El, PARAISO PERDIDO
22. —Lo que es una dificultad insuperable para la
teología, el Espiritismo lo esplica sin dificultad alguna,
y de un modo racional por la anterioridad del alma y
la pluralidad de las existencias; ley sin la cual todo es
misterioso y anómalo en la vida del hombre. En efec
to, concedamos que Adam y Eva habiar vivido ante
riormente, y todo quedará justificado. Dios no les ha
bla ya como á niños, sinó como á seres en estado de
comprender, y que le comprenden; lo cual seria una
prueba evidente de que yá sabian de antemano muchas
cosas. Admitamos, además, que hayan vivido en un
mundo más adelantado y ménr.s material que el nues
tro, donde el trabajo del Espíritu suplía al trabajo
corporal; que por su rebelion contra la lev de Dios,
figurada por la desobediencia, hayan sido expulsados
de él y relegados por castigo á la tierra, donde el hom
bre, á .consecuencia de la naturaleza del globo , está
obligado al trabajo corporal; Dios en estas circunstan
cias podría decirles con razon: En el mundo donde
vais á vivir en lo sucesivo, «cultivareis la tierra y sa
careis de ella vuestro alimento con el sudor de vuestra
frente.» Y á la muger: «parirás con dolores,» porque
tal es la condicion de ese mundo. Capítulo XI, nú
meros 31 y siguientes.
El paraiso terrestre, cuyos rastros se han buscado
inútilmente en la tierra, seria en este caso la figura
del mundo feliz donde había vivido Adam, 6 más bien
la raza de Espíritus en él personificada. La expulsion
del paraiso marca el momento en que estos Espíritus
han venido á encarnarse entre los habitantes de este
mundo, y el cámbio de situacion que ha sido la con
secuencia. El ángel armado con una espada flamígera
que prohibe y defiende la entrada del paraiso, simboli
za la imposibilidad en que están los Espíritus de los
mundos inferiores de penetrar en los superiores antes
de haberlo merecido por su purificacion. (Véanse en
el capítulo subsecuente, los párrafos 9 y siguientes.)
23. —Cain (despues del asesinato de Abel) respon
dió al Señor:
«Mi iniquidad es muy grande para merecer el perdon.
—Hé aquí me hechas hoy de la haz de la tierra, y me es
conderé de tu presencia, y seré vagamundo y fujitivo en la
tierra: por lo que todo el que me hallare, me matará.—
Y dijole el Señor: No será así; antes bien todo el que ma
tare á Cain, siete veces sera castigado. Y puso el Señor A
Cain una señal, para que no le matase todo el que lo ha
llase.
Y luego que salió Cain, de la presencia del Señor, ha
bitó fugitivo en la tierra hacia el lado oriental del Eden.
—Y conoció Cain á su muger, la cual concibió y parió a
Henoch; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de ella
del nombre de su hijo, Henoch (Henochia,) (Gen. Cap.
IV. ver. 13-17.)
Extraído del libro “EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
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