Fuera de la Iglesia no hay salvación. Sin la
verdad no hay salvación
8. En tanto que la máxima: "Sin
caridad no hay salvación", se apoya en un principio universal y prepara a
todos los hijos de Dios al acceso en la felicidad suprema, el dogma:
"Fuera de la Iglesia no hay salvación", no se apoya en la fe
fundamental en Dios y en la inmortalidad del alma, fe común a todas las
religiones, sino "en la fe especial en dogmas particulares". Es
exclusivo y absoluto; en vez de unir a los hijos de Dios, los divide; en lugar
de excitar el amor de sus hermanos, mantiene y sanciona la irritación entre los
sectarios de los diferentes cultos, que se consideran recíprocamente como
malditos en la eternidad, aun cuando fuesen parientes o amigos en este mundo;
desconociendo la grande ley de igualdad ante la tumba, los separa también en el
campo del reposo. La máxima: "Sin caridad no hay salvación", es la
consagración del principio de la igualdad ante Dios y de la libertad de
conciencia; con esta máxima por regla, todos los hombres son hermanos, y
cualquiera que sea el modo de adorar a Dios, se tienden la mano y ruegan unos
por otros. Con el dogma: "Fuera de
la Iglesia no hay salvación", se lanzan el anatema, se persiguen y viven
como enemigos; el padre no ruega por el hijo, ni el hijo por su padre, ni el
amigo por el amigo; sino que se creen recíprocamente condenados para siempre.
Este dogma es, pues, esencialmente contrario a las enseñanzas de Cristo y a la
ley envangélica.
9. "Sin la verdad no hay
salvación", sería el equivalente de: "Fuera de la Iglesia no hay
salvación", y enteramente exclusivo, porque no hay una sola secta que no
pretenda tener el privilegio de la verdad. ¿Qué hombre es el que puede
vanagloriarse de poseerla por completo, cuando el círculo de los conocimientos
se ensancha sin cesar y cuando las ideas se rectifican todos los días? La verdad
absoluta es sólo patrimonio de los espíritus del orden más elevado, y la
humanidad terrestre no podía pretenderla, porque no le es dado el saberlo todo;
sólo puede aspirar a una verdad relativa y proporcionar a su adelantamiento. Si
Dios hubiese hecho de la posesión de la verdad absoluta la condición expresa de
la felicidad futura, este sería un decreto de proscripción general; mientras
que la caridad aun en su más alta acepción, puede ser practicada por todos. El
Espiritismo, de acuerdo con el Evangelio, admitiendo que puede uno salvarse,
cualquiera que sea su creencia, con tal que observe la ley de Dios, no dice:
"Fuera del Espiritismo no hay salvación"; y como no pretende enseñar
aún toda la verdad, tampoco dice: "Sin la verdad no hay salvación",
máxima que dividiría en vez de unir y perpetuaría el antagonismo.
Extraído del libro “El evangelio según el
espiritismo”
Allan Kardec
Allan Kardec
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