Las Leyes y las
Fuerzas.
8. —Si uno de esos seres desconocidos que pasan su existencia
efímera en el fondo de las regiones tenebrosas del mar, si uno de esos
poligástricos, de esas nereidas—míseros animalillos que no conocen de la naturaleza
sino los pescados ictiáfagos y los bosques submarinos, —recibiera de repente el
don de la inteligencia, la facultad de estudiar su mundo y de establecer sobre
sus apreciaciones un razonamiento conjetural que abrazara la universalidad de
las cosas: ¿qué idea se formaría de la naturaleza viviente que se desarrolla en
su medio, y del mundo terrestre que no pertenece al campo de sus observaciones?
Si luego por un efecto maravilloso de su nueva facultad, éste mismo ser llegase
a elevarse por cima de sus tinieblas eternas, a la superficie del mar, no lejos
de las riberas opulentas de vegetación espléndida, de sol fecundo dispensador
de un calor benéfico, ¿qué juicio formaría acerca de sus teorías anticipadas
sobre la creación universal, teorías que remplazaría por observaciones y
apreciaciones más amplias, pero relativamente tan incompletas como las
primeras. Tal es, ó hombres, la imagen de vuestra ciencia puramente especulativa?
(1).
(1) Tales también la situación de los negadores del mundo de los Espíritus cuando después de haber dejado su
envoltura carnal, los horizontes de este mundo se desarrollan a sus ojos.
Comprenden entonces lo vano de las teorías con que pretendían explicarlo todo por
medio de la materia sola. Entonces estos horizontes tienen para ellos misterios
que no se descubren sino sucesivamente y a medida que se van elevando por su depuración.
Pero desde los primeros pasos que dan en este nuevo mundo, se ven forzados a
reconocer su ofuscacion y cuán lejos se encontraban de la verdad.
9. —Puesto que yo vengo aquí á tratar la cuestión de las
leyes y fuerzas que rigen el universo, yo que no soy, lo mismo que vosotros, más
que un ser ignorante en lo que concierne a la ciencia positiva, a pesar de la
superioridad aparente que me da sobre mis hermanos de la tierra, la posibilidad
de estudiar las cuestiones naturales que a ellos les está vedada en su situación,
mi único objeto ahora es daros la noción general de las leyes universales sin
explicar detalladamente el modo de acción y la naturaleza de las fuerzas
especiales que a ello concurren.
Extraído del libro
“EL
GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS
SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
Allan Kardec
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