Raza adámica.


Raza adámica.

36. — Segun la enseñanza de los Espíritus, es una de
esas grandes inmigraciones, ó si se quiere una de esas
colonias de Espíritus venidos de otra esfera, la que

ha dado origen á la raza simbolizada en la persona de
Adam, por cuya causa so la designa con el nombre de
raza adámica. A su llegada, estaba poblada la tierra
de tiempo inmemorial como lo estaba la América á
la llegada de los europeos.

La raza adámica, más adelantada que las que la ha
bían precedido en la tierra, es, en efecto, más inteli
gente, y la que impulsa á todas las demás al progre
so. El Génesis nos la presenta desde luego industriosa,
apta para las artes y las ciencias sin haber pasado por
la infancia intelectual, lo que no es propio de las ra
zas primitivas, pero que concuerda con la opinion de
que esta se componía de Espíritus que habian ya pro
gresado. Todo prueba que no es antigua en la tierra
y nada se opone á que no esté sino hace unos cuantos
miles de años, puesto que no está en contradiccion con
los hechos geológicos ni con las observaciones antro
pológicas, que por el contrario tienden más bien á con
firmarlo.

37. —La doctrina que hace proceder á todo el gé
nero humano de una sola pareja desde hace unos seis
mil años, no es admisible en el estado actual de nues
tros conocimientos. Las principales consideraciones
que la contradicen, sacadas del orden físico y del mo
ral, se resumen en los párrafos siguientes.

38. —Bajo el aspecto fisiológico, tenemos ciertas
razas que ofrecen tipos particulares, característicos
que no permiten asignarles un origen comun. Hay di
ferencias que no son efecto del clima, puesto que los
blancos que nacen en los paises de los negros no nacen
negros, y vice-versa. El ardor del sol da á la epider
mis un tinte más oscuro, pero no transforma el blanco
en negro, ni aplasta la nariz, ni cambia la forma de
las facciones, ni vuelve crespos y lanosos los cabellos
lácios y sedosos. Hoyes cosa sabida que el color .del
negro procede de un tejido particular subcutáneo, y
que es peculiar de la raza negra.

Hay que considerar las razas negras, mongólicas y
caucásicas como autóctonas, es decir, que han tenido
su origen propio, y nacido simultánea ó sucesivamente
en diferentes partes del globo; su cruzamiento ha pro
ducido las razas mixtas secundarias. Los caractéres
fisiológicos de las razas primitivas son indicio eviden
te de que proceden de tipos especiales. Las mismas
consideraciones pueden aplicarse á los animales en
cuanto á la pluralidad de sus cepas.

39. —Adam y sus descendientes están representados
en el Génesis como hombres esencialmente inteligen
tes, puesto que desde la segunda generacion constru
yen ciudades, cultivan la tierra y trabajan los meta
les. Sus progresos en las artes y las ciencias son rápi
dos y constantemente sostenidos. No se concebiría,
pues, que de esta cepa hayan salido numerosos pue
blos tan atrasados, de inteligencia tan rudimentaria,
poco superior aún en nuestros dias á la de la animali
dad; que habrían perdido todo rastro y hasta el re
cuerdo tradicional de lo que hacian sus progenitores.
Una diferencia tan radical en las aptitudes intelectua
les y en su desarrollo moral, atestigua con no menos
evideacia su origen diferente.

40. —Prescindiendo de los hechos geológicos, la
prueba de la existencia del hombre en la tierra antes
de la época fijada por el Génesis, está sacada de la po
blacion del globo.

Sin hablar de la cronología china, que sube, segun
se dice, á treinta mil años, documentos mas auténti
cos prueban que el Egipto, la India y otros paises es
taban poblados y florecientes tres mil años antes de la
era cristiana, y por consecuencia mil años despues de
la creacion del primer hombre, segun la cronología
bíblica. Documentos y observaciones recientes parece
que acreditan sin ningun género de duda, que ha ha
bido relaciones entre la América y los antiguos Egip
cios, de donde se deduce que aquel pais se hallaba ya
poblado en aquella época. Seria necesario, pues, ad
mitir, que en mil años la posteridad de un sólo hom
bre ha podido cubrir la mayor parte de la tierra, cuya
extraordinaria fecundidad seria contraria á todas las
leyes antropológicas; y el Génesis mismo no atribuye
á los descendientes de Adam una fecundidad anormal,
puesto que hace su recuento nominal hasta Noé.

41. —La imposibilidad se hace aún más evidente, si
se admite con el Génesis que el diluvio destruyó á to
do el género humano á excepcion de Noé y de su fa
milia que no era numerosa, el año 1656 de la Crea
cion, ó sean 2348 antes de Jesucristo. No seria, pues,
sino de Noé desde quien dataria la poblacion del glo
bo, hácia cuya época la historia designa á Menes por
rey de Egipto. Cuando los hebreos se establecieron en
aquel pais, 642 años despues del diluvio, constituía ya
un poderoso imperio que habría sido poblado , sin ha
blar de otros países, en ménos de seis siglos por los
solos descendientes de Noé, lo cual no es admisible.

Nótese al paso que los Egipcios recibieron á los he
breos como extranjeros y que seria asombroso que hu
bieran perdido la memoria de una comunidad de ori
gen tan cercana, en un país y entre gentes que con
servaban religiosamente los monumentos de su his
toria.

Una lógica rigurosa corroborada por los hechos,
demuestra de la manera más perentoria que el hombre
existe en la tierra desde un tiempo indeterminado,
muy anterior á la época fijada por el Génesis. Lo
mismo puede decirse de la diversidad de los troncos
primitivos, porque demostrar la imposibilidad de una
proposicion, es demostrar implícitamente la proposi
cion contraria. Si la Geología descubre vestigios au
ténticos de la presencia del hombre antes del gran pe
ríodo diluviano, la demostracion será más absoluta.



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