LA CREACION PRIMERA.
12. —Después de haber considerado el universo bajo los
puntos de vista generales de su composición, de sus leyes y de sus propiedades,
podemos dirigir nuestros estudios al modo de formación que dio nacimiento á los
mundos y a los seres; descendiendo luego a la creación de la tierra en particular
y a su estado actual en la universalidad de la cosas, y después, tomando este
globo por punto de partida y por unidad relativa, procederemos a nuestros
estudios planetarios y siderales .
13. —Si hemos comprendido bien la relación, ó mejor dicho,
la oposición de la eternidad y el tiempo, si nos hemos familiarizado con la
idea de que el tiempo no es más que una medida relativa de la sucesión de las
cosas transitorias, mientras que la eternidad es esencialmente una, inmóvil y
permanente, y que no es susceptible de medida bajo el punto de vista de la duración,
comprenderemos que para ella no hay principio ni fin.
Por otra parte, si nos formamos una idea justa—aunque
necesariamente muy débil—de la infinidad del poder divino, comprenderemos cómo
es posible que el universo haya sido y sea siempre. Desde el momento que Dios
existió, sus perfecciones eternas hablaron.
Antes que los tiempos fuesen, la eternidad inconmensurable
recibió la palabra divina y fecundó el espacio, eterno como ella.
14.—
Siendo Dios por su naturaleza de toda eternidad, ha creado de toda eternidad, y
no podía ser de otra manera; porque a cualquiera época, por lejana que sea, a
que nos remontemos con la imaginación, siempre del lado de allá encontraremos
la eternidad,—retened bien esta idea, —una eternidad durante la cual las
divinas esencias (las divinas hipóstases), las voliciones infinitas, hubiesen
estado sepultadas en un letargo mudo é inactivo, una eternidad de muerte aparente
para el Padre Eterno, que da la vida a los seres, de mutismo indiferente para
el verbo que los gobierna, de esterilidad fría y egoísta para el Espíritu de amor
y de vivificación. ¡Comprendamos mejor la grandeza de la acción divina y su
perpetuidad bajo la mano del ser absoluto!: Dios es el sol de los seres y la
luz del mundo. Mas la aparición del Sol da instantáneamente torrentes de luz
que van esparciéndose por todas partes en la extensión. Pues del mismo modo el universo,
nacido del Eterno, data de los periodos
imaginables de lo infinito de la duración, del Fiat lux del principio.
Extraído del libro
“EL
GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS
SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
Allan Kardec
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