JESÚS Y EL CENTURIÓN 3


JESÚS Y EL CENTURIÓN 3

Aquellos que estuvieran fuera de las Iglesias que paralizan el crecimiento de la Fe; aquellos que tienen la felicidad de no pertenecer a ese Reino del Mundo, donde los sacerdotes aprisionan a las almas, la política deprime el carácter y la ciencia vacía entenebrece; aquellos que están en el Oriente o en el Occidente, de un lado o de otro, pero no están dentro del Reino del Farisaísmo; aquellos que no son hijos de ese reino, porque sólo tienen como paternidad, como dominio el Reinado de Dios – esos han de subir a las regiones de la felicidad y de la luz, donde están los Espíritus Puros, que antes vivieron en este mundo – Abraham, Isaac y Jaco. Han de sentarse a la mesa espiritual, donde les serán ofrecidos nuevos y más sabrosos manjares, para engrandecer aún más su Fe, para hacerla mayor, más robusta, más viva, más luminosa, más sabia y más divina. Y los hijos de este reino, de este reino de mentira, de la mercancía, del orgullo, de la hipocresía, de las exterioridades y de la idolatría, quedarán inmersos en esas mismas tinieblas creadas por ellos; paralizarán la creencia, como una poza de agua en el camino; abdicarán los derechos del crecimiento, del engrandecimiento, de la floración de esa plantación cuya simiente les colocará Jesús en el corazón; no tendrán ningún árbol que les dé sombra, ni flores que les den perfume, ni frutos para alimentarse; y llorarán de hambre y será el crujir de dientes en el sufrimiento, en las tinieblas. Y habiendo Jesús dado todas esas enseñanzas a unos, y bendiciones a otros, pues tanto las enseñanzas, como los aplausos del Maestro, son bendiciones de perfección, es decir, de perfeccionamiento, después de que Jesús exaltó la Fe del Centurión, concluyó su lección diciendo al comandante del ejército: “¡Vete, y como creíste, así te será hecho!” “Como creíste, así te será hecho” y el centurión fue y encontró a su criado curado, sano. ¿Cómo creyó el centurión? ¿De qué forma creía él que se debía hacer la cura de su criado?



Naturalmente que, con la autorización y el mandato de Jesús, algunos de los Espíritus que acompañaban al Maestro, en su Misión, irían a casa del centurión y la cura se realizaría. Porque, como dijo él al Nazareno, “no necesitas venir a mi casa, Señor, pero con una palabra tuya mi criado habrá de sanar”; de la misma forma que con una palabra mía, los prisioneros serán puestos en libertad.”  Fue así como el centurión creyó, y fue así como su criado fue curado; y así fue como Jesús afirmó tener él que sanar, cuando dijo: “¡Como creíste, así te será hecho!”
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