¿ Por qué las religiones Cristianas siguen ignorando la Reencarnación del Espíritu ?

¿ Por qué las religiones  Cristianas siguen ignorando la Reencarnación del Espíritu ?

 La Reencarnación sigue siendo un tema tabú para las iglesias cristianas que siguen ignorando a propósito un  hecho tan natural como el nacimiento y la muerte, que son parte de la Vida. Tal vez porque a estas alturas de la Historia humana, los dirigentes de las mismas no se pueden permitir el lujo de admitirla sin más. Después de tantos siglos de ignorarla voluntariamente, las actuales  autoridades  eclesiales si la aceptasen, se verían obligados a modificar o anular algunos dogmas, sustituyéndolos  por otros diferentes, lo cual sería un claro signo de inestabilidad de una doctrina religiosa que ha sido impuesta a lo largo de los siglos como verdades indiscutibles, y claro está, que si en épocas pasadas el Espíritu Santo en los Concilios dijo o no dijo algo, ahora no podría rectificar nada de lo establecido, pues sería algo así como si el mismo Dios reconociese haber cometido errores o el haber engañado a propósito a los  adeptos  cristianos de épocas anteriores. 
Los Jerarcas de la Iglesia llevan mucho tiempo  a lo largo de la historia, elevados en un  rango social desde el que se proclamaron poseedores de la verdad absoluta con la asistencia del Espíritu Santo, como si Dios fuese un adepto de la Iglesia y no fuese el mismo Dios para el resto de la humanidad.  Así  han condenado como herejía todo aquello que se oponía a lo que ellos postulaban, creyéndose detentores exclusivos de la voz de Dios y de Su Voluntad.
  Los jefes de las iglesias y las religiones que ignoran la reencarnación porque la creen un enemigo del dogma establecido, al cual se contrapone, creen que si la admitiesen finalmente, esto afectaría y pondría en peligro su integridad dogmática, porque tendrían que admitir ante sus fieles que alguna vez han cometido errores o que se han equivocado, cuando en su orgullo la doctrina Papal de la Iglesia Católica la proclamaron infalible, atribuyéndose el apoyo y asistencia del Espíritu Santo en exclusividad para el Papa en cuestiones doctrinales;  por tanto  lo que este haya proclamado  o condenado para los miembros de la iglesia no tiene discusión  porque el Espíritu Santo tiene que ser  infalible. No dando crédito a la reencarnación o ignorándola, dejan liquidada cualquier duda o entredicho a su credibilidad, posición, e influencia social y política.
Las religiones cristianas saben  que si admitiesen  un solo error en sus verdades “infalibles”, sería como volcar una ficha de dominó situada en fila con las demás: el resto de sus “verdades” dogmáticas mantenidas en pie caerían en cadena inmediatamente una tras otra.
El poder eclesial teme  la reencarnación  porque  por ella se deduce que cada uno tenemos en nuestra mano la llave de la dicha o la desdicha, y nos muestra como cada uno somos artífices de nuestro propio destino, por lo que no dependemos de sacerdotes, ni de intermediarios con Dios que nos recomienden y salven, ni tampoco de templos de piedra, ni de sacramentos, ni liturgias  para salvarnos de ningún castigo ni  de ningún  fuego eterno.
     La Teología cristiana no admite que  sus fieles  puedan poner en tela de juicio ningún dogma ni que nadie pueda buscar la Verdad por otros caminos diferentes a  los que ella establece, impidiendo que los fieles puedan pensar por sí mismos y obligando a sostener una fe ciega y hasta irracional, bajo la amenazas de excomuniones y de condenas al fuego eterno si alguien osare pensar por sí mismo.
Con la expansión del Cristianismo por Europa a partir del Siglo Tres, por el Concilio de Constantinopla, desapareció el concepto de la reencarnación, que fue barrido y perseguido por la Iglesia que impuso sus dogmas por la fuerza y así creó los Tribuales de la Inquisición, una institución eclesial muy refinada en sus métodos de conversión por el terror y  la muerte, con los que combatía las herejías. Estas herejías eran doctrinas que de algún modo contradecían o se oponían a la doctrina oficial de la Iglesia, y entre ellas estaba la idea de la reencarnación. Los métodos de la “Santa Inquisición” no fueron, desde luego, ningún ejemplo de la Caridad que enseñó Jesús a los primeros cristianos.
En la actualidad también sigue siendo un gran escollo para la aceptación de esta idea, el materialismo y el ateísmo, ambos hijos de tanta intransigencia eclesial, tantas veces irracional  y dogmática , así como de tanta ignorancia espiritual, que han eclipsado la Luz de los auténticos valores morales del Evangelio, ignorando grandes Verdades que han sofocado en medio de tantas teologías y liturgias complejas y sin sentido.
No obstante es justo señalar que algunos obispos y sacerdotes católicos, “desmarcándose” de la doctrina oficial de la Iglesia, sí han tenido la valentía de reconocer a titulo personal la idea de la reencarnación  más o menos claramente.

- Jose Luis Martín




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