LA CENA DE PASCUA 2
Ángel quiere decir espíritu mensajero de Dios. Y ¿no son estos los que vienen a recordarnos la Palabra Divina y a abrir ante nuestros ojos las puertas de la Inmortalidad? Jesucristo, encarnando la palabra de Dios, el Verbo, dijo que ella es Pan; David profetizando sobre la distribución del Pan a los hombres, afirmó que esa tarea estaba a cargo de los Ángeles. He aquí lo característico bien destacado de nuestra Doctrina, facsímile de la Pura Doctrina de Jesús, es decir, la misma Doctrina de Jesús: “ser pan, y ser repartida por Ángeles”. El Pan de la Vida, que es el Pan del Cielo, no puede ser suministrado por los hombres, tengan ellos el título que tuvieren, aunque se revistan de todas las apariencias sugestivas para atraer a las almas. Continuemos, entretanto, examinando si esta afirmación es o no la verdad sagrada. ¿Cuál fue el primer Pan espiritual que la Biblia nos dice haber sido dado a los israelitas? - Los diez mandamientos, es decir, el Decálogo, escritos en las Tablas de la Ley. ¿Quién los escribió? - ¿Moisés? ¡No! El texto dice que Moisés subió al Sinaí y Jehová, uno de los Espíritus Guías de Israel, fue quien los escribió por intermedio de la mediumnidad de Moisés. ¿Quién hizo a David y a Isaías escribir? ¿Quién hizo mover los labios de Malaquías, de jeremías, de Ezequiel y de Daniel? ¿No fueron los Ángeles, los Espíritus, según se lee en los propios textos de estos libros encerrados en la Biblia? ¿Quién anunció a María el nacimiento del Mesías, y, por tanto, la materialización del Verbo de Dios? ¿No fue un Espíritu llamado Gabriel? ¿Quién habló a través de Esteban y anunció a través de Ágapo cosas que iban a suceder, y, de hecho, sucedieron? ¿No fueron los Espíritus? ¿Qué hombre en la Tierra se puede creer con autoridad para hablar de las cosas del Cielo? Hombre, uno sólo, Jesús, porque en él
había encarnado el Verbo de Dios y él era el Pan, podía darse incluso a todos; pero desde que el mundo existe, no consta en las páginas de la Historia que otro hombre lo igualase. - Los Apóstoles – podría decir alguien. Pero los Apóstoles no fueron Apóstoles mientras no recibieron el Espíritu en el Cenáculo. Todo el pan que ellos distribuyeron, durante su permanencia en la Tierra, fue manipulado por los Ángeles, por los Espíritus de Dios, que después de la explosión de Pentecostés nunca los dejaron. Fue en este día cuando ellos recibieron el “bautismo” y fue en ese día cuando quedaron “bautizados”, porque “estar bautizado” es estar envuelto, es estar inmerso en los fluidos vivificadores de los Espíritus Santos. Y si así no es, ¿cuáles fueron las obras que ellos practicaron, cuál Doctrina predicaron antes de recibir el espíritu, en el Cenáculo? El hombre que, en un momento tranquilo de meditación, echa la vista al pasado, verá asombrado las transformaciones profundas, maravillosas incluso, realizadas sin que él se haya dado cuenta. Y si mirase para la vida del mundo, se maravillaría al ver cómo día a día, minuto a minuto, el tiempo, supremo devastador, viene destruyendo las más básicas teorías, las más incontestables ideas, los más sólidos monumentos, las más inatacables fortalezas levantadas por la voluntad humana. Pero la Palabra de Jesús fue y será inalcanzable; la Palabra de Jesús no pasó: es permanente, eterna, inmutable. Así está escrito y así se ha de cumplir. Ella es indispensable para la evolución de la Humanidad y ha de realizar, sin duda alguna, su misión providencial, liberadora, reformando todas las instituciones decrépitas y alimentando, como Pan que es, a todos los hombres que, en busca de nuevos estados de libertad, buscan su espíritu vivificante. La Lección de la Cena y del Lavapies es la Lección del Amor, de la Humildad, para la adquisición de las glorias futuras.
Extraído del libro
https://espiritismo.es/Descargas/libros/Parabolas_de_Jesus.pdf
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