Los Cometas. 2
30. —La ley de la variedad se aplica en tan ámplia escala á
los productos de la naturaleza, que se pregunta uno cómo los naturalistas,
astrónomos ó filósofos, han ideado tantos sistemas para asimilar los cos metas
á los astros planetarios, y para no ver en ello sino astros en un grado más ó
ménos avanzado de desarrollo ó de
caducidad. Los cuadros de la naturaleza debian sin embargo ser muy suficientes
para apartar al observador del cuidado de buscar relaciones que no existen ,
dejando á los cometas ei papel modesto, pero útil, de astros errantes, que
sirven de ilustradores para los imperios solares. Porque los cuerpos celestes
de que se trata son distintos de los cuerpos planetarios, no tienen como ellos
el destino de servir de morada á las humanidades; van sucesivamente de unos
soles á otros, enriqueciéndose unas veces al paso con fragmentos planetarios
reducidos á estado de gases, á tomar de sus focos los principios vivificantes y
renovadores que deponen en los mundos terrestres.
31. —Si cuando uno de estos astros se acerca á nuestro
pequeño globo para atravesar la órbita y volver á su apogeo situado á una
distancia inconmensurable del sol, le siguiéramos con el pensamiento, para
visitar con él las regiones siderales, franquearíamos esa extension prodigiosa
de materias etéreas, que separa al sol de las estrellas más próximas, y
observando los movimientos combinados de este astro que se creía descarriado en
el desierto infinito, encontraríamo allí una nueva prueba elocuente de la
universalidad de las leyes de la naturaleza que se ejercen á distancias que la
imaginacion más viva puede apenas concebir.
Allí la forma elíptica se convierte en parabólica y la
marcha se amortigua á punto de no recorrer más que algunos metros, en el mismo
tiempo que al llegará su perigeo corria muchos millares de leguas. Quizá un sol
más potente, más importante que el que acaba de dejar, despliegue sobre él una atraccion
preponderante y lo fije entre el número de sus propios subditos; en cuyo caso
los habitantes de vuestra pequeña tierra esperarán en vano asombrados la vuelta
que habian pronosticado valiéndose de observaciones incompletas. En ese caso,
nosotros que hemos seguido con el pensamiento al cometa errante por esas regiones
desconocidas, encontraremos entonces una nueva nacion imposible de distinguir
por las miradas terrestres, inimaginable para los Espíritus que habitan la tierra,
é inconcebible para si; pensamiento, porque será teatro de maravillas
inexploradas.
Hemos llegado al mundo astral, á ese mundo deslumbrante de
los grandes soles que irradian en el espacio infinito, y que son las flores
brillantes del magnífico parterre de la creacion. Solo desde allí podemos saber
lo que es la tierra.
Extraído del
libro “EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
Allan Kardec
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