Los fluidos. CAPITULO XIV.
Naturaleza y propiedades de los fluidos.
7.—El
perispíritu ó cuerpo fluídico de los Espíritus
es
uno de los productos más importantes del fluido
cósmico,
es una condensacion de este fluido en torno
de
un foco de inteligencia ó alma. Se ha visto que el
cuerpo
carnal tiene asimismo su principio en este mis
mo
fluido transformado y condensado en materia tan
gible.
En el perispíritu la transformacion molecular
se
verifica de distinto modo, porque el fluido conserva
su
imponderabilidad y demás cualidades etéreas. El
cuerpo
perispirital y el carnal, tienen pues su origen
del
mismo elemento primitivo; uno y otro son mate
ria,
bien que en diferente estado.
8.—Los
Espíritus toman su perispjritu en el centro
en
que se encuentran, es decir, que esta envoltura
está
formada de fluidos ambientes; de donde resulta
que
los elementos constitutivos del perispíritu deben
variar
con los mundos. Júpiter, supuesto un mundo
muy
adelantado, comparado con la Tierra, donde la
vida
corporal no tiene la materialidad que la nuestra,
las
envolturas perispiritales deben ser en él de una
naturaleza
infinitamente más depurada que en nuestro
planeta;
y del mismo modo que no podríamos vivir
allí
con nuestro cuerpo carnal, así tampoco nuestros
Espíritus
podrían penetrar en él con su perispíritu
terrestre.
Al dejar la tierra, el Espíritu deja en ella
su
envoltura fluídica y reviste otra apropiada al mun
do
á que debe trasladarse.
9.—La
naturaleza de la envoltura fluídica está
siempre
en relacion con el grado de adelantamiento
moral
del Espíriru. Los Espíritus inferiores no pueden
mudarla
á voluntad, ni por consecueucuencia trasla
darse
de un mundo á otro. Los hay, cuya envoltura
fluídica,
áun cuando etérea é imponderable en rela
cion
con la materia tangible, es aún demasiado densa
pesada, si puede decirse así, respecto al mundo es
piritual,
para que les permita salir de su centro. Hay
que
colocar en esta categoría á aquellos cuyo perispíritu
es
bastante denso para confundirlo con el cuer
po
carnal y que por esta razon se creen viviendo to
davía
la vida corporal; cuyos Espíritus, y son muchos
los
que en este caso se encuentran, quedan en la su
perficie
de la tierra como los encarnados figurándose
continuar
sus habituales ocupaciones. Otros, un poco
más
desmaterializados, no lo están todavía bastante
para
elevarse por cima de las regiones terrestres.
Por
el contrario, los Espíritus superiores pueden
venir
á los mundos inferiores y áun encarnarse en
ellos;
toman entonces de los elementos constitutivos
del
mundo en que entran, los materiales de la envol
tura
fluídica ó carnal adecuada al centro en que se
encuentran
; á la manera que un gran señor deja sus
vestidos
recamados para ponerse áuuque temporal
mente
el sayal, sin dejar por eso de ser quien era.
Así
es como los Espíritus del órden más elevado pue
den
manifestarse á los habitantes de la tierra ó encar
narse
para cumplir una mision entre ellos. Estos Espí
ritus
traen consigo, no la envoltura, sinó el recuerdo
por
intuicion de las regiones de donde vienen y que has
ta
ven con el pensamiento. Son videntes entre ciegos.
10.
—La capa de fluidos espirituales que circunda
la
tierra, puede compararse á las capas inferiores de
la
atmósfera, más pesadas, más densas, menos puras
que
las superiores. Estos fluidos no son homogéneos;
es
una mezcla de moléculas de diversas cualidades
entre
las que se encuentran necesariamente las molé
culas
elementales que forman la base, pero más ó me
aos
alteradas. Los efectos producidos por estos fluidos
estarán
en razon de la suma de partes puras que con
tengan,
como sucede—valiéndonos de una compara
cion—con
el alcohol rectificado ó mezclado en dife
rentes
proporciones con agua ú otras sustancias; su
peso
específico aumenta con esta mezcla, al paso que
su
fuerza y su inflamabilidad disminuyen, áun cuan
do
en el todo haya alcohol puro.
Los
Espíritus llamados á vivir en este centro, to
man
de él su perispíritu y segun si ellos mismos están
más
ó menos purificados, su perispíritu se forma de
las
partes más puras ó menos groseras de ese mismo
centro.
El Espíritu produce allí—siempre por compa
racion
y no por asimilacion —el efecto de un reactivo
químico
que atrae hacia sí las moléculas asimilables á
su
naturaleza. De esto resulta este hecho capital, de
que
la constitucion íntima del perispíritu no es la
misma
en todos los Espíritus encarnados ó desencar
nados
que pueblan la tierra ó el espacio que la rodea.
No
sucede lo mismo respecto al cuerpo carnal, que,
como
se ha demostrado, está formado de los mismos
elementos,
cualesquiera que sea la superioridad ó in
ferioridad
del Espíritu. Por eso, en todos ellos los
efectos
producidos por el cuerpo son los mismos, é
iguales
las necesidades, mientras que difieren en todo
lo
que es inherente al perispíritu. Resulta ademásque
la
envoltura perispirital del mismo Espíritu se modi
fica
con el progreso moral de este en cada encarna
cion,
áun cuando lo haga en el mismo centro; y que
los
Espíritus superiores encarnándose excepcionalmente
en
mision en un mundo inferior al que les cor
responde,
tienen un perispíritu menos grosero que el
de
los indígenas de ese mundo.
11—El
centro está siempre en relacion con la na
turaleza
de los seres que en'él deben vivir; los peces
viven
en el agua; los seres terrestres en el aire; y los
séres
espirituales en el fluido espiritual ó etéreo, en la
*
tierra misma. El fluido etéreo es para las necesidades
del
Espíritu lo que la atmósfera para las necesidades
de
los encarnados: y así como los peces no pueden vi
vir
en el aire, ni los animales terrestres en una atmós
fera
muy rarificada, del mismo modo los Espíritus in
feriores
no pueden soportar el explendor ni la impre
sion
de los fluidos más etéreos. No morirían en él
porque
el Espíritu no muere; pero una fuerza instin
tiva,
los mantiene alejados de él, como nosotros nos
alejamos
de un fuego demasiado vivo ó de una luz que
nos
deslumhra. He aquí porque no pueden salir del lu
gar
apropiado á su naturaleza: para salir de él es me
nester
que se transformen, que se despojen de los .ins
tintos
materiales que los retienen en los centros ma
teriales;
en una palabra, han de purificarse y trans
formarse
moralmente. Entonces gradualmente se van
identificando
con un centro más depurado, que se ha
ce
para ellos una necesidad, como sucede á los que
han
vivido mucho tiempo en la oscuridad, que no po
drían
soportar la luz y tienen que irse acostumbrando
gradualmente
al explendor del sol.
Extraído
del libro “EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN
EL ESPIRITISMO”
Allan
Kardec
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