VIDA Y DESTINO

VIDA Y DESTINO 


“Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entra por mí se salvará; entrará y saldrá y encontrará pastos. El ladrón sólo entra para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.”

(Juan, X, 8-10).


La vida es una lucha tenaz, un caminar incesante para la realización del destino. El destino es la luz que, cuanto más nos aproximamos a ella, más ilumina y resalta los horizontes de la vida. La vida material tiene el naciente y el ocaso: nace con las caricias promisorias de la aurora; muere oculta en las tinieblas de la noche. ¡Y la vida nace y renace tantas veces como las arenas del mar y los átomos del aire! En la Tierra imperan las alternativas: el día extiende su luminoso lienzo de gasa, iluminando, a los ojos humanos, las bellezas de la Naturaleza; la noche nubla las alegrías y las esperanzas con su manto tenebroso. En lo alto brillan las estrellas, pero aumentan las nubes; ahora, el aire derrama fluidos en los pétalos de las rosas y de los jazmines, perfumando la atmósfera; ahora, resuenan los rayos concentrando la savia de las plantas en el tallo trémulo de terror. En las fases tan diversas de la vida terrestre, a la pureza del alma suceden las pasiones malsanas, y, a estas, la enfermedad y la vejez abrumadora. Mientras rubios niños corren y saltan en los prados aterciopelados de musgos y sombreados por la arboleda, y los jóvenes fascinados por las grandezas y dominados por la sensualidad se internan en los lodazales, los viejos y desvalidos curvados por el peso de los años y de los dolores, caminan hacia la tumba con la esperanza del renacimiento.

En la alegría y en la tristeza, en la abundancia y en la miseria, en la vejez y en la juventud, en la salud y en la enfermedad, en la sabiduría y en la ignorancia, en la vida y en la muerte, el Espíritu puede detener su marcha ascensional hacia la Verdad, pero no se libra de su destino. En las laderas de las montañas también surgen claridades y descienden chispas luminosas. La luz del destino proyecta auroras desde el nacimiento hasta la muerte y resalta, en su plenitud, los horizontes de la Vida Eterna. Tengamos fe: la vida es una lucha tenaz para la conquista de la perfección; el destino es grandioso y crea promisorias felicidades. ¡Todo camina hacia la luz! En el camino recorrido por Cristo, brillan las verdades precursoras del destino; Él es la luz que alumbra a los hombres el derrotero de la perfección; en él está la Vida de todas las grandes almas; Él es el Camino, la Verdad y la Vida; Él nos guía hacia el destino y el destino es la Vida Eterna, donde reinan las más eternas felicidades. Tengamos fe y caminemos con la Luz de la Vida por el camino trazado por Jesús; Buen Pastor, Él quiere que tengamos vida, y nos la da en abundancia.


Extraído del libro
https://espiritismo.es/Descargas/libros/Parabolas_de_Jesus.pdf

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