Imitación del
Evangelio.
Nota. – A nadie había comunicado el asunto del libro en que trabajaba, y ni el
propio editor, Mr. Didier, conoció el titulo hasta el momento mismo de la
impresión.
Éste fue, para la edición primera, Imitación del
Evangelio; más tarde, por las observaciones reiteradas de Mr. Didier y de algunas
otras personas, fue cambiado por el de EI Evangelio según el Espiritismo. Las
reflexiones contenidas en las comunicaciones siguientes, no podían ser, por lo
mismo, el resultado de las ideas preconcebidas del médium.
Pregunta. ¿Qué pensáis de la nueva obra en que trabajo?
Respuesta. Las doctrinas de ese libro obtendrán una
influencia considerable. Abordas con ellas cuestiones capitales que no
solamente darán al mundo religioso las máximas que le son necesarias, sino que
podrán servir a la vida práctica de las naciones de excelente código. Has hecho
bien en abordar las cuestiones de alta moral práctica desde el punto de vista
de los intereses generales, de los intereses sociales y de los intereses
religiosos. La duda debe ser destruida; la tierra y sus pobladores civilizados
están preparados para ello. Hace ya mucho tiempo que tus amigos de ultratumba
están preparando el terreno: esparce, pues. la semilla que te hemos confiado,
porque es llegado el momento de que la tierra gravite en el orden armónico que
reina en las esferas, que salga, en fin, de la penumbra y nebulosidades
intelectuales. Acaba tu obra y cuenta con la protección de tu guía y nuestro
guía, y con el concurso decidido de tus fieles amigos espirituales, entre
quienes tengo el placer de contarme.
Pregunta. ¿Qué dirá el clero?
Respuesta. El clero gritará herejía, porque atacas
irrebatiblemente las penas eternas y otros puntos sobre los cuales apoya su
influencia y su crédito; y gritará tanto más, cuanto que se sentirá muy de otro
modo conmovido que por la publicaci6n de EI Libro de los Espíritus, del que, a
todo rigor, podía aceptar los principales principios. Al presente vas a entrar
por un sendero en el que no te podrá seguir; y el anatema secreto se hará
oficial, y los espiritistas serán repelidos, como los judíos y los paganos, por
la Iglesia romana. Por el contrario, los espiritistas aumentarán en número en
razón de estas persecuciones, sobre todo viendo a los sacerdotes acusar de obra
exclusivamente demoníaca una doctrina en que la moralidad resplandecerá como un
rayo de sol, por la publicación misma de tu nuevo libro y de los que le
seguirán.
La hora se aproxima en que habrás abiertamente
de declarar lo que el Espiritismo es en sí y mostrar a todos dónde se encuentra
la verdadera doctrina predicada por el Cristo: la hora se aproxima, en que a la
faz del cielo y de la tierra, deberás proclamar al Espiritismo como la sola
tradición cristiana, la sola institución verdaderamente divina y humana. En tu
elección, los Espíritus reconocieron la solidez de tus convicciones, y que tu
fe, como un muro de bronce, resista todos los ataques.
Sin embargo, amigo, si tu valor no ha decaído en
la tarea que aceptaste, has de saber que se debe a que fuiste el primero en
beneficiarte con tu obra; pero ha llegado el momento de las dificultades. Si,
querido maestro; la gran batalla se avecina; el fanatismo y la intolerancia,
sublevados por el hecho de tu propaganda, van a disparar sobre ti y los tuyos
los dardos mis emponzoñados. Prepárate a la lucha. Yo fío en ti como tú fías en
nosotros, porque tu fe es de aquellas que transportan las montañas y hacen
caminar sobre las aguas. Valor, pues, y que se cumpla tu obra. Cuenta con
nosotros, y cuenta sobre todo con la grande alma del maestro, que te protege de
una manera muy particular.
Paris. 30 de septiembre de 1863
Nota. – Había yo solicitado una comunicación para mí
sobre un asunto cualquiera, y pedido queme fuera enviada a mi retiro de Sainte
Adresse.
No veo la necesidad de hablarte en Paris, mejor
que aquí, atendido a que mis voces íntimas se esparcen alrededor de ti y tu
cerebro percibe nuestras inspiraciones con una facilidad de que no puedes
dudar. Nuestra acción, sobre todo la del Espíritu de Verdad, es constante en
torno de ti, y de tal modo, que no puedes recusarla. No entraré, por lo tanto,
en ociosos detalles respecto al plan de tu obra, que siguiendo mis consejos
ocultos, has modificado casi completamente.
Ahora comprendes por que nosotros teníamos
necesidad de tenerte a mano, desligado de otra preocupación que la de la
doctrina. Una obra como la que elaboramos de común concierto, necesita
recogimiento y soledad. Yo sigo con vivo interés los progresos de tu trabajo,
que es un considerable paso de avance y abre al Espiritismo la larga vía de sus
aplicaciones útiles al bien de la sociedad. Con esta obra, el edificio empezado
a elevarse sobre sus cimientos, podrá dejar entrever su cúpula en el horizonte.
Continua, pues, sin impaciencias ni desmayos: el monumento estará concluido a
la hora dicha.
Nosotros te hemos hablado hasta el presente de
cuestiones accidentales o de momento, es decir, de cuestiones religiosas; el
Espíritu de Verdad te ha hablado de la rebelión en contra tuya que se originara
a la hora actual. Estas hostilidades previstas son necesarias para sostener la
atención de las personas que fácilmente caen en el abandono y se olvidan aun de
las cosas más serias. Los soldados que combaten por una causa, quieren juntarse
incesantemente a nuevos combatientes en que la palabra y los escritos hagan
sensación, y llevar el pavor y la confusión a las filas de los adversarios.
Adiós, querido compañero de otras veces,
discípulo fiel de la verdad, que continúas a través de la vida, la obra a la
cual he jurado en otros días, ante las manos del gran Espíritu que te ama y que
yo venero, consagrar mis fuerzas y mi existencia hasta que aquella haya
terminado. Salud a ti.
Observación. – El plan de la obra había sido, en efecto,
completamente modificado, lo que el médium seguramente no podía saber, puesto
que el se hallaba en París y yo en Sainte Adresse: a lo sumo, lo de que este
podía estar enterado era de que el Espíritu de Verdad me había hablado del
levantamiento en armas del obispo de Argel y otros. Todas estas circunstancias
eran bien a propósito para confirmarme la participación que los Espíritus
tomaban en mis trabajos.
Extraído del libro “OBRAS PÓSTUMAS”
Allan Kardec
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