2 LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

2 LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO


Esclarecida, pues, la naturaleza de la muerte de Lázaro: muerte psíquica, busquemos conocer el factor indispensable de esa muerte y sus causas.
La muerte psíquica – no encontramos otra expresión más adecuada –, es ocasionada siempre por una modificación molecular que impide temporalmente las transmisiones de relación que existe entre el cuerpo y el Espíritu. Una gran super-excitación, o preocupación del Espíritu, interrumpe esas relaciones, más o menos como ocurre en el momento del sueño. En este caso el Espíritu no piensa más en el cuerpo y se produce la insensibilidad. Vemos también ciertos casos en los cuales, incluso en vigilia, ignoramos lo que pasa en nuestro cuerpo. En el ardor del combate el militar no sabe si está herido. La muerte psíquica es, pues, una exteriorización del Espíritu, exteriorización esa de grados variados, que va desde la simple sugestión al desdoblamiento de la personalidad. En esos casos, el individuo es siempre un individuo psíquico, cuya facultad debe ser bien empleada y desarrollada para que no haya perjuicio colectivo. Lázaro, miembro principal de aquella familia de Betania, y que tenía cierta afinidad con Jesús, no podía dejar de ser un individuo psíquico, pero que no practicaba sus facultades y vivía ajeno a las cosas espirituales. El Evangelio no nos habla de ese hombre sino cuando narra su resurrección, lo que quiere decir que él era como si no existiese, era un muerto que vivía allí tratando de otras cosas, extrañas a las que ennoblecen el alma y exaltan el corazón. Su materialidad se mostró tan acentuada que llegó a morir, aunque no hubiese separación entre el alma y el cuerpo. Y así permaneció cuatro días, y más habría permanecido si Jesús no hubiera venido a resucitarlo, pues su “muerte aparente” tomó aspectos tan nítidos de una “muerte real” que llegaron a llevarlo a la tumba, lo que hizo a su hermana Marta pensar que “ya olía mal”. La muerte psíquica se puede, pues, traducir como desaparición del Espíritu, así como la muerte física es la desaparición del cuerpo. Con la resurrección se realizó el “milagro” de la aparición, del resurgimiento del Espíritu en el cuerpo y, consecuentemente la resurrección – reaparición del cuerpo –, después de haber sido movida la piedra y dada la orden necesaria por Jesús para que Lázaro saliese de la tumba.
Encarando la cuestión por el lado científico, observamos una bella cura de catalepsia realizada con la ayuda del magnetismo, del que Jesús era el mayor de todos los representantes. Además, en todas sus curas no utilizaba otro proceso. Quien eche un vistazo sobre las curas realizadas por el Gran Maestro, verá que ningún otro proceso fue empleado por Él, si no la imposición de manos y la Palabra; al paralítico Él le dijo: “Toma tu camilla y anda”; al ciego le dijo: “Ve”; al sordo, “Oye”, y así sucesivamente. ¿La Ciencia de hoy está más adelantada que la de hace 2000 años atrás, principalmente la Medicina? ¡Apostamos que incluso con la ayuda de los sueros y de las transfusiones, los grandes médicos de nuestro país y del extranjero no son capaces de resucitar a los Lázaros que caminan todos los días hacia las tumbas!

Extraído del libro
https://espiritismo.es/Descargas/libros/Parabolas_de_Jesus.pdf

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