PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA DOCTRINA ESPIRITA
1. El hombre tiene un alma o espíritu, principio inteligente, en quien reside el pensamiento,
la voluntad, el sentido moral y cuyo cuerpo no es más que la envoltura material.
2. El espíritu es inmortal; solamente el cuerpo es perecedero.
3. Los espíritus, desprendidos del cuerpo carnal, constituyen el mundo invisible o espiritual que
nos envuelve y en medio del cual vivimos.
4. La muerte del cuerpo no cambia nada la naturaleza del espíritu el cual conserva las aptitudes
intelectuales y morales adquiridas durante la vida terrestre.
5. El espíritu lleva, en sí mismo, los elementos de su felicidad o de su desgracia; es feliz o
desgraciado debido al grado de su elevación moral.
6. Nada de lo que el hombre adquiere durante la vida terrestre en conocimientos y en
perfección moral está perdido; será, en la vida futura, lo que se haya hecho en la vida
presente.
7. El progreso es Ley Universal; en virtud de esta ley, el espíritu progresa indefinidamente.
8. Los espíritus están entre nosotros; nos rodean, nos ven, nos entienden y se mezclan, en cierta
medida, en las acciones de los hombres.
9. Los espíritus, no siendo más que las almas de los hombres, entre ellos los hay de todos los
grados de ignorancia, de bondad y perversidad como existen en la Tierra.
10. A medida que los espíritus avanzan en el camino de perfección, viven en mundos cada vez
más adelantados psíquica y moralmente.
11. Los espíritus pueden manifestarse a los hombres de diversas maneras; por la inspiración, la
palabra, la vista, la escritura, etc. Sus comunicaciones están en relación con sus
conocimientos y, por esto mismo, no son infalibles y sirven, en primer lugar, para probar
que existen, y, en consecuencia, prueban la inmortalidad del alma.
12. Las comunicaciones de los espíritus son opiniones que no deben aceptarse ciegamente.
El contenido del mensaje y el discernimiento son la clave para validar tales mensajes.
13. Siendo las manifestaciones la consecuencia del contacto incesante de los espíritus y de los
hombres, las ha habido en todo tiempo; están dentro del orden de las leyes de la naturaleza,
y no tienen nada de milagroso.
14. Los seres designados con el nombre de ángeles o de demonios no son, en absoluto,
creaciones especiales, distintas a la humanidad; los ángeles son espíritus salidos de la
humanidad y que han llegado a la perfección; los demonios son Espíritus todavía
imperfectos pero que irán mejorando.
15. El Espiritismo no admite los milagros en el sentido teológico de la palabra porque, según él,
nada se cumple al margen de las leyes divinas.
16. Todas las facultades intelectuales y morales tienen su origen en el principio espiritual, y no
en el principio material.
17. El espíritu del hombre, purificándose, tiende a acercarse a la Divinidad, Principio y Fin de
todas las cosas.
18. El alma humana, emanación divina, lleva en sí misma el germen o principio del bien, que es
su meta final, y que ha de hacerla triunfar sobre las imperfecciones inherentes a su estado de
inferioridad en la Tierra.
19. Todo lo que tiende a elevar al hombre, a liberar el alma de los estrechos lazos de la materia,
sea bajo la forma filosófica o religiosa, es un elemento de progreso que le acerca más al bien,
ayudándolo a triunfar sobre sus malos instintos, según el grado de adelantamiento de los
hombres a cuya utilidad han sido hechas.
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