Oraciones
inteligibles
16. Pues si yo no entendiere el valor de la voz, seré
bárbaro para aquél a quien hablo: y el que habla, lo será para mí. "Porque
si orare en una lengua que no entienda, mi espíritu ora, mas mi mente queda sin
fruto". - Mas si alabares a Dios con el espíritu, el que ocupa lugar del
simple pueblo, ¿cómo dirán "Amén" sobre tu bendición, "puesto
que no entiende lo que tú dices?" - Verdad es que tú das bien las gracias,
"mas el otro no es edificado". (San Pablo, Epístola 1ª a los Corint.,
capítulo XIV, v. 11, 14, 16 y 17).
17. La oración sólo tiene valor por el pensamiento que se
une a ella, y es imposible unir el pensamiento a lo que no se comprende, por
qué lo que no se comprende no puede conmover al corazón. Para la inmensa
mayoría, las oraciones en un lenguaje incomprensible sólo son un conjunto de
palabras que nada dicen al espíritu. Para que la oración conmueva, es preciso
que cada palabra despierte una idea, y si no se comprende no puede despertar
ninguna. Se repite como una simple fórmula, suponiéndole más o menos virtud
según el número de veces que se repite; muchos oran por el deber y otros por
conformarse con los usos; por esto creen haber cumplido su deber cuando han
dicho una oración número de veces determinado, siguiendo tal o cual orden. Dios
lee en el fondo del corazón y ve el pensamiento y la sinceridad; sería
rebajarle creerle más sensible a la forma que al fondo. (Cap. XXVIII, número
2).
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
Allan Kardec
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