“Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy afable y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.” (Mateo, XI, 29-30). “No ruego sólo por ellos, sino también por los que crean en mí a través de su palabra. Que todos sean una sola cosa; como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean una sola cosa en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me has enviado y que los amas a ellos como me amas a mí.” (Juan, XVII, 20-23). “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie va al Padre sino por mí.” (Juan, XIV, 6). Comunión viene del latín comunio, que quiere decir, “sociedad, participación mutua”, y, según Cicerón, “parentesco, relaciones comunes de opiniones y creencias”. Pensamiento es un acto particular del Espíritu, o una operación de inteligencia. Comunión de pensamiento es, por tanto, participación del Espíritu. Comulgar viene de la palabra communicare, “comunicar, conversar, participar, corresponderse”. El P. Manuel Bernardez dice: “La confianza con que los santos de la Tierra se “comunican con los santos del Cielo.” Garret dice: “Comulgaba silenciosamente conmigo en estas graves meditaciones.”
Comulgar de pensamiento es tener el mismo modo de pensar: la misma creencia religiosa, científica, política o literaria. Los hombres de ciencia tienen su exégesis implacable; los literatos están sujetos a ciertas y determinadas reglas; los políticos tienen su comunión exclusiva, y el sectarismo religioso su comunión de pensamiento intolerante, como se muestra en nuestros días. Pero el hombre verdaderamente religioso, discípulo de Jesús debe comulgar en pensamiento con su Maestro. Por eso es que el Nazareno se expresó así: “Aprended de mí que soy humilde y manso de corazón; cargad mi yugo y mi fardo; sed uno conmigo, así como yo soy uno con el Padre Celestial: yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie va al Padre sino por mí.” Si comulgamos en pensamiento con Jesús, estamos en la Caridad, Deus Caritas est, y Dios nos da la gracia de la sabiduría del Cielo. Para que comulguemos con los hombres, en pensamiento, es necesario que los hombres comulguen en pensamiento con Jesús. Sólo en Jesús encontramos la fuerzas para dominar nuestras pasiones, sólo Él tiene la Verdad que esclarece, la Vida que alimenta; sólo en Él vemos el Camino que nos conduce a Dios. Y para comulgar en pensamiento con Jesús es necesario estudiar sus enseñanzas y poner en práctica sus ordenaciones. La humildad, el estudio, el trabajo, el raciocinio, la buena voluntad, y la oración, son los elementos indispensables para llegar al Maestro y con Él aprenderemos a ser humildes y mansos de corazón, para poder descubrir las maravillas de la Vida Eterna.
Extraído del libro
https://espiritismo.es/Descargas/libros/Parabolas_de_Jesus.pdf
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