“Hacia las tres de la madrugada se dirigió a ellos andando sobre el lago. Los discípulos, al verlo caminar sobre el lago, se asustaron y decían: ¡Es un fantasma! Y se pusieron a gritar llenos de miedo. Jesús les dijo: Tranquilizaos. Soy yo, no tengáis miedo. Pedro le respondió: Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas. Él dijo: Ven. Pedro saltó de la barca y fue hacia Jesús andando sobre las aguas. Pero, al ver la fuerza del viento, se asustó y, como empezaba a hundirse, gritó: ¡Sálvame, Señor! Jesús le tendió la mano, lo agarró y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Cuando subieron a la barca, el viento se calmó. Y los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.”
(Mateo, XIV, 25-33).
La vida de Jesús y sus hechos son verdaderamente maravillosos. Su poder dominaba todos los elementos; su sabiduría conocía todos los misterios; por eso su acción era prodigiosa. Médium Divino que resumió todos los dones y conversaba con todos los grandes Profetas del Más Allá que lo seguían en su Misión y lo auxiliaban, Él camina sobre las aguas de acuerdo con la ley de la levitación de los cuerpos que el Espiritismo enseña y explica actualmente. Sus discípulos, viéndolo caminar sobre las aguas, y como era de noche, no lo conocieron, no lo distinguieron, creyendo que se trataba de la aparición de algún Espíritu, hecho que parece, habían observado ya varias veces, dado el temor que les sobrevino y su exclamación: “¡Es un fantasma”! Después de que el Maestro se diera a conocer, se tranquilizaron y Pedro le suplicó permiso para ir a su encuentro “por encima de las aguas”. Accediendo Jesús, Pedro sale de la barca envuelto en los fluidos de su Maestro, y también auxiliado en la levitación por los Espíritus que acompañaban a Jesús, hasta que, vacilando, es decir, perdiendo la fe, perdió el auxilio superior y se fue sumergiendo. Reconociendo, lleno de temor, el desamparo divino, llama nuevamente a Jesús, siendo amparado por este; al contacto con el Nazareno, le vuelve la fe, y fue transportado hacia la barca en compañía del Maestro. Ese hecho maravilló tanto a los que estaban en la barca, que adoraron a Jesús diciendo: “¡Verdaderamente eres el Hijo de Dios!”
LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
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