PARÁBOLA
DE LA HIGUERA EN GERMINACIÓN
“Aprended
del ejemplo de la higuera. Cuando sus ramas se ponen tiernas y echan hojas,
conocéis que el verano se acerca. Así también vosotros, cuando veáis todo esto,
sabed que él (El Hijo del Hombre) ya está cerca, a las puertas.”
(Mateo,
XXIV, 32-34 – Marcos, XII, 28-30 – Lucas, XXI, 29-32).
La
higuera era, en Palestina, uno de los árboles más valiosos. Al lado del trigo,
de la cebada, del centeno, del olivo, del almendro, del bálsamo y de la mirra,
los higos eran uno de los productos más importantes. Este árbol, aunque no es
de hoja perenne, al aproximarse el verano los brotes de sus hojas comienzan a
aparecer, caracterizando así el cambio de estación. Para señalar bien el
período de la transformación del mundo, que precedería a su venida, Jesús lo comparó
al período que existe entre la primavera y el verano, cuyas señales son
descritas en el capítulo XXIV del Evangelio de Mateo, así como la entrada del
verano es señalada por los brotes de la higuera. Y ese Sermón Profético se ha cumplido en toda
línea. Comenzando por el derrocamiento de los tiempos, el mundo ha pasado por
todas las tribulaciones – peste, hambre, guerras, terremotos, maremotos;
dolores y sufrimientos de todas las clases. Estos brotes de hojas de la
“higuera-mundo”, después de transformarse en vastos ramajes y deliciosos higos,
servirán para la preparación de la Humanidad, a fin de, estando más apta,
recibir las instrucciones de Cristo, no exteriormente, sino en espíritu y
verdad, grabando en su alma esos talentos con los que rescatará su pasado y
conquistará su futuro. Esta Parábola de la Higuera es, pues, una exhortación a
la vigilancia y a la observación de las señales de los tiempos, porque el Hijo
del Hombre vendrá en el momento en que nadie lo espera. En el capítulo Señales
de los Tiempos, el lector se enterará mejor del significado de esta
Parábola.
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