JESÚS Y EL PERDÓN


JESÚS Y EL PERDÓN
El perdón es uno de los capítulos más simples y al mismo tiempo uno de los más importantes de las enseñanzas de Jesús. Antes de Él no se había conferido a este tema la relevancia que merecía. El Nazareno ya sabía de los innumerables perjuicios que los resentimientos producen en el alma humana, y que solamente el perdón sería capaz de liberar al individuo de la esclavitud de sus penas y remordimientos. El Maestro apuntó a los aspectos fundamentales de esa virtud que necesitaba ser desarrollada.Conocía el atraso espiritual de la humanidad, e indicó los caminos necesarios para el cambio de paradigmas, para la aceptación de conceptos y conductas que ofrecieran al ser humano mejores condiciones para conquistar mayor felicidad. La felicidad habría de ser el resultado de la pureza espiritual, pero ¿cómo llegar a ser puro si se alimentan rencores, disgustos, remordimientos, resentimientos? Por eso dijo Jesús: "...depositad vuestra ofrenda al pie del altar e id a reconciliaros con vuestro hermano; recién después volved para presentarla". No se puede ir en busca de Dios cuando se conservan manchas en el altar de la conciencia. Reconciliémonos primero con nuestro prójimo, limpiemos nuestra conciencia, y después estaremos en mejores condiciones para hacer la ofrenda de nuestro trabajo al Creador.

a) Todos cometen errores

El Mesías se propuso que las personas tomaran conciencia de que todos cometemos errores, que cometemos faltas graves, y por ese motivo no podemos acusar severamente ni punir a nuestro prójimo sin compasión. Cuando el dijo que "...no debemos juzgar para no ser juzgados" o que "...no arrojáramos piedras al tejado del vecino cuando el nuestro es de vidrio", estaba dirigiéndose a lo más profundo del ser humano, a la conciencia. Ese punto es importante en la medida que cada uno desea ser perdonado por sus errores, aunque no siempre esté dispuesto a perdonar las faltas cometidas por sus semejantes en contra de él. Si quiero ser perdonado deberé perdonar; con la misma medida con que yo mida seré medido: estos son elementales principios de justicia. En la famosa anécdota de la mujer sorprendida en adulterio, por ejemplo, los hombres querían apedrearla y el Maestro los reprendió al decirles: "Quien nunca haya pecado que le arroje la primera piedra". Nadie osó lanzar ninguna piedra porque todos habían cometido errores. Él mismo se limitó a hacer un llamado a sus conciencias.

Jesús trataba de abrir la mente de las personas para que cumplieran las leyes de Dios, pues perdonar es un deber de los seres humanos. Quien no perdona infringe la ley y padecerá las consecuencias de sí mismo.

b) Cuantas veces perdonar.

El segundo de los puntos abordados por el Maestro Galileo se refiere a perdonar siempre. La respuesta que dio a Pedro, en cuando a que deberíamos perdonar setenta veces siete veces, establece que perdón debe ser una praxis del ser humano que no tendrá límites. El perdón no puede ser una puerta que se abra o se cierre según nuestros caprichos. El perdón es de índole trascendente, espiritual, y forma parte de los cánones de la ley divina. Aunque una sola vez omitiéramos perdonar, eso produciría una inmensa energía rencorosa suficiente para destruir la armonía de la mente. Perdonar siempre significa haber convertido al perdón en un hábito sano de higiene espiritual. Significa estar abierto a la compasión y no considerar que el perdón sea un acto reservado exclusivamente a los espíritus elevados. Jesús lo enseñó y eso indica que tenemos plenas condiciones para perdonar y ser perdonados.

c) A quién perdonar.
Jesús no hacía distinciones entre los seres humanos. Sabía que la ignorancia de las leyes de Dios era la tónica de aquella época en que predominaba la pena del talión: "ojo por ojo, diente por diente". El perdón a los enemigos era inadmisible. Sin embargo, su propuesta consistía en perdonar tanto a los amigos como a los enemigos. El mismo dio el ejemplo en ese sentido al disculpar las indecisiones de Pedro, el acto irreflexivo de Judas y a quienes lo calumniaron y persiguieron hasta matarlo. Incluso en los instantes finales de su existencia rogó a Dios: "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen".

Tan importante como perdonar a los otros es que nos perdonemos a nosotros mismos. Nos referimos al auto-perdón de nuestros errores. Desde el punto de vista psicológico el auto-perdón evita que lleguemos a penetrar en la terrible zona del remordimiento, capaz de provocar la destrucción absoluta del sistema de equilibrio psíquico. Como consecuencia de los sentimientos de culpa muy intensos aparecen las peligrosas psicosis, enfermedades tales como la esquizofrenia y otros trastornos del comportamiento. Lógicamente se debe evitar la repetición de un error que, sin embargo, podrá ser reparado mediante un trabajo sustancial en la dirección del bien. La bondad repara las faltas; el remordimiento destruye el alma.

d) Cuando debemos perdonar.
Estamos en camino, en este viaje de perfeccionamiento. Por lo tanto el perdón debe ser realizado ahora, no después. Eso significa que éste es el momento de perdonar, y si no perdonáramos estaremos sometidos a nuevas encarnaciones depuradoras en el futuro, porque es imposible crecer espiritualmente mientras se conserva rencor en el corazón. Emmanuel nos ha recomendado sabiamente que "expulsemos del corazón todos los resentimientos". Esa advertencia tiene un significado psicológico, porque perdonar equivale a liberarse de las cadenas forjadas por la intranquilidad y el sufrimiento guardados en los archivos de la mente.

http://cespirita-amorfraternal.blogspot.com/2015/04/el-perdon.html

2 comentarios:

  1. El que perdona la ofensa cultiva el amor;
    el que insiste en la ofensa divide a los amigos.
    Proverbios 17:9 | NVI |

    Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
    Efesios 4:32 | NVI |

    Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.
    Mateo 6:14 | NVI |


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  2. Que abandone el malvado su camino,
    y el perverso sus pensamientos.
    Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios,
    que es generoso para perdonar,
    y de él recibirá misericordia.
    Isaías 55:7 | NVI |

    Sin embargo, es tal tu compasión
    que no los destruiste ni abandonaste,
    porque eres Dios clemente y compasivo.
    Nehemías 9:31 | NVI |

    ¡Vuelve, apóstata Israel!
    No te miraré con ira
    —afirma el Señor—.
    No te guardaré rencor para siempre,
    porque soy misericordioso
    —afirma el Señor—.
    Jeremías 3:12b | NVI |

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