Los evangelistas, en su papel de cronistas narradores de la historia de Jesús, no fueron, salvo Juan, testigos directos de los hechos milagrosos narrados. Sin embargo todos los evangelistas pretendieron agrandar la figura del Maestro, que ya era suficientemente grande por si misma , sin necesidad de las exageraciones de sus entusiastas seguidores, tal como lo era el relato de ciertos milagros que cuentan que obró Jesús, planteados como hechos extraordinarios, maravillosos y sobrenaturales, porque se habían producido por encima de cualquier norma natural establecida. Con su ardiente fe, entusiasmo y deseos de engrandecer más al “Maestro”, los relatos sobre su vida y obras lo han mitificado en exceso.
Hay que dejar muy claro que Jesús durante toda su misión en este mundo, NO alteró ni transgredió ninguna Ley Natural.
En ningún lugar de los evangelios Jesús afirma que Él es Dios, pero lo que sí que afirmó es que Él era hijo de Dios, al que llamaba Padre, y para mostrarnos la gran afinidad y Amor que le unía al Padre Celestial, también afirmó que quien lo veía a Él, veía a su Padre.
Muchos de los “milagros” atribuidos a Jesús de Nazaret, tienen una explicación desde un enfoque de conocimiento parapsicológico y espírita. Así por ejemplo, cuando se le vio caminar sobre las aguas, en efecto era Él, pero no con su cuerpo carnal sólido y pesado, sino en su cuerpo astral, ligero y vaporoso, pues por ley física natural, el cuerpo sólido y pesado de una persona de pie sobre el agua, se hunde de inmediato, por mucha densidad salina que tenga este agua.
Igualmente todas las “apariciones” de Jesús que tras su muerte testifican los evangelistas, no son sino eso: apariciones de Jesús en su cuerpo espiritual materializado, pero no con el cuerpo físico que naturalmente abandonó con la muerte. En este sentido sí es cierto que protagonizó todos los milagros que cuentan los evangelios así como otros muchos que no se relatan, porque Jesús no tenía interés alguno de que su presencia en este mundo pasase a la historia como siendo un gran taumaturgo o “milagrero” y una mayor abundancia de atención a estos hechos hubiese entorpecido aún más si cabe, la comprensión de su verdadera misión que era de carácter puramente doctrinal y moral.
Precisamente por ser Todopoderoso, Dios se manifiesta mediante unas leyes justas, sabias y perfectas , como reflejo y consecuencia de Él mismo, por lo que toda Su Obra es Perfecta y eterna, no necesitando ni pudiendo ser modificada.
Dicho esto, no cabe en ninguna mente racional la concepción de un Dios que se enmienda caprichosamente a Si mismo en Su Obra, o que lo hace solamente para demostrar al orgulloso Ser humano, lo poderoso y superior que le es, esto lo acreditaría como un Dios más orgulloso que el propio ser humano, con lo que creer esta falacia supondría atribuir a Dios una connotación negativa por un defecto moral que contradeciría su infinita Perfección. Un Ser con algún defecto moral sería un Ser imperfecto y por tanto no podría ser Dios.
Los “cronistas evangélicos “ a los que arriba aludía, admirados por los fenómenos extraños pero naturales que protagonizó el Maestro y que no comprendían, exageraron los relatos tal como el de la presunta “resurección” de Lázaro, a la que para añadir más mérito y mayor asombro, describen el estado del cadáver como en proceso de descomposición , afirmando que “ya olía”. De este modo resaltaban que Jesús no era un hombre como los demás hombres – y desde luego que no lo era- ; pero tampoco comprendieron quien fue realmente. Por eso, primero lo exaltan como “el Hijo único de Dios”, y más tarde como Dios mismo, pues solamente el mismísimo Dios podría hacer aquellos prodigios. La realidad de este episodio debió de ser que Lázaro estaba en estado de catalepsia o muerte aparente, y Jesús con su gran poder magnético lo devolvió al estado normal; el detalle de los días transcurridos y de que ya olía, no pasan de ser exageraciones del relator evangelista para exaltar más aún aquel extraordinario episodio.
Los “cronistas evangélicos “ a los que arriba aludía, admirados por los fenómenos extraños pero naturales que protagonizó el Maestro y que no comprendían, exageraron los relatos tal como el de la presunta “resurección” de Lázaro, a la que para añadir más mérito y mayor asombro, describen el estado del cadáver como en proceso de descomposición , afirmando que “ya olía”. De este modo resaltaban que Jesús no era un hombre como los demás hombres – y desde luego que no lo era- ; pero tampoco comprendieron quien fue realmente. Por eso, primero lo exaltan como “el Hijo único de Dios”, y más tarde como Dios mismo, pues solamente el mismísimo Dios podría hacer aquellos prodigios. La realidad de este episodio debió de ser que Lázaro estaba en estado de catalepsia o muerte aparente, y Jesús con su gran poder magnético lo devolvió al estado normal; el detalle de los días transcurridos y de que ya olía, no pasan de ser exageraciones del relator evangelista para exaltar más aún aquel extraordinario episodio.
En el Evangelio de S.Juan, cap. 11, se puede comprobar que cuando avisan a Jesús para que fuese a curar a Lázaro, él les contesta que “esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios”, y mas adelante añade: “nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo”. Es de resaltar este detalle: dice que va a despertarlo porque duerme, pero en ningún momento dice que va a resucitarlo porque está muerto.
En el caso de la resurección de la hija de Jairo, Jesús nuevamente afirma que solo duerme, tal como se puede comprobar en el Evangelio de Mateo 18-26, y añade: “no lloréis, no ha muerto: está dormida.”. Aquí tenemos la misma explicación y evidencia que en la “resurección” de Lázaro.
Otro indicio que nos sugiere que cuando Jesús habló de resurección, no se refería a la del cuerpo, sino a la del alma, lo encontramos en el Evangelio de S.Marcos cap. 12, cuando los Saduceos plantean a Jesús el problema de la resurección en el matrimonio de personas que se casaron varias veces por haber enviudado, preguntándole quién sería de todos el cónyuge después de la resurección, Jesús contesta que “en la resurección, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido, sino que serán como ángeles en el Cielo”, o sea espíritus sin cuerpo físico.
Otro tipo de milagros, como el de la multiplicación de panes y peces, o el del vino en la boda de Canaan, etc, se explican modernamente por el conocimiento del fenómeno constatado por la Parapsicología y el Espiritismo de los “Aportes”; o al igual que el milagro de andar sobre las aguas, se comprende solamente como la manifestación de Jesús en su cuerpo espiritual, que caminaba sobre las aguas y no se hundía. Otra vez se dejó ver a sus discípulos durante el episodio de la “pesca milagrosa” mientras que su cuerpo físico dormía fuera del lugar del “prodigio”. Cualquier parapsicólogo hoy en día conoce el fenómeno de los “desdoblamientos astrales” o de la "bilocación" que pueden explicar lo que sucedió en el episodio de la citada pesca milagrosa, así como también el citado fenómeno de “aportes”, aunque todavía se haya encontrado una explicación racional al mecanismo de cómo suceden los mismos.
Si no conociésemos Sus leyes, Dios nos podría parecer a veces injusto, o que no existe, porque creeríamos que todo sucede según el azar o la suerte, pero a poco que las conozcamos, deberemos transitar por la senda del Amor que es la principal Ley moral . Así vamos comprendiendo los engranajes de la Justicia Divina y como es necesario aceptar siempre Su Voluntad, que no siempre coincidirá con nuestra voluntad humana o con nuestros intereses..
No esperemos milagros a capricho o a medida del Ser humano, como si de maravillosos juegos de magia se tratasen. Si somos así de ingenuos, no tardaremos en desengañarnos del dios de nuestra particular creencia, que nada tiene que ver con el auténtico Dios Universal, tan desconocido aún a pesar de que nos acompaña siempre interiormente..
Dios es inmutable y no cambia el orden natural de las cosas al gusto particular de cada uno, y lo que desde una óptica humana puede parecer un mal, este viene impuesto por unas leyes perfectas y justas establecidas y ese aparente mal puede ser necesario para acceder a un verdadero bien espiritual.
- Jose Luis Martín-
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“Hay milagros y milagros. En tu país se considera un milagro el que Dios haga la voluntad de alguien. Entre nosotros se considera un milagro el que alguien haga la voluntad de Dios”.
Anthony de Mello (¿Quién puede hacer que amanezca?)
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