“Marchad en cuanto aún hay luz…”
La
palabra del Maestro abarca una gran variedad de matices de la experiencia
humana, compeliéndonos a razonamientos aparentemente simples, pero no obstante,
profundos en la esfera del aprendizaje para la Vida Superior. Mientras andamos
por el mundo, disfrutamos de excepcionales ventajas, que nos enriquecen la
marcha liberadora. Los pies para la locomoción. Los brazos y las manos para el
trabajo. La visión física integral. La facultad de oír, hablar, sentir,
escribir…
La
salud del cuerpo y la razón esclarecida proporcionando el equilibrio del
binomio “alma cuerpo.” En torno de nuestros pasos, infinitas bendiciones se
dilatan, colmadas y generosas, suaves y perfumadas. El encanto de las noches
iluminadas por la luna. La belleza de los Cielos estrellados. El esplendor de
la claridad solar. La opulencia de la Naturaleza, con la gracia de sus
incomparables panoramas y el delicado aroma de sus flores, establecen de por
sí, una bendición en nuestros caminos.
Llueva
o haya sol, disponemos invariablemente, de las veinticuatro horas que se
repiten, en el reloj del tiempo para mostrar cada mañana nuevos espacios de
siembra, inéditos recursos educativos en la senda del perfeccionamiento. En la
senda del progreso, pues no somos huérfanos de la Misericordia Celeste. En el
esfuerzo del perfeccionamiento, visto que no somos desheredados de la suerte.
Semejantes
patrimonios fueron aumentados, hace dos mil años, por los tesoros del
Evangelio; de las sublimes claridades que Jesucristo dejó en el mundo, para que
en el orbe fuese posible, a la criatura humana, compartir el camino evolutivo
bajo la bendición del Entendimiento Superior. Somos hoy, beneficiarios de la
luz de la razón, que nos garantiza la elección de lo mejor, de lo más
conveniente. Nos resplandece la Conciencia, por la divina adquisición, en el
santuario de nuestra individualidad eterna, preservándonos del oscurantismo.
Adquirimos en el paso de los milenios sin cuenta, el sentido moral, que nos
distancia de la irracionalidad. Magníficos patrimonios; indestructibles,
inajenables, que milenarias luchas nos legaron.
La
oportunidad en la presente reencarnación, de enriquecernos para el futuro, se
caracteriza no solo por todos esos elementos de progreso consciente, sino
también, por los beneficios de la normalidad somática y de la lucidez psíquica.
Desconociendo el instante en que nuestra alma “será pedida”, en virtud de la
indefectible transición a que todo ser encarnado está sujeto, es imprescindible
que no despreciemos la Luz.
Es
urgente buscar la claridad, “en cuanto estamos en el camino”, para que en el
Mañana, en el Espacio o de nuevo en la Tierra, no nos responda en términos de
sombra y angustia, confusión y desesperación. Los problemas del “después de la
muerte”, (ningún espírita esclarecido desconoce semejante realidad), se
relacionan íntimamente con nuestro actual comportamiento sicofísico, no solo en
la esfera de los actos, propiamente dichos, como los de la esfera de la palabra
y del pensamiento.
Hablar
y actuar, pensar y escribir, constituyen siembras que producirán, más tarde, en
cualquier tiempo y lugar, los frutos según su especie. Todos los fenómenos a
que nos enfrentamos, luego de transponer los pórticos del “Más Allá,” serán de
la especie y forma por la que hubiéramos “andado por el mundo.” Fenómenos
agradables o lamentables; de equilibrio o desajuste; de paz o remordimiento; de
ventura o de infortunio… Ciertamente por esto, asegura fraternalmente el
Maestro: “andad en cuanto tengáis luz…”
Andad
en cuanto todas las posibilidades os faciliten el camino, es lo que con
seguridad recomienda el Cristo, a través de su advertencia, de amoroso aviso.
La Doctrina Espírita, rememorando las inmortales lecciones del Celeste
Benefactor, recuerda a los hombres sobre la necesidad del aprovechamiento de la
oportunidad de nuestra presencia en el cuerpo físico, de modo de convertir los
preciosos minutos de nuestra experiencia en bendecida oportunidad de
crecimiento e iluminación.
Martins
Peralva
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la los del espiritismo”
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la los del espiritismo”
Sagradas Escrituras 1569
ResponderEliminarRespondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anduviere de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.
Juan 11:9