“Mi padre y yo somos uno”


“Mi padre y yo somos uno”

Aquellos que afirman, o por lo menos creen, que Jesús y Dios son la

misma entidad se fundamentan sin duda, en las siguientes palabras del

Maestro: “Mi Padre y Yo somos Uno.”

Sin embargo, basándonos en esas palabras para afirmarnos en la creencia

de que Jesús es el propio Dios, seremos forzosa e inevitablemente compelidos

igualmente a equiparar al Maestro con los discípulos, al Cristo con los

Apóstoles, pues en el Evangelio según Juan (14:20) está escrito: “…estoy en

mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”.

No hay otra alternativa.

No hay diferencia entre las dos frases: “Mi Padre está en mi y Yo en Él”,

con la que se refiere Jesús a Dios, y la otra, “Vos estáis en mi y Yo en

vosotros”, con la que el mismo Jesús se refiere a los discípulos.

De hecho, Jesús siempre estuvo con Dios. Y Dios a su vez, siempre

estuvo con Jesús.

La voluntad de uno siempre fue la del otro.

Son uno por el pensamiento, dado a que todo cuanto el Cristo realizaba y

realiza aún es bajo la inspiración directa de Dios.

El alma purísima de Jesús, es el cristalino espejo en donde la voluntad del

Señor de los Mundos, se refleja soberana y misericordiosa.

Dios es el Padre y Jesús es el Hijo.

Dios es el Soberano Universal, Causa Primera de todas las cosas,

Inteligencia Suprema del Universo, como lo define el Espiritismo.

Jesús es su embajador en la Tierra.

Dios creó el Universo, que es la suma, la reunión, el conjunto de todos los

mundos, galaxias, constelaciones, sistemas planetarios.

Jesús, su enviado, presidió la formación del Orbe terrestre, de allí su

afirmación: “Soy el principio y el fin, Yo que os hablo.”

Y nosotros ampliamos en nombre de las luces de la Doctrina Espírita: de

todas las cosas terrestres.

Dice Emmanuel que el Cristo organizó el escenario de la vida, creando

bajo la supervisión de Dios, lo indispensable a la existencia de los seres del

porvenir.


En todas las referencias, Jesús siempre enseña que no es Dios.

Que no es el Omnipotente.

Que su voluntad está condicionada a la del Padre.

En conmovedora, sublime y constante demostración de obediencia y

comprensión filial, coloca siempre por encima de sí, el Poder de Dios.

Embajador Celeste, nada hizo en discordancia con la Voluntad del Padre,

quien lo envió en misión de Maestro, al globo terrestre.

La Sabiduría y el Amor del Padre, que lo hace descender desde las

infinitas regiones de Luz hasta las sombras del mundo, estuvieron siempre con

el Hijo.

En los pensamientos, en las palabras y en las actitudes.

Eran y son, por consiguiente, uno por el pensamiento, uno por el corazón,

uno por la inteligencia.

Tanto cuanto los discípulos, tocados por el ideal evangélico, (de quien era

Jesús, la personificación en la Tierra), eran también uno con el Maestro.

Los discípulos estaban con Jesús, cuanto Jesús estaba con los discípulos.

Nada más claro.

Nada más lógico.

Nada más simple.

Cuando un Embajador, un Ministro, un Cónsul, finalmente, sigue

invariablemente la orientación del gobierno que representa, aunque

representante y gobierno sean personas distintas, son uno por el pensamiento,

porque el uno ejecuta fielmente la voluntad del otro.

No hubo hasta hoy, en la Tierra, quien representase con tamaña fidelidad

el pensamiento de su representado, cuanto Jesús lo hizo con relación de Dios.

Basta meditar sobre esto: “Dios es Amor, Jesús es Amor.”

Dios gobierna el Universo, del que la Tierra es un minúsculo

departamento. Jesús es el mandatario del Padre en este mundo.

Pero son uno por el pensamiento.

Juan 10: 29 Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.
               30 Yo y el Padre somos uno.

3 comentarios:

  1. En Juan 10:30, Jesús dijo: “Yo y el Padre somos uno”. Muchas personas utilizan este versículo para justificar su creencia de que Jesús y el Padre forman parte de un Dios trino. Pero ¿es eso lo que Jesús quiso decir? son “uno” en el sentido de que tienen los mismos objetivos, normas y valores.

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  2. ¿Qué significa “yo y el Padre somos uno” en boca de Jesús?

    Distintas personas, un solo ser…
    “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10, 30).
    Hace falta ser un lector verdaderamente atento de la Biblia para fijarse en esta frase y darse cuenta de que su comprensión plantea algún problema.

    En realidad, se trata de un ejemplo de lo problemáticas que pueden resultar las traducciones, pues resulta imposible trasladar de un idioma a otro todo el significado de las palabras.

    Desconocemos las exactas palabras empleadas en el arameo original. En realidad, desconocemos incluso si el idioma empleado fue el arameo.

    No se puede descartar la posibilidad –por matices específicos de la lengua- de que alguno de los diálogos de Jesús con los doctores de la ley fuera en griego, pues quizás estos no querían que los entendiera el vulgo de Jerusalén (en Galilea hubieran entendido más), y Jesús aprovechó el griego para matizar más sus respuestas, pues este idioma permitía más precisión que el arameo.

    Lo único cierto es que san Juan escribió su evangelio en griego, y a este texto nos tenemos que atener. Si pasamos el griego a latín, se conserva bien el significado; por eso, las referencias las haremos sobre el latín, una lengua más cercana a nosotros y escrita con las mismas letras.

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  3. En nuestra lengua hay dos géneros: masculino y femenino. En griego y latín hay tres: masculino, femenino y neutro (esto se conserva en algún idioma moderno, como el alemán).

    En castellano solo quedan del neutro algunos residuos, como por ejemplo del pronombre “ese” (masculino), “esa” (femenino) y “eso” (neutro). Por desgracia para nuestro caso, no existe esa distinción con el término “uno”.

    En latín este versículo es Ego et Pater unum sumus. Unum está en neutro, lo cual hace que no pueda significar que “somos una misma persona” (el término entonces sería unus, en masculino), sino que en rigor habría que traducir “una misma cosa”.

    Esta es la traducción habitual “apañada” para una frase de este tipo, pero no se utiliza porque no queda bien aplicar a Dios que es “una cosa” (alguna versión, de todas formas, la utiliza). Por eso lo más habitual es traducir “somos uno”, sin más.

    Pero, claro, pierde significado.

    Es una frase importante, muy utilizada en teología trinitaria. El motivo es que condensa en pocas palabras la distinción de personas y la unidad en el ser.



    https://es.aleteia.org/2014/02/10/que-significa-yo-y-el-padre-somos-unoen-boca-de-jesus/

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