Cristo y nosotros


Cristo y nosotros



 “Vivía en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor llamó en una visión: “¡Ananías!” El respondió: “Aquí estoy, Señor.” (Actos, 9:10)

Los hombres esperan por Jesús y Jesús espera igualmente por los hombres. Nadie crea que el mundo logre redimirse, sin almas redimidas.

El Maestro, para extender la sublimidad de su programa salvador, pide brazos humanos que lo realicen e intensifiquen.

Inició el apostolado, buscando el concurso de Pedro y Andrés, formando, en seguida, una asamblea de doce compañeros para hacer frente al servicio de regeneración planetaria. Y, desde el primer día de la Buena Nueva, invita, insiste y apela, junto a las almas, para que se conviertan en instrumentos de su Divina Voluntad, dándonos a percibir que la redención procede de lo Alto, pero no se concretizará entre las criaturas sin la colaboración activa de los corazones de buena voluntad.

Aún cuando surge, personalmente, buscando alguien para su siembra de luz, como ocurrió en la conversión de Pablo, el Maestro no dispensa la cooperación de los servidores encarnados. Luego de visitar al doctor de Tarso, directamente, busca a Ananías, enviándolo en auxilio del nuevo discípulo.

¿Por qué razón Jesús se preocupó en acompañar al recién convertido, asistiéndolo en persona? Es que, si la Humanidad no puede iluminarse y progresar sin el Cristo, el Cristo no dispensa a los hombres en la obra de levantamiento y de sublimación del mundo.

Id y pregonad.

Es que os mando.

Resplandezca vuestra luz delante de los hombres.

La Mies es realmente grande, pero pocos son los segadores.

Semejantes afirmativas del Señor prueban la importancia dada por Él a la contribución humana. Amemos y trabajemos, purificando y sirviendo siempre. Dónde estuviere un seguidor del Evangelio allí se encuentra un mensajero del Amigo Celestial para la obra incesante del bien.

Cristianismo significa Cristo en nosotros.

Espíritu Emmanuel
Médium Francisco Cándido Xavier


PROPOSITO EDUCATIVO
P-27122015
REVISADO 2021

2 comentarios:

  1. Cristo (del latín Christus, y este del griego antiguo Χριστός, Christós)​ es una traducción del término hebreo «Mesías» (מָשִׁיחַ, Māšîaḥ), que significa «ungido», y que se emplea como título o epíteto de Jesús de Nazaret en el Nuevo Testamento.3​ En el cristianismo, Cristo se utiliza como sinónimo de Jesús.

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  2. Los Concilios siguientes han continuado precisando la doctrina:

    El Concilio de Éfeso (año 431), definió que el Cristo histórico es al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre, y como consecuencia necesaria, María es madre de Dios.

    El Concilio de Calcedonia (año 451), precisó y formuló la existencia de las dos naturalezas divina y humana en la Persona única de Cristo.

    En el Segundo Concilio de Constantinopla (año 553), quedó precisada la unión de las naturalezas divina y humana insistiendo en la unicidad de la Persona de Cristo.

    El Tercer Concilio de Constantinopla (años 680-681), proclamó la existencia en Cristo de dos voluntades, la humana y la divina.

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