¿A qué vino Jesús a la tierra?, ¿a sufrir en la cruz?, NO, vino a corregir a Moisés, Soy Espírita

¿A qué vino Jesús a la tierra?, ¿a sufrir en la cruz?, NO, vino a corregir a Moisés, Soy Espírita


Publicado el 29 oct. 2018





¿A qué vino Jesús a la tierra a encarnase? A qué vino Jesús a la tierra a encarnase, ¿A sufrir en la Cruz? NO, a corregir a Moisés, Soy Espírita Moisés fue un Déspota, según indicaron los Espíritus... Libro de Génesis CAPÍTULO 1. CARACTÉRES DE LA REVELACIÓN ESPIRÍTA. 23.—La parte más importante de la revelación del Cristo, en el sentido de que es el principal distintivo y la piedra angular de toda su doctrina, es el nuevo punto de vista bajo que hace considerar a la divinidad. No es el Dios terrible, celoso y vengativo de Moisés; el Dios cruel e implacable que riega la tierra con sangre humana, y ordena la matanza y el exterminio de los pueblos, sin exceptuar a las mujeres, niños, ni ancianos, y que castiga a los que perdonan a las víctimas. No es el Dios injusto que castiga a todo un pueblo por el pecado de su rey; que se venga del culpable en la persona del inocente, y que hiere a los hijos por las faltas de sus padres; sino un Dios clemente, soberanamente justo y bueno, lleno de mansedumbre y de misericordia, que perdona al pecador arrepentido y da a cada uno según sus merecimientos. No es el Dios de un sólo pueblo privilegiado, el Dios de los ejércitos que preside los combates para sostener su propia causa contra el Dios de los otros pueblos ; sino el padre común del género humano que extiende su protección a todos sus hijos y los llama hacia él. No es tampoco el Dios que recompensa y castiga con sólo los bienes de la tierra, y que hace consistir la gloria y la felicidad en la dominación y esclavitud de los pueblos rivales y en la multiplicidad de su progenie; sino que dice a los hombres: «Tu verdadera patria no está en este mundo, sino en el cielo; allí es donde los humildes de corazón serán ensalzados, y abatidos los soberbios.» No es el Dios que hace una virtud de la venganza y manda dar ojo por ojo, y diente por diente; sino el Dios de misericordia, que dice: «Perdona las injurias, si quieres que se te perdonen tus pecados: devuelve bien por mal; no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a tí.» No es ya el Dios mezquino y meticuloso que impone bajo las más rigorosas penas la manera con que quiere ser adorado, y que se ofende por la no observancia de una fórmula; si no el Dios grande que mira las intenciones y no se honra con las exterioridades. No es, en fin, el Dios que quiere ser temido; sino el Dios que desea ser amado. https://youtu.be/-BhD1Yh78D8

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