REENCARNACIÓN Y CULTURA

REENCARNACIÓN Y CULTURA

 

Quienes, con todo, amaron mucho en el pretérito, pueden estar sufriendo

en el mundo, pero sufriendo por amor.

En las labores constructivas, en la renuncia a la vida en gloriosos mundos

mientras continúan en la Tierra ayudando a los que permanecen en la

retaguardia purgatoria.

Esas almas se adicionan de sublimados valores.

Contabilizan en el Libro de los Cielos, ilimitados créditos.

Para los que menospreciaran los bienes de la inteligencia y de la cultura,

les abre el Espiritismo, con la perspectiva de la Reencarnación, amplios

panoramas de renovación.

El “nacer de nuevo”, del maravilloso diálogo de Jesús con Nicodemo; el

“nacer del aguar y del espíritu”, (y no el “nacer” apenas simbolizando la

renovación espiritual, sin el rescate de los crímenes cometidos) constituye un

mensaje de esperanza para las almas que lloran en valles sombríos, aunque

transitorios, de los Planos Inferiores.

La Reencarnación, la llamada “bendición del recomienzo”, instruye a

todos los fracasados del camino, a todos los que fracasaron en variados

intentos.

Ofréceles la certeza de nuevas existencias de renovación y

perfeccionamiento.

Les brinda, como si fuese un cariñoso “recado de Dios”, para sus hijos

menos dichosos, oportunidades para que retornen al mundo. Sí,

verdaderamente, es la Reencarnación un amoroso servicio de Dios para la

Humanidad.

Les posibilita el retorno a las candilejas terrestres, para que con los actos

positivos del Bien, neutralicen los perniciosos efectos generados por los actos

negativos del Mal, generados en los desvaríos de la Inteligencia y en la

perversa aplicación de la Cultura no evangelizada.

Cuando se habla o escribe sobre Reencarnación, es imperioso que se

piense en la Cultura, porque sin la repetición de las experiencias, (decenas,

centenas de veces), los primeros hombres serían aún hoy, unos brutos salvajes.

¿Cómo aprendieron?

¿Con quién aprendieron?

Con el Espiritismo, que predica y difunde el intercambio espiritual entre

los mundos “moradas del Padre”, no es difícil que comprendamos cómo y con

quién aprendieron los primitivos hombres terrícolas.

MARTINS PERALVA

2 comentarios:

  1. La idea de cesar de existir es, para todo individuo, odiosa y terriblemente penosa. Las culturas extinguidas y las existentes actualmente en el mundo, pueden divergir en numerosos puntos y costumbres, pero la reencarnación es una de las creencias más antigua y común en todas ellas. Algunos arqueólogos creen que esá fue la razón de que en la Nueva Edad de Piedra (10.000-5.000 a.de C.) se enterraran los cuerpos en posición fetal, para facilitar así el renacimiento.

    En las religiones avanzadas se tiene que hacer una distinción entre reencarnación y la teoría o doctrinas kármicas que se han desarrollado, a veces durante milenios, para encajar con unas particulares tradiciones teológicas y religiosas. Por ejemplo, a los pueblos que viven tan cerca de la naturaleza que consideran a la humanidad como una parte integral de la creación, puede no resultarles difícil imaginarse a sí mismos como renacidos en cuerpos de animales o insectos. A los miembros de culturas avanzadas, con filosofías bien desarrolladas, conscientes de lo muy alto que sa ha elevado el pensamiento del hombre como animal más evolucionado, les puede parecer repugnante la idea de hundirse en un cuerpo animal.

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  2. Los indios tlingit, del sudeste de Alaska, creen que el alma se reencarna en un nuevo cuerpo entre sus parientes, y acostumbraban a incinerar a sus muertos. Cuando una mujer embarazada soñaba con frecuencia con un pariente muerto, se creía que ese pariente nacería como su hijo. Si se descubría que el bebé tenía una marca de nacimiento que ya existió en el cuerpo del fallecido, se consideraba que era la misma persona que había regresado a la Tierra, y al niño se le daba su mismo nombre. Es posible que los tlingit fueran influidos por el budismo, y también hay ciertas

    semejanzas superficiales con el hinduismo. Tienen un concepto del karma, aunque no lo llaman por ese nombre, y esperan que las desgracias sufridas en una vida puedan disminuir en la otra.

    Los esquimales occidentales de Alaska desarrollaron un sistema de cinco cielos ascendentes, cada uno de los cuales se alcanzaba después de una encarnación terrenal, con una purificación gradual y progresiva, hasta la liberación final del ciclo de renacimiento.

    Hubo al menos algunas docenas de tribus de América del Norte que sostuvieron creencias sobre la reencarnación, aunque se dice que sólo se formuló una teología coherente en el noroeste.

    La transmigración en el mundo animal era ampliamente aceptada por los sudamericanos. Los antiguos mexicanos creían que los príncipes, los nobles, los guerreros caídos en el combate y las víctimas de los sacrificios, renacían después de haber pasado una temporada en el paraíso oriental del dios Sol, convertidos en pájaros de brillante y colorido plumaje, o como nubes o piedras preciosas. Las personas de condición más baja se convertían en comadrejas, bestias malolientes o abejas. Las mujeres que morían durante el parto iban al paraíso occidental del Sol, y podían regresar convertidas en mariposas nocturnas.

    Los indios de Nuevo México creían que un bebé moribundo regresaría, y que si su cuerpo era enterrado bajo la tierra del hogar, el alma encontraría a la misma familia.

    Los incas se aseguraban el regreso mediante la momificación del cuerpo, de modo que el alma pudiera regresar a su receptáculo anterior.

    http://www.proyectopv.org/1-verdad/rculturas.html

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