EL MAYOR PROFETA

EL MAYOR PROFETA


“Y si queréis admitirlo, él es Elías, el que había de venir.”   (Mateo, XI, 14).


El mayor Profeta precede al mayor Enviado; aquél es la Voz, este la Acción; uno clama, exhorta, previene; el otro allana valles, arrasa montes, derriba árboles, y, en su pasaje por la Tierra, deja un Camino firme, grande, inmenso, luminoso, que se eleva a la morada eterna del Padre. Juan bautiza con agua a los arrepentidos, para borrar en ellos las manchas de los elegidos; Jesús, con fuego, destruye y calcina las doctrinas humanas que oscurecen sus almas; si aquél limpia, este da blancura, para que el Espíritu de Dios refleje en ellos el “amor de Dios y del prójimo, que resume la Ley y los Profetas”. Juan representa a los Profetas: es el mayor de  los profetas, de los nacidos de mujer; Jesús es la Gracia y la Verdad, que recibió en el Tabor los testimonios de la Ley, por el Espíritu de Moisés, y de la Profecía, por el Espíritu de Elías; nuestro Maestro es el mayor de los enviados: la VOZ LO ACLAMÓ, cuando dijo: “ESTE ES MI HIJO AMADO – OÍDLO.”  Todas las VOCES del Padre Celestial dieron testimonio del Nazareno; la Ley, la Profecía, la Gracia y la Verdad; de hecho, Él es el Hijo Unigénito de Dios en sabiduría y Amor.  Juan es el mayor exponente de la Profecía, porque profetizó la venida y la misión del Mayor de los Enviados. El Espíritu de Cristo es mayor que todo y que todos porque él fue y es el mayor exponente del Verbo de Dios: Et verbum caro factum est et habitavit in nobis: “El verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros.” En la Antigua Dispensación, Elías es el mayor poderoso de los profetas; en la Nueva Dispensación, Juan Bautista es el mayor; en la Novísima, Allan Kardec es el elevado buen sentido, la sublimación de la Profecía en su más elevado ímpetu: ¡Et si vultis recipere, ipse est Elías, quiventures est! “Y si queréis admitirlo, este es Elías que habría de venir.” Elías es el poderoso dominador de las AGUAS; del horizonte hacia lo alto hizo parar las lluvias por tres años y seis meses; levanta un holocausto a su Dios, el fuego lo consume, el cielo se cubre de espesas nubes y la lluvia cae a cántaros para fertilizar la Tierra. En las márgenes del Jordán, su lugar predilecto, a una señal suya las aguas se abren y él pasa a pies enjutos. Elías es el Profeta de las aguas; Juan aumenta las aguas del Jordán con la multitud que escucha su VOZ; Allan Kardec hace manar del corazón, de los riñones y del vientre de los que buscan a Jesucristo, ríos de agua viva, desvendando los secretos del Espíritu de la Profecía; pero quien bautiza con el Espíritu del Padre es Aquél que Es sobre todos. ¡Elías suplicó para las aguas y para el fuego; Juan para el agua y para el sufrimiento; Allan Kardec para el sentimiento y para la razón, pero los tres son un mismo Espíritu. Uno hiere y castiga, otro corrige y enseña y el último vivifica y salva! 

Extraído del libro 


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