El espacio y el
tiempo.
1 .—Varias son las definiciones que se han dado del espacio;
la más admitida es esta: El espacio es la extensión que separa dos cuerpos, de
donde ciertos sofistas han deducido que donde no hay cuerpos no hay espacio/y
sobre lo que ciertos doctores en teología se han fundado para decir que el
espacio era por necesidad limitado, arguyendo que cuerpos limitados en Número
no pueden formar una serie infinita, y que allí donde concluyeran los cuerpos,
allí también ter mina el espacio. También se ha definido el espacio, el sitio
en que los mundos se mueven, el vacío en que funciona la materia, etc....
Dejemos en los tratados donde descansan, todas esas definiciones, que nada definen.
El espacio es una de esas palabras que representan una idea
primitiva y axiomática, evidente por sí misma y que las definiciones que pueden
darse no hacen sino oscurecer. Todos sabemos lo que es espacio y yo no pretendo
más que probar su infinidad, para que nuestros estudios ulteriores no tengan
obstáculo alguno que se oponga a las investigaciones de nuestra vista.
Mas yo digo que el espacio es infinito, porque es imposible
asignarle límite alguno; y que a pesar de la dificultad que tenemos para
comprender lo infinito, nos es más fácil ir eternamente por el espacio con el pensamiento,
que detenernos en un sitio cualquiera del lado de allá, del cual no se
encuentre ya extensión que recorrer.
Para figurarnos, cuanto es posible hacerlo con nuestras
limitadas facultades, la infinidad del espacio, supongamos que, partiendo de la
tierra, perdida en medio de lo infinito, hacia un punto cualquiera del Universo,
y esto con la prodigiosa velocidad de la chispa eléctrica, que recorre millares
de leguas a cada segundo, apenas hemos dejado este globo y habiendo recorrido
millones de leguas, nos encontramos en un sitio donde nuestro globo nos aparece
bajo el aspecto de una pálida estrella. Un instante después, siguiendo la misma
dirección llegamos hacia las estrellas lejanas, que apenas se distinguen desde
la estación terrestre, y desde allí no solo no se distingue la tierra en las
profundidades del cielo, sino que aun el Sol con todo su esplendor queda
eclipsado por la distancia que dé él nos separa. Animados siempre por la misma
velocidad del relámpago, dejamos atrás sistemas de mundos á cada paso que
avanzamos en la extensión, islas de luz etérea, vías estelíferas, regiones
suntuosas donde Dios ha sembrado mundos con la misma profusión que hay flores
en la primavera en las praderías terrestres.
Solo hace algunos minutos que vamos marchando y ya
centenares de millones de millones de leguas, billones y trillones nos separan
de la tierra, y millones y millones de mundos han pasado por nuestra vista, y
sin embargo, escuchad... no hemos avanzado un solo paso en el Universo.
Si continuamos durante años y siglos, y millones de períodos
cien veces seculares, é incesantemente con la misma velocidad inicial, no por
eso habremos adelantado más; y esto en cualquiera dirección que vayamos y hacia
cualquier punto que nos dirigiésemos á partir de este grano invisible que
llamamos tierra. Eso es el espacio.
Extraído del libro “EL GÉNESIS
LOS
MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
Allan Kardec
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