esa mujer de maneras distinguidas, que va con sencillez, aunque cuidada, seguida de una joven vestida también modestamente? Entra en una casa de sórdida apariencia, en la que es conocida sin duda, porque en la puerta la saludan con respeto. ¿Dónde va? Sube hasta la bohardilla, y allí yace una madre de familia en una cama, rodeada de sus hijos; a su llegada, la alegría brilla en aquellas caras demacradas; es que va a calmar todos sus dolores; lleva consigo lo necesario, sazonado con dulces y consoladoras palabras, que hacen aceptar el bien sin vergüenza, porque estos desgraciados no son pordioseros de profesión; el padre está en el hospital, y durante este tiempo, la madre no puede acallar a todas las necesidades. Gracias a ella, esos pobres niños no sufrirán frío ni hambre, irán a la escuela bien abrigaditos, y el seno de la madre no se agotará para los más pequeños. Si hay uno de ellos enfermo, ningún cuidado material le repugnará. De allí se va al hospital a llevar al padre algunos consuelos y tranquilizarle sobre la suerte de su familia. Al extremo de la calle espera un carruaje, verdadero almacén de todo lo que ella lleva a sus protegidos, que visita sucesivamente; no les pregunta por su creencia ni por su opinión, porque para ella todos los hombres son hermanos e hijos de Dios. Concluído su paseo, se dice: He empezado bien mi jornada. ¿Cuál es su nombre? ¿dónde vive? Nadie lo sabe; para los desgraciados es un nombre que nada descubre, pero es el ángel de consuelo, y por la noche un concierto de bendición se eleva por ella hacia el Criador; católicos, judíos, protestantes, todos la bendicen. ¿Por qué ese porte tan sencillo? Es porque no quiere insultar a la miseria con su lujo. ¿Por qué se hace acompañar por su joven hija? Para enseñarle cómo se debe practicar la beneficencia. Su hija hace también caridad, pero su madre la dice: "¿Qué puedes dar tú, hija mía, si no tienes nada tuyo? Si yo te entrego alguna cosa para pasar a la mano de los otros, ¿qué mérito tendrás? En realidad seré yo la que haré la caridad, y tú la que tendrás el mérito; esto no es justo. Cuando vamos a visitar a los enfermos, tú me ayudas a asistirlos; pues el procurarles cuidados, ya es dar alguna cosa. ¿No te parece esto suficiente? Nada hay más sencillo; aprende a hacer obras útiles confeccionando vestidos para estos niños, de este modo tú darás alguna cosa que te pertenezca". Este es el modo como esa madre, verdaderamente cristiana, forma a su hija según la práctica de las virtudes enseñadas por Cristo. ¿Es espiritista? ¡Qué importa que no lo sea! Para la sociedad, es la mujer del mundo, porque su posición lo exige; pero se ignora lo que hace, porque no quiere otra aprobación que la de Dios y su conveniencia. Sin embargo, una circunstancia imprevista conduce un día a su casa a uno de sus protegidos que le devolvía la labor; éste la reconoció y quiso bendecir a su protectora. "¡Chitón!, le dijo; no lo digas a nadie". Así hablaba Jesús.

Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS


Tema¦ EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS



Anotaciones

Reunión # 14



·         ser concebido como un libro de preparación adecuada para la muerte

·         El libro es leído al moribundo o al recién fallecido

·         los maestros de las diferentes escuelas proponen unos dibujos geométricos concéntricos, llamados mandalas. Son unas representaciones del espíritu en las que se fijan las posiciones y relaciones recíprocas de los diferentes símbolos e imágenes nacidas de la visión profunda

·         se considera al karma como acción pura, no como una serie de acciones

·         El Bardo-Thodol utiliza unas imágenes míticas del dios de la muerte como juez

·         Libro tibetano de los Muertos se basa en el principio esencial de la filosofía búdica

·         que cada karma puede neutralizarse en sus efectos por la potencia de la visión penetrante

·         los antiguos manuscritos del Bardo-Thodol se remontan al siglo XIV

·         los textos-tesoro son el fruto de experiencias puramente espirituales y que escapan por completo al análisis de los métodos positivos

·         el Bardo-Thodol presenta unas metáforas y unos símbolos que no tienen relación directa con el significado del Libro de los Muertos

·         Cuando el espíritu del muerto entra en el estado intermedio, no sabe al principio que está muerto

·         El texto del Bardo-Thodol pertenece al ciclo de una obra general titulada La Liberación Espontánea por la Devoción de las Divinidades Sublimes Pacificadoras y Aterrorizadoras. El Bardo-Thodol sólo se cita en el título en función de la primera parte de la obra que trata del estado intermedio y de la conciencia universal.

·         las cinco propiedades de la existencia (forma, sensación, percepción, impulsos, conciencia)







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“El Bardo Thodol” nombre original del libro, significa “Liberación mediante la audición en el plano posterior a la muerte”.
El nombre pomposo de “El libro tibetano de los muertos” se le puso en occidente para asociarlo con otro libro famoso sobre la muerte “El libro de los muertos egipcio” y de esa manera ayudar a su popularidad.





Ver; https://www.youtube.com/watch?v=ZunYVyLYyJc



Tarea; hacer un comparativa con el espiritismo.





Iris de la Rosa Vélez

22 agosto de 2016

Hacer bien sin ostentación


Hacer bien sin ostentación

1. Mirad que no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos: de otra manera, no tendréis galardón de vuestro Padre, que está en los cielos. - Y así, cuando haces limosna, no hagas tocar la trompeta delante de ti, como los hipócritas hacen en las sinagogas, y en las calles para ser honrados de los hombres. En verdad os digo, recibieron su galardón. - "Mas tú cuando haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha"; - para que tu limosna sea en oculto, y tu Padre, que ve en lo oculto; te premiará. (San Mateo, cap. VI, v. de 1 a 4.)

2. Y como descendió del monte, le siguieron muchas gentes. - Y vino un leproso, y le adoraba diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. - Y extendiendo Jesús la mano, le tocó diciendo: Quiero.  Sé limpio. Y luego su lepra fué limpiada. - Y le dijo Jesús: "Mira que no lo digas a nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece la ofrenda que mandó Moisés, en testimonio a ellos". (San Mateo, cap. VIII, v. 1 a 4.)

3. Hacer bien sin ostentación es un gran mérito; ocultar la mano que da es aún más meritorio; es señal incontestable de una gran superioridad moral, porque es menester ver las cosas de más alto que lo que se ven vulgarmente, es preciso hacer abstracción de la vida presente e identificarse con la vida futura; en una palabra, es menester colocarse sobre la Humanidad para renunciar a la satisfacción que procura el testimonio de los hombres y esperar la aprobación de Dios. El que aprecia más el sufragio de los hombres que el de Dios, prueba que tiene más fe en los hombres que en Dios, y que la vida presente es más apreciable para él que la vida futura; o lo que es lo mismo, que no cree en la vida futura; si dice lo contrario, obra como si no creyese en lo que dice. ¡Cuántos hay que sólo se obligan con la esperanza de que el obligado publicará por todas partes el bien que se le ha hecho; que a la luz del día darán una gran cantidad y en la obscuridad no darán ni un ochavo! Por esto dijo Jesús: "Los que hacen bien con ostentación han recibido ya la recompensa"; en efecto, el que busca su glorificación en la tierra por el bien que ha hecho, él mismo se ha pagado; Dios ya no le debe nada; sólo le falta recibir el castigo de su orgullo. "Que la mano izquierda no sepa lo que da la derecha", es una figura que caracteriza admirablemente la beneficencia modesta; pero si hay modestia real, hay también modestia aparente, el simulacro de la modestia: hay personas que ocultan la mano que da, teniendo cuidado de hacer que se vea un poco, mirando si alguno les ve ocultarla. ¡Indigna parodia de las máximas de Cristo! Si los bienhechores orgullosos son despreciados entre los hombres, ¡qué no será ante Dios! Estos también han recibido su recompensa en la Tierra. Se les ha visto; están satisfechos de haber sido vistos; esto es todo lo que tendrán. ¿Cuál será, pues, la recompensa de aquel que hace pagar caros sus beneficios a la persona obligada, que le impone de cierto modo muestras de reconocimiento y que le hace sentir su posición encomiando el precio de los sacrificios que se impone por él? ¡Oh! para éste, ni siquiera hay la recompensa terrestre, porque está privado de la dulce satisfacción de oir bendecir su nombre, y este es el primer castigo de su orgullo. Las lágrimas que enjugan en provecho de su vanidad, en vez de subir al Cielo, vuelven a caer sobre el corazón del afligido, y lo ulceran. El bien que hace es sin provecho para él, puesto que lo echa en cara; porque todo beneficio reprochado, es una moneda falsa y sin valor. El beneficio sin ostentacíón tiene doble mérito, porque además de ser una caridad material, es una caridad moral; modera la susceptibilidad del obligado; le hace aceptar el bien sin que sufra su amor propio y salvando su dignidad de hombre, porque habrá quien acepte un servicio y no reciba una limosna; así, pues, convertir el servicio en limosna por el modo como se hace, es humillar a aquel que lo recibe, y hay siempre orgullo y maldad cuando se humílla cualquiera La verdadera caridad, por el contrarío, es delicada e ingeniosa para disimular el beneficio, a fin de evitar hasta las menores apariencias que hieren porque todo agravio moral aumenta el sufrimiento que nace de la necesidad; sabe encontrar palabras dulces y afables que ponen al obligado en buena condición en presencia de su bienhechor; mientras que la caridad orgullosa, le confunde: Lo suprime de la verdadera generosidad, es cuando el bienhechor cambiando de papel encuentra el medio de parecer él mismo obligado en presencia de aquel a quien hace el servicio. Esto es lo que quieren decir estas palabras. No sepa tu izquierda lo que hace tu derecha.





Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

PARA UN SUICIDA


PARA  UN  SUICIDA

71.               PREFACIO. El hombre no tiene nunca el derecho de disponer de su propia vida, porque sólo a Dios corresponde sacarle del cautiverio terrestre cuando lo juzgue oportuno. Sin embargo, la justicia divina puede calmar sus rigores a favor de las circunstancias, pero reserva toda la severidad para aquel que quiso sustraerse a las pruebas de la vida. El suicida es como el prisionero que se evade la prisión antes de cumplir la condena y a quien cuando es vuelto a capturar se le detiene con más severidad. Lo mismo sucede con el suicida que cree escapar de las miserias presentes y se sumerge en desgracias mayores. (Cap. V, número 14 y siguientes)

72.               ORACIÓN. Sabemos, Dios mío, la suerte reservada a los que violan vuestras leyes acortando voluntariamente sus días; pero sabemos también que vuestra misericordia es infinita; dignaos derramarla sobre el alma de N... ¡Que nuestras oraciones y vuestra conmiseración endulcen la amargura de los padecimientos que sufre por no haber tenido el valor de esperar el fin de sus pruebas!

Buenos Espíritus cuya misión es asistir a los infelices, tomadle bajo vuestra protección; inspiradle el arrepentimiento de su falta y que vuestra asistencia le dé la fuerza de soportar con más resignación las nuevas pruebas que tendrá que sufrir para repararla. Separad de él a los malos Espíritus que podrían de nuevo llevarlo al mal y prolongar sus sufrimientos, haciéndole perder el fruto de sus futuras pruebas.

                                                                                                        

Tú, cuya desdicha es el objeto de nuestras oraciones, ¡que nuestra conmiseración endulce tus amarguras y haga nacer en ti la esperanza de un porvenir mejor! Este porvenir está en tus manos; confía en la bondad de Dios, cuyo seno está abierto a todos los arrepentidos, y sólo permanece cerrado a los corazones endurecidos.

El duelo 2




El duelo 2





14. ¿Qué opinión formarán de mí, decís a menudo, si rehuso la reparación que se me ha pedido, o si no la pido al que me ha ofendido? Los locos como vosotros, los hombres atrasados, os vituperarán; pero los ilustrados con la antorcha del progreso intelectual y moral, dirán que obráis según la verdadera prudencia. Reflexionad un poco: por una palabra, muchas veces dicha sin pensar, o muy inofensiva de parte de uno de vuestros hermanos, vuestro orgullo se resiente, le contestáis de un modo picante, y de aquí viene una provocación. Antes de llegar al momento decisivo, ¿os preguntáis si obráis como cristiano? ¿Qué cuenta daréis a la sociedad si la priváis de uno de sus miembros? ¿Pensáis, acaso, en el remordimiento de haber quitado un esposo a la esposa, un hijo a su madre, un padre a sus hijos? Ciertamente que el que ha hecho una ofensa, debe una reparación; ¿pero, no es mucho más honroso para él darla espontáneamente, confesando su error, que exponer la vida de aquél que tiene derecho a quejarse? En cuanto al ofendido, convengo que alguna vez puede ser gravemente maltratado, ya en su persona, ya con relación a los individuos que nos atañen de cerca; no sólo el amor propio es el herido, también lo es el corazón y sufre; pero además de que es una estupidez jugarse la vida con un miserable capaz de una infamia, ¿por ventura, muerto éste no subsiste la afrenta cualquiera que sea? La sangre derramada, ¿no da más publicidad a un hecho, que si es falso, debe caer por su propio peso, y si es verdad, no debe ocultarse en el silencio? No queda, pues, sino la satisfacción de saciarse en la venganza cumplida. Triste satisfacción! ¡ay! que a menudo produce esta vida en recuerdos dolorosos. Y si es el ofendido el que sucumbe, ¿dónde está la reparación? Cuando la caridad sea la regla de conducta de los hombres, atemperarán sus actos y sus palabras a esta máxima: No hagáis a los otros lo que no quisiérais que os hicieran a vosotros; entonces desaparecerán todas las causas de disensiones, y con ellas, los duelos y las guerras, que son los duelos de pueblo a pueblo. (Francisco Javier, Bordeaux, 1861).

15. El hombre de mundo, el hombre feliz, que, por una palabra que hiere, por una causa ligera juega la vida que ha recibido de Dios, y juega la vida de su semejante que pertenece a Dios, es más culpable cien veces que el miserable que empujado por la ambición, por la necesidad algunas veces, se introduce en una casa para robar lo que ambiciona y mata a aquellos que se oponen a su designios. Este último es casi siempre un hombre sin educación, que no tiene más que nociones imperfectas del bien y del mal; mientras que el duelista pertenece casi siempre a la clase más ilustrada; el uno mata brutalmente, el otro con método y finura, lo que hace que la sociedad le excuse. Aún añado que el duelista es infinitamente más culpable que el desgraciado que, cediendo a un sentimiento de venganza, mata en un momento de exasperación. El duelista no puede excusarse de que le arrastra la pasión, porque entre el insulto y la reparación háy siempre tiempo para reflexionar; otra, pues, fríamente y con designios premeditado; todo está calculado y estudiado para matar con más seguridad a su adversario. Es verdad que también expone su vida, y esto es lo que rehabilita el duelo a los ojos del mundo, porque se ve en ello un acto de valor y un desprecio de la propia vida, ¿pero hay verdadero valor cuando está seguro de si mismo? El duelo, resto del tiempo de la barbarie, en que el derecho del más fuerte era la ley, desaparecerá cuando se haga más sana apreciación del verdadero punto de honor, a medida que el hombre tenga una fe más viva en la vida futura. (San Agustín. Bordéaux, 1861).

16. Observación. Los duelos van siendo cada día más raros, y si de tiempo en tiempo vemos aún dolorosos ejemplos, el número no puede compararse con el de otros tiempos. Antiguamente un hombre no salía de su casa sin prevenirse para un encuentro, y tomaba todas las precauciones en consecuencia. Una señal característica de las costumbres del tiempo y de los pueblos, es el uso de llevar habitualmente, ostensible u ocultamente, armas ofensivas y defensivas; la abolición de este uso atestigna la suavidad de las costumbres, y es curioso seguir la gradación desde la época en que los caballeros no cabalgaban nunca sino cubiertos de hierro y armados de lanza, hasta el uso de una simple espada, que vino a ser más bien un distintivo del blasón que un arma agressiva. Otro rasgo de las costumbres es que en otro tiempo los combates singulares tenían lugar en medio de la calle, ante la multitud, que se separaba para dejar el campo libre, y que hoy se ocultan; en en día, la muerte de un hombre es un acontecimiento que conmueve; antes no se hacíá caso de ello. El Espiritismo barrerá esos últimos vestigios de la barbarie inculcando a los hombres el espíritu de caridad y fraternidad.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

El duelo


El duelo

11. Sólo es grande aquel que, considerando la vida como un viaje que debe conducirle a un fin, hace poco caso de las asperezas del camino, y no se deja desviar un instante de la senda recta; dirigiendo sin cesar la vista hacia el término de la carrera, poco importa que los abrojos y las espinas del sendero amenacen arañar-le; le rozan sin alcanzarle y no obstante, no deja de seguir su curso. Exponer su vida para vengar una injuria, es retroceder ante las pruebas de la vida; es siempre un crimen a los ojos de Dios, y si no fuéseis engañados, como lo sois, por vuestras preocupaciones, sería una ridícula y suprema locura a los ojos de los hombres.

En el homicidio por el duelo, hay crimen, y vuestra legislación misma lo reconoce; nadie tiene derecho en ningún caso de atentar a la vida de su semejante; crimen a los ojos de Dios, que os ha trazado vuestra línea de conducta; en esto, más que en otra cosa, sois jueces en vuestra causa propia. Acordáos que se os perdonará del mismo modo que vosotros perdonareis; por el perdón os acercáis a la Divinidad; porque la clemencia es hermana del poder. Mientras que una gota de sangre humana se derrame en la tierra por la mano de los hombres, el verdadero reino de Dios aún no habrá llegado, reino de paz y de amor que debe para siempre jamás desterrar de vuestro globo la animosidad, la discordia y la guerra. Entonces la palabra duelo ya no existirá en vuestro lenguaje, sino como un lejano y vago recuerdo de un pasado que ya no existe; los hombres no conocerán entre ellos otro antagonismo que la noble rivalidad del bien. (Adolfo, obispo de Argel. Marmande, 1861).

12. Sin duda que el duelo puede, en ciertos casos, ser una prueba de valor físico y del desprecio de la vida; pero incontestablemente es prueba de una cobardía moral como el suicidio. El suicida no tiene el valor de afrontar las vicisitudes de la vida, y el duelista no tiene el de afrontar las ofensas. ¿No os ha dicho Cristo que hay más honor y valor en presentar la mejilla izquierda al que ha herido la derecha, que en vengarse de una injuria? ¿No dijo también a Pedro en el jardín de los Olivos: "Vuelve tu espada en la vaina, porque el que matará por la espada perecerá?" Con estas palabras ¿no ha condenado Jesús para siempre el duelo? En efecto, hijos míos, ¿qué síguifíca ese valor nacido de un temperamento violento, sanguinario y colérico, que ruge, a la primera ofensa? ¿En dónde está, pues, la grandeza de alma del que, a la menor injuria, quiere lavarla con sangre? ¡Pero que tiemble! porque siempre en el fondo de su conciencia oirá una voz que le dirá: ¡Caín, Caín! ¿qué has hecho de tu hermano? Me ha sido preciso verter sangre para salvar mi honor, contestará; pero la voz repetirá: ¡Tú has querido salvar ese honor ante los hombres por algunos instantes que te restan de vida en la tierra, y no has pensado en salvarte ante Dios! ¡Pobre loco! ¡Cuánta sangre, pues, no os pediría Cristo por todos los ultrajes que recibió! No solamente lo habéis herido con espina y lanza, no sólo lo habéis atado a un patíbulo infamante, sino que, aun en medio de su agonía, pudo oir las burlas que se le prodigaban. ¿Qué reparación os ha pedido después de tantos ultrajes? El último grito del Cordero fué una oración por sus verdugos. ¡Oh! perdonad como El, y rogad por los que os ofenden. Amigos, acordaos de este precepto: "A maos unos a otros", y entonces, al golpe dado por el odio contestaréis con una sonrisa, y al ultraje, con el perdón. Sin duda el mundo se alzará furioso y os tratará de cobardes; levantad entonces lá cabeza bien alta, y mostrad que vuestra frente no temería tampoco en cargarse de espinas, a ejemplo de Cristo, pero que vuestra mano no quiere ser cómplice de un asesinato, que autoriza, digámoslo así, uná falsa honra que no es otra cosa que orgullo y amor propio. ¿Dios, al crearnos, os dió el derecho de vida y muerte a los unos sobre los otros? No, sólo ha dado ese derecho a la naturaleza para reformarse y reconstruirse; pero a vosotros, ni siquiera os ha dado el permiso de disponer de vosotros mismos. Como el suicída, el duelista será marcado con sangre cuando comparezca ante Dios, y al uno y al otro el soberano Juez prepara rudos y largos castigos. ¡Si amenazó con su justicia al que dice a su hermano: Racca, cuanto más severa será la pena para el que comparezca ante El con las manos teñidas en sangre de su hermano! (San Agustín. París, 1862).

13. El duelo es, como lo que en otro tiempo se llamaba juicio de Dios, una de esas instituciones bárbaras que rigen aun en la sociedad. ¿Qué diríais vosotros, sin embargo, si viéseis sumergir a los dos antagonistas en agua hirviendo o sometidos al contacto de un hierro candente, para dirimir la querella y dar la razón al que resistiría mejor la prueba? ¿Calificaríais de insensatas esas costumbres? El duelo es aún peor que todo esto. Para el duelista diestro es un asesinato cometido a sangre fría y con toda la premeditación necesaria, porque está seguro del golpe que dirigirá; para el adversario casi cierto de sucumbir en razón de su debilidad y de su inexperiencia, es un suicidio cometido con la más fría reflexión. Ya sé que muchas veces se procura evitar esta alternativa igualmente criminal, sometiéndose a la suerte. ¿Pero entonces, no se vuelve, acaso, bajo otra forma, "al juicio de Dios" de la Edad Media? Y aun en aquella época, era mucho menos culpable; el nombre mismo de "juicio de Dios" indica una fe sencilla, es verdad, pero en fin, una fe en la justicia de Dios, que no podrá dejar sucumbir a un inocente; mientras que en el duelo, se somete a la fuerza brutal, de tal modo, que muy a menudo el ofendido es el que sucumbe. ¡Oh, estúpido amor propio, tonta vanidad y loco orgullo! ¿Cuándo, pues, seréis reemplazados por la caridad cristiana, el amor al prójirno y la humildad, cuyo ejemplo y precepto dió Cristo? Sólo entonces desaparecerán esas monstruosas preocupaciones que aun gobiernan a los hombres y que las leyes son impotentes para reprimir; porque no basta prohibir el mal y prescribir el bien, es menester que el principio del bien y del horror al mal estén en el corazón del hombre. (Un espíritu protector. Bordeaux, 1861)



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

LA RELIGIÓN DE LOS ESPÍRITUS


LA RELIGIÓN DE LOS ESPÍRITUS

¿La Doctrina Espiritista es una religión?

La doctrina espiritista no constituye una religión en el sentido comúnmente aceptado, pues ella:

No dispone de un cuerpo de sacerdotes; No establece rituales; No se apoya en una jerarquía u organización; No tiene esquemas para la admisión de fieles; No pleitea cualquier autoridad sobre sus simpatizantes; No distingue sus adeptos con títulos, rituales o promesas de salvación.

Templos

La Doctrina Espiritista valora particularmente tres templos:

1El templo interior:  constituido en el íntimo de nosotros mismos, donde en el silencio de nuestro corazón ofrecemos a Dios nuestras buenas obras y nuestra reforma íntima.

2El templo del hogar: donde en las relaciones con nuestros familiares, de convivencia por veces agradable, y otras, penosas, ofrecemos a Dios nuestro amor afectuoso y responsable.

3El templo de la sociedad: donde en contacto con las más diversas personas ofrecemos a Dios nuestro amor fraterno y universal.

Fe

La fe debe: Ser alegre porque Dios es bueno; Ser animosa porque Dios es presente; Ser humilde porque Dios es perfecto; Ser modesta porque Dios es todopoderoso; Ser paciente porque Dios es eterno;Ser compasiva porque Dios es misericordioso; Ser amorosa porque Dios es amor.

La Plegaria

La expresión de la fe se llama oración. La fe se expresa en pensamientos, emociones, palabras y actos. Así, las oraciones podrán hacerse a través de: pensamientos, emociones, palabras y actos.

La plegaria que el creyente sincero hace a un poder mayor justo y bueno, sea en la mezquita, en la sinagoga, en el templo budista, en el centro espiritista o en la iglesia cristiana.

El odio


El odio

10. Amáos unos a otros y seréis felices. Procurad, sobre todo, amar a los que os inspiran indiferencia, odio o desprecio. Cristo, vuestro modelo, os dió ese ejemplo de abnegación; misionero de amor, amó hasta dar su sangre y su vida. El sacrificio que os obliga a amar a los que os ultrajan y os persiguen, es penoso; pero esto es precisamente lo que os hace superiores; si los aborreciéseis como ellos os aborrecen, no valdríais más que ellos; es la hostia sin mancha ofrecida a Dios en el altar de vilestros corazones, hostia de agradable aroma cuyos perfumes suben hasta El. Aunque la ley de amor quiera que indistintamente se ame a todos los hermanos, no endurece el corazón contra los malos procederes; por el contrario, la prueba es más penosa, lo sé, puesto que durante mí última existencia terrestre, experimenté ese tormento; pero Dios existe y castiga en esta vida y en la otra a los que faltan a la ley de amor. No olvídéis, queridos hijos, que el amor os aproxima a Dios y que el odio os aleja de El. (Fenelón, Bordeaux, 1861).



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

TERAPÉUTICA DE LA OBSESION


Tema¦ TERAPÉUTICA DE LA OBSESION





Anotaciones

Reunión # 13



1. Las terapéuticas en uso, consistentes básicamente en pases, instrucción y adoctrinamiento espiritual del espíritu obsesor, además de encauzamiento moral y disciplina mental del supuesto obsesado, son muy buenas, en principio, porque tranquilizan al paciente



2. El planteo que nos hacemos, no es que los métodos usados comúnmente para los tratamientos de desobsesión, en las Sociedades Espíritas deben ser desechados, sino mejorar el rendimiento y eficacia de los mismos





3. Su tratamiento debe empezar por un chequeo clínico general



4. debe hacerse un exhaustivo interrogatorio, tanto al individuo, si sus condiciones intelectuales y psicológicas lo permiten



5. cuando analizamos los problemas encarnatorios, comprendemos que muchos de nuestros conflictos psicológicos se deben a procesos químicos imperfectos del desarrollo embrionario



6.  Pretendemos un Dios de nuestra altura mental, y cuando no lo comprendemos, en algún avatar, generalmente renegamos de su existencia.





7.  La evocación a los espíritus obsesores, por lo menos al principio, no deben ser presenciadas por el sujeto obsesado





8.  En psicología se sabe que una emoción, sólo puede ser desplazada por otra emoción






Iris de la Rosa Vélez

15 agosto de 2016

La venganza


La venganza

9. La venganza es el último resto abandonado por las costumbres bárbaras que tienden a borrarse de entre los hombres, así como el duelo es uno de los últimos vestigios de las costumbres salvajes, entre las cuales se retorcía la humanidad al principio de la era cristiana. Por esto la venganza es un indicio cierto del estado atrasado de los hombres que se entregan a ella, y de los espíritus que la inspiran aún. Así, pues, amigos míos, ese sentimiento nunca debe hacer vibrar el corazón del que se llama y se afirma espiritista. Vengar-se, ya lo sabéis, es tan contrario a esta prescripción de Cristo. “¡Perdonad a vuestros enemigos!", que el que rehusa perdonar, no sólo no es espiritista, sino que tampoco es cristiano. La venganza es una inspiración tanto más funesta, cuanto que la falsedad y la bajeza son sus asiduas compañeras; en efecto; el que se abandona a esa fatal y ciega pasión, casi nunca se venga a cara descubierta. Cuando es el más fuerte, se echa como una fiera sobre el que llama su enemigo, apenas la vista de éste inflama su pasión, su cólera y su odio. Pero lo más a menudo, reviste una apariencia hipócrita: disimulando en lo más íntimo de su corazón los malos sentimientos que le animan, toma caminos extraviados, sigue en la sombra a su enemigo, que no abriga desconfianza, y espera el momento propicio para herirle sin peligro; se oculta de él espiándole sin cesar: le tiende lazos odiosos, y cuando tiene ocasión, derrama el veneno en su copa. Cuando su odio no llega a tales extremos, entonces le ataca en su honor y en sus afectos, no retrocede ante la calumnia, y sus insinuaciones pérfidas, hábilmente sembradas por todas partes, van engrandeciéndose siguiendo su camino. Así es que, cuandu aquél a quien persigue se presenta en las reuniones por donde ha pasado su aliento envenenado, se maravilla de encontrar semblantes fríos en donde otras veces los encontraba amigos y benévolos; queda estupefacto cuando las manos que buscaban la suya se niegan a apretarla; en fin, queda anonadado cuando sus más queridos amigos y compañeros se desvían y huyen de él. ¡Ah! el cobarde que se venga de ese modo, es cien veces más culpable que el que va derecho a su enemigo y le insulta cara a cara. ¡Atrás, pues, esas costumbres salvajes! ¡Atrás esos usos de otro tiempo! Todo espiritista que pretendiese hoy tener aún el derecho de vengarse, sería indigno de figurar por más tiempo en la falange que ha tomado por divisa: "¡Sin caridad, no hay salvación !" Pero no, no debo abrigar la idea de que un miembro de la gran familia espiritista pueda nunca, en lo sucesivo, ceder al impulso de la venganza más que para perdonar. (Julio Olivier. París, 1862)







Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

PARA UN CRIMINAL


PARA  UN  CRIMINAL

69.               PREFACIO. Si la eficacia de las oraciones fuese proporcional a su tamaño, las más extensas deberían ser reservadas a los culpables, porque tienen mayor necesidad que los que vivieron santamente. Rehusarlas a los criminales es faltar a la caridad y desconocer la misericordia de Dios; creerlas inútiles, porque un hombre haya cometido tal o cual falta, es prejuzgar la justicia del Altísimo. (Cap. XI, número 14).



70.               ORACIÓN. Señor, Dios de misericordia, no rechacéis a este criminal que acaba de dejar la Tierra; la justicia de los hombres pudo condenarle, pero no por esto se salva de vuestra justicia, si su corazón no se ha conmovido por un sincero arrepentimiento.

Quitadle la venda que le oculta la gravedad de sus faltas. ¡Que con su arrepentimiento encuentre gracia ante vos y que se alivien los sufrimientos de su alma! ¡Que nuestras oraciones y la intervención de los buenos Espíritus puedan darle la esperanza y el consuelo! Inspiradle el deseo de reparar sus malas acciones en una nueva existencia y dadle fuerza para que no sucumba en las nuevas luchas que emprenderá.

¡Señor, tened piedad de él!

Propiedades del periespíritu


Propiedades del periespíritu

Múltiples son las propiedades del periespíritu, entre ellas podemos destacar las más importantes:

  • Expansividad y flexibilidad: Por su naturaleza semimaterial, el periespíritu es flexible y expansible. Se adapta a la voluntad del Espíritu, que le puede dar la apariencia que desee. Constituido con base en principios químicos semejantes, en sus propiedades al hidrógeno, expresándose a través de moléculas significativamente distanciadas unas de otras, puede, bajo el influjo del pensamiento, expandir, contraer, y modificar su apariencia.
  • Irradiación: Por su naturaleza fluídica, forma en torno del cuerpo físico una atmósfera que el pensamiento y la voluntad, pueden oscilar para más o menos. Esa propiedad del periespíritu, es de gran importancia, una vez que experiencias efectuadas científicamente en la Unión Soviética, en los Estados Unidos de América e Inglaterra, comprueban la existencia del llamado "campo energético", que viene a demostrar la aserción de Kardec, cuando nos informó hace más de 130 años:"El periespíritu no se encuentra cerrado en los límites del cuerpo, como en una caja. Por su naturaleza fluídica es expansible, irradia hacia el exterior y forma, en torno del cuerpo una atmósfera en que el pensamiento y la fuerza de voluntad pueden oscilar para más o menos".
  • Absorción: A través de la capacidad de absorción, el periespíritu consigue asimilar esencias materiales finas, fluídicas que ofrecen temporalmente ciertas sensaciones como si el espíritu estuviera encerrado. Es por esta causa que entidades desencarnadas aún en etapas groseras de evolución, exigen de los que se ponen en sus fajas vibratorias, comidas o bebidas para su satisfacción personal, como recompensa o pago por las "ayudas" que prometen prestar. Hermanos desencarnados, vibrando en fajas muy bajas, ordenan que se ejecuten animales, piden flores y frutos frescos, hay ocasiones en que pueden absorber fluidos de los alimentos, del plasma sanguíneo o fluido vital que durante algún tiempo proporciona a la entidad desencarnada una forma de nutrición que la hará sentirse humanizada nuevamente. Eso le faculta más fácil acceso a víctimas, obsesos y a aquellos mismos que le hacen tales ofrendas.Según el entendimiento común los Espíritus absorben las esencias finas que les dan vitalidad y gozan de los placeres materiales. También es por esta propiedad que los Espíritus obsesores logran absorber las energías vitales de sus víctimas, por procesos de vampirismo o asimilación en casos de vicios como bebidas, comidas, tóxicos, etc.
  • Penetrabilidad: Por la propiedad de la penetrabilidad el periespíritu no encuentra barreras materiales que no pueda traspasar, penetrando así, en ambientes herméticamente cerrados, y por la misma razón, atraviesa sin dificultades cualquier estructura de los cuerpos materiales.

Si alguno te hiere en la mejilla derecha, preséntale también la otra


Si alguno te hiere en la mejilla derecha, preséntale también la otra

7. Hábéis oído que fué dicho: Ojo por ojo y diente por diente. - Mas yo os digo que no resistáis al mal, antes "si alguno te hiere en la mejilla derecha, preséntale también la otra". - Y aquel que quiere ponerte a pleito, y tomarte la túníca, déjale también la capa. - Y al que te precisare a ir cargado mil pasos, ve con él otros dos mil más. - Da al que te pidiere; y al que te quiere pedir prestado, no le vuelvas la espalda. (San Mateo, capítulo V,  v. de 38 a 42).

8. Las preocupaciones del mundo sobre lo que se llama entre los hombres punto de honor, dan esa susceptibilidad sombría, nacido del orgullo y de la exaltación de la personalidad que conduce al hombre a volver injuria por injuria, herida por herida, lo que parece justo a aquel cuyo sentido moral no se eleva sobre las pasiones terrestres; por esto la ley mosaica decía: Ojo por ojo, diente por diente; ley en armonía con el tiempo en que vivía Moisés. Cristo vino y dijo: Volved bien por mal. Dijo más: "No os resistáis al mal que os quieran hacer; "sí os hieren en una mejilla presentadles la otra". Para el orgulloso, esta máxima parece una cobardía, porque no comprende que se necesita más valor para soportar un insulto que para vengarse, y esto siempre por la razón de que su vista no alcanza más allá del presente. ¿Pero se ha de tomar literalmente esta máxima? No, lo mismo que la que dice que nos arranquemos el ojo si nos es ocasión de escándalo. Llevada adelante con todas sus consecuencias, seria condenar toda represión, aun cuando fuese legal, y dejar el campo libre a los malos quitándoles todo miedo; si no se pusiera un freno a sus agresiones, muy pronto serían víctimas suyas todos los buenos. El mismo instinto de conservación, que es una ley de la naturaleza, dice que no debe uno presentar voluntariamente el cuello al asesino. Con estas palabras, pues, Jesús no prohibió la defensa; sino que "condenó la venganza". Diciendo que se presenta una mejilla cuando se ha herido la otra, es decir, bajo otra forma, que no debe volverse nunca mal por mal, que el hombre debe aceptar con humildad todo lo que tiende a rebajar su orgullo; que es más glorioso para él ser herido que herir, sobrellevar con paciencia una injusticia que cometerla él mismo; que vale más ser engañado que engañar y ser arruinado que arruinar a los demás. Es, al mismo tiempo, la condenación del duelo que no es otra cosa que un alarde de orgullo. La fe en la vida futura y en la justicia de Dios, que nunca deja el mal impune, puede sólo dar la fuerza para soportar con paciencia los tiros dirigidos a nuestros intereses y a nuestro amor propio y por esto decimos sin cesar: Dirigid vuestras miradas al porvenir, pues cuanto más os elevéis con el pensamiento sobre la vida material, menos os atormentarán las cosas de la tierra.

Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

HISTORIA Y DOCTRINA ESPIRITISTA




Las ideas espiritistas son muy antiguas.

Dios nunca dejó la humanidad al desamparo de ideas que auxiliasen el hombre a volverse mejor.

Desde la más remota antigüedad, mensajeros se encarnaron en todos los pueblos del planeta trayendo la luz de la verdad.

Moisés, Fo-Hi, Crisna, Buda, Confúcio, Sócrates, Cícero trajeron ideas como: La unicidad de Dios, el cuerpo espiritual, la ley de acción y reacción, la reencarnación, la evolución, la importancia del amor, la comunicación de los espíritus etc.


Con la encarnación de Jesús, gobernador espiritual de la Tierra, divinas claridades se derraman sobre la Tierra. Del pesebre a la resurrección, su vida fue una demostración de las verdades eternas, enseñadas con la autoridad del ejemplo.

Viendo su palabra revestirse a veces con el velo del símbolo para poder alcanzar la mentalidad de la época, prometió el "Consolador", "Espíritu de Verdad" "que enseñará todas las cosas" y "os hará recordar de todo lo que he dicho".


El consolador prometido por Jesús se manifestó en la Tierra con toda su intensidad en el siglo 19, a través de revelaciones claras sobre las realidades espirituales, hechas por espíritus superiores, a través de numerosos médiums.

La Obra de Allan Kardec

Allan Kardec (* 1804, + 1869), pseudónimo del francés León Hippolyte Denizar Rivail, recopiló y organizó de1856 a 1868 estas enseñanzas dadas por los espíritus superiores en cinco libros de valor inestimable en el resurgimiento del Evangelio de Jesús y comprensión de las verdades espirituales. Son:

El Libro de los Espíritus: Conteniendo los principios de la Doctrina Espiritista sobre la inmortalidad del alma, la naturaleza de los espíritus y sus relaciones con los hombres, las leyes morales, la vida presente, la vida futura y el porvenir de la humanidad según las enseñanzas transmitidas por los espíritus superiores con a ayuda de diversos médium.

El Libro de los médium: Conteniendo la enseñanza especial de los espíritus sobre la teoría de todos los géneros de manifestaciones, los medios de comunicación con el mundo invisible, el desarrollo de la mediumnidad, las dificultades y los tropiezos que se pueden encontrar en la práctica del espiritismo.

El Evangelio Según el Espiritismo: conteniendo las explicaciones de las máximas morales del Cristo, su concordancia con el espiritismo y su aplicación en las diversas circunstancias de la vida.

El Cielo y el Infierno: Conteniendo el examen comparado de la doctrinas sobre el pasaje de la vida corporal a la vida espiritual, sobre las penalidades y recompensas futuras, sobre los ángeles y los demonios, sobre las penas, etc., seguido de numerosos ejemplos de la situación del alma durante y después de la muerte.

El Génesis: Conteniendo las características de la Doctrina Espiritista, los atributos de Dios, los diversos sistemas sobre la creación del mundo, las explicaciones y análisis de los milagros y de las predicciones del Evangelio.

Los enemigos desencarnados


Los enemigos desencarnados

5. El espiritista tiene aún otros motivos de indulgencia para con sus enemigos. En primer lugar, sabe que la maldad no es el estado permanente de los hombres; que es una imperfección momentánea, y de que de la misma manera que el niño se corrige de sus defectos, el hombre malo reconocerá un día sus malas obras y se volverá bueno. Sabe también que la muerte sólo le libra de la presencia material de su enemigo, pero que éste puede perseguirle con su odio aun después de haber dejado la tierra; que de este modo la venganza no consigue su objeto, sino que, al contrario, tiene por efecto el producir una irritación más grande y que puede continuarse de una existencia a otra. Pertenecía al Espiritísmo probar por la experiencia y la ley que rige las relaciones del mundo visible con el mundo invisible, por la expresión "Ahogar en sangre la ira", es radicalmente falsa y que la verdad es que la sangre conserva a el odio hasta más allá de la tumba, dando, por conseguinte, una razón de ser efectiva y una utilidad prática del perdón y a la sublime máxíma de Cristo:  "Amad a vuestros enemigos". No hay corazón, por perverso que sea, que no se conmueva con los buenos procederes, aun sin darse cuenta de ello; con los buenos procederes se quita, por lo menos, todo pretexto de represalias; de un enemigo puede hacerse un amigo antes y después de la muerte. Con los malos procederes se le irrita, y "entonces es cuando él mismo sirve de instrumento a la justicia de Dios para castigar al que no ha perdonado".

6. Pueden, pues, tenerse enemigos entre los desencarnados y entre los encarnados; los enemigos del mundo invisible, manifiestan su malevolencia por las obsesiones y las subyugaciones, a las que están sujetas tantas gentes, y que son una variedad en las pruebas de la vida; tanto estas pruebas como las otras ayudan al adelantamiento y deben ser aceptadas con resignación y como consecuencia de la naturaleza inferior del globo terrestre; si no hubiese hombres malos en la tierra no habría tampoco espíritus malos a su alrededor. Si, pues, debemos indulgencia para con los enemigos encarnados, debe tenerse la misma para con los que están desencarnados. En otro tiempo se sacrificaban víctimas sangrientas para apaciguar a los dioses infernales, que eran los espíritus malos. A los dioses infernales han sucedido los demonios, que son la misma cosa. El Espiritismo viene a probar que esos demonios no son más que las almas de los hombres perversos que aun no se han despojado de los instintos materiales: "que no se apaciguan sino por el sacrificio de su odio, es decir, por la caridad"; que la caridad no tiene sólo por efecto el impedir que hagan el mal, sino el de conducirles al camino del bien y contribuir a su salvación. Así es que la máxima: "Amad a vuestros enemigos", no está circunscrita al círculo estrecho de la tierra y de la vida presente, sino que entra en la grande ley de la solidaridad y de la fraternidad universal.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

EL PROCESO DESENCARNATORIO


Tema¦ EL PROCESO DESENCARNATORIO





Anotaciones

Reunión # 12

1.  los períodos interencarnatorios, son etapas de reflexión, fortificación, comprensión y planeamiento





2.  la confiabilidad de una buena parte de las sesiones espíritas, dependen de la fe y la sinceridad del médium



3.  la Ley de Causas y Efectos, sólo tendría aplicación, en la vida física; que en la Vida Espiritual, el ser no puede modificar su evolución, sólo su comprensión.



Algún día, después de la muerte corporal, nosotros tendremos un decisivo encuentro marcado con nosotros mismos, en los recónditos de nuestra conciencia; atributo del Espíritu, donde fueron impresos por Dios sus leyes morales; ahí serán juzgados por ella, todos nuestros actos de la senda reencarnatoria, en el uso de nuestro libre albedrío y comparados con nuestros propósitos al reencarnar, escogidos o impuestos por la justicia divina, siempre de acuerdo con las aptitudes de cada uno; depende de nosotros, y sólo de nosotros, si este será el "día más feliz de nuestra existencia", momento de puro éxtasis o, por el contrario, "el peor de ellos", o su momento más fatídico.




Iris de la Rosa Vélez

8 agosto de 2016

Volver bien por mal


Volver bien por mal

1. Habéis oído que fué dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. - Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, y rogad por los que os persiguen y calumnian: - para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: el cual hace nacer su sol sobre buenos y malos, y llueve sóbre justos y pecadores. -Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? - Y si saludareis tan solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen esto mismo los gentiles? Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los Escribas y Fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. (San Mateo, cap. V, v. de 43 a 47 y 20).

2. Y si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis? porque los pecadores también aman a los que les aman a ellos. - Y si hiciéreis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tendréis? porque los pecadores también hacen esto. -Y si prestareis a aquellos, de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tendréis? Porque también los pecadores prestan unos a otros para recibir otro tanto. -"Amad, pues, a vuestros enemigos: haced bien y dad prestado"; sin esperar por esto nada: y vuestro galardón será grande, y seréis hijos del Altísimo porque Él es bueno aun por los ingratos y malos. - Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro padre es misericordioso. (San Lucas, cap. VI, v. 32 a 36).

3. Si el amor del prójimo es el principio de la caridad, amar a sus enemigos es su aplicación sublime, porque esta virtud es una de las más grandes victorias contra el egoísmo y el orgullo. Sin embargo, generalmente se equivocan sobre el sentido de la palabra "amor" en esta circunstancia; Jesús no entendió, por esas palabras, que se deba amar a su enemigo con el cariño que se tiene a un hermano o a un amigo; la ternura supone confianza, y no se puede tener confianza en aquél que se sabe que es capaz de hacernos mal, y no se pueden tener con él las expansiones de la amistad, porque se sabe que seria capaz de abusar de ellas; entre las personas que desconfían unas de otras, no pueden existir los arranques de simpatía que existen entre aquellos que son de una misma comunión de pensamientos; en fin, no puede tenerse el mismo placer encontrándose con un enemigo que con su amigo. Este sentimiento es también el resultado de una ley física: la de la asimilación y de la repulsión de los fluidos: el pensamiento malévolo dirige una corriente fluidica cuya impresión es penosa; el pensamiento benévolo nos envuelve en una emanación agradable y de aquí resulta la diferencia de sensaciones que se experimentan al aproximarse un amigo o un enemigo. Amar a sus enemigos, no puede, pues, significar que no debe hacerse ninguna diferencia entre ellos y los amigos; este precepto parece difícil y aun imposible de practicar, porque se cree falsamente que prescribe que demos a ambos el mismo puesto en el corazón. Si la pobreza de las lenguas humanas obliga a servirse de la misma palabra para expresar diversos grados de sentimiento, la razón debe establecer la diferencia según los casos. Amar a sus enemigos, no es tenerles un afecto que no está en la naturaleza, porque el contacto de un enemigo hacer latir el corazón de muy diferente modo que el de un amigo; es no tenerle ni odio, ni rencor, ni deseo (le venganza; es perdonarle "sin segunda intención y sin condición" el mal que nos hace, sin Poner ningún obstáculo a la reconciliación; es desearles bien en vez de quererles ni al, alegrarse en vez de afligirse (leí bien que les acontece, tenderles una mano caritativa en caso (le necesidad, abstenerse "en palabras y en acciones" de todo lo que puede perjudicarles; es' en fin, volverles siempre bien por mal, "sin intención de humillarles". Cualquiera que haga esto, llena las condiciones del mandamiento: "Amad a vuestros enemigos".

4. Amar a sus enemigos es un despropósito para los incrédulos; aquel para quien la vida presente es el todo, ¡sólo ve en su enemigo un ser pernicioso que turba su reposo y del que solo la muerte puede desembarazarle. De aquí viene el deseo de venganza. No tiene ningún interés en perdonar si no es para satisfacer su orgullo a los ojos del mundo; aun perdonar, en ciertos casos, le parece una debilidad indigna de él; si no se venga, no deja por eso de conservar rencor y un secreto deseo de perjudicarle. Para el creyente, pero sobre todo para el espiritista, la manera de ver es muy diferente, porque dirige sus miradas al pasado y al porvenir, entre los que la vida presente sólo es un punto; sabe que por el mismo destino de la tierra, debe esperar encontrar en ella hombres malvados y perversos, que las maldades a que está expuesto forman parte de las pruebas que debe sufrir, y el punto de vista elevado en que se coloca hace que las vicisitudes le sean menos amargas, ya provengan de los hombres o de las cosas; "si no murmura de las pruebas, tampoco debe murmurar de los que son instrumentos de aquellas"; si en vez de quejarse da gracias a Dios porque le prueba, "debe también dai gracias a la mano que le proporciona ocasión de manifestar su paciencia y su resignación". Este pensamiento le dispone naturalmente al perdón; siente, además, que cuanto más generoso es, más se engrandece a sus propios ojos y se encuentra fuera del alcance de los tiros malévolos de su enemigo. El hombre que ocupa un puesto elevado en el mundo, no se considera ofendido por los insultos de aquél a quien mira como inferior, lo mismo sucede con el que se eleva en el mundo moral sobre la humanidad material; comprende que ci odio y el rencor le envilecerían y le rebajarían; luego, para ser superior a su adversario, es preciso que tenga el alma más grande, más noble y más generosa.

Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

PARA UN ENEMIGO MUERTO


PARA  UN  ENEMIGO  MUERTO

                                                                                                           

67.                    PREFACIO. La caridad hacia nuestros enemigos debe seguirles hasta más allá de la tumba. Es preciso pensar que el daño que os han hecho es para nosotros una prueba que ha podido ser útil a nuestro adelantamiento, si supimos aprovecharnos de ella. Puede aún sernos más provechosa que las aflicciones puramente materiales, porque nos permitió unir al valor y a la resignación, la caridad y el olvido de las ofensas. (Cap. X, número 6; cap. XII, números 5 y 6).

68.               ORACIÓN. Señor, os habéis dignado llamar antes que a mí el alma de N... Yo le perdono el mal que me hizo y sus malas intenciones hacia mí; que pueda él arrepentirse de eso, ahora que ya no tiene las ilusiones de este mundo.

Que vuestra misericordia, Dios mío, se extienda sobre él y alejad de mí el pensamiento de alegrarme con su muerte. Si procedí mal con él, que me perdone, como yo olvido a los que procedieron así conmigo.

Memoria de mi Espíritu Clara Román- Odio

  Memoria de mi Espíritu Clara Román- Odio En Memoria de mi Espíritu, un libro que no presenta la autora, su memoria de recuerdos de su ni...