PARÁBOLA DE LOS SIERVOS  BUENOS Y MALOS


PARÁBOLA DE LOS SIERVOS  BUENOS Y MALOS






“¿Quién es, entonces, el administrador fiel y prudente, para que dé a la servidumbre la comida a su hora? Dichoso ese criado si, al llegar su amo, lo encuentra cumpliendo con su deber. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si ese criado, pensando que su amo va a tardar en venir, se pone a maltratar a los demás criados y criadas y a comer y beber hasta emborracharse, su amo vendrá el día y la hora que él menos lo espere, lo castigará severamente y lo pondrá en la calle, donde se pone a los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no lo hace será severamente castigado. Pero el que no lo sabe, si hace algo que merece castigo, será castigado con menos severidad. Al que mucho se le da, mucho se le reclamará; y al que mucho se le confía, más se le pedirá.”



(Mateo, XXIV, 45-51 – Lucas, XII, 42-48).





Esta enseñanza, que constituye el verdadero mandamiento para el “siervo vigilante”, deja ver bien claro a los ojos de todos, cuales son los siervos buenos y cuales son los siervos malos que trabajan en la Siembra Divina. No son los que viven de la Religión, comiendo y bebiendo, los que se destacan como obreros del Bien y de la Verdad. No son los que repudian, condenan y excomulgan a sus semejantes, los que el Señor escogió como sus verdaderos siervos, sino los que son fieles a su Palabra y prudentes en el cumplimiento de sus deberes. Quien sólo trabaja por el dinero, no puede interpretar el pensamiento íntimo del Maestro; no puede, por eso, ser sabio, prudente y fiel. El buen siervo sólo cumple los deseos y la voluntad de su señor; el siervo malo hace lo que le place. Aquél trabaja para cumplir con sus deberes; este, por vil interés y para satisfacer deseos ilícitos.

Se da también la circunstancia de que los buenos siervos trabajan siempre, trabajan sin cesar, pues saben que el trabajador de la última hora no es el que llega el último, sino el que trabaja hasta última hora, y no regatea esfuerzos para que todos los bienes que le fueron concedidos sean puestos en acción, estén en movimiento para vencer intereses. Lo que nos fue confiado, no lo fue para ser enterrado o guardado, como ocurre con el “talento” entregado al mal operario, sin embargo, lo fue para ser aprovechado por nosotros y por nuestros semejantes. Por eso, cada uno es responsable de lo que le han dado; a quien mucho se le ha dado, mucho se le pedirá; a quien poco se le ha dado, poco se le pedirá. Todas las parábolas de Jesús son exhortaciones, convites, consejos, mandamientos para la observación de sus enseñanzas, libres de los injertos humanos y de los preceptos y mandamientos de las iglesias de piedra. El Día del Señor es siempre Hoy, y su Palabra está siempre guiando y enseñando a los que a Él se unen con buena voluntad para aprender sus inestimables lecciones. El que dijera, pues, “mi señor tarda en venir”, no es un Hombre-Espíritu, sino un ser animal que aún no puede sobrepasar las barreras que separan el instinto de la inteligencia, la vida del cuerpo, de la vida del alma. El Reino del Mundo, del Reino de Dios. Finalmente, los siervos buenos se distinguen de los siervos malos como se distinguen las naranjas, por su dulzor.  

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