Los
fluidos. CAPITULO XIV.
Naturaleza
y propiedades de los fluidos.
20.—El
pensamiento, propuce pues una especie de
efecto
físico, que reacciona sobre lo moral; cosa que
sólo
el Espiritismo puede hacer comprender.
El hombre
lo siente instintivamente, puesto que busca las reuniones
homogéneas y [simpáticas donde sabe que puede
adquirir nuevas fuerzas morales; podría decirse quiere cobra
allí las pérdidas fluidificas que experimenta cada
día por la irradiación del pensamiento, del mismo modo
que por la alimentación recupera las pérdidas del
cuerpo material; y es que el pensamiento constituye
una verdadera emisión que ocasiona una pérdida
real
de fluidos espirituales y por consecuencia de
fluidos
materiales; de modo que el hombre tiene necesidad
de confortarse con los efluvios que recibe del exterior.
Cuando
se dice que un médico cura a sus enfermos
con
buenas palabras, se expresa una verdad absoluta,
-
porque el pensamiento benévolo lleva consigo ' fluidos reparadores
que obran sobre lo físico tanto como sobre lo
moral.
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.—Es posible, se dirá, huir de los hombres que se
supone
o se sabe que son mal intencionados; pero ¿cómo
sustraerse a la influencia de los malos Espíritus que
pululan en torno nuestro y se introducen en todas partes
sin ser vistos?
El
medio es muy sencillo; porque depende de la
voluntad
del hombre mismo que lleva en sí el preservativo
necesario.
Los fluidos se unen en razón de la semejanza
de su naturaleza; los desemejantes o contrarios
se repelen; hay incompatibilidad entre los buenos y
los malos fluidos, como entre el aceite y el agua.
¿Qué
se hace cuando el aire está viciado?
Se le sanea y
purifica destruyendo el foco de los miasmas, expulsando
los efluvios insalubres, abriendo el paso a corrientes
de aire puro más fuertes.
A la invasión de malos
fluidos hay que oponer buenos fluidos, y como cada uno
tiene en su mismo perispíritu una fuente fluidifica permanente,
se lleva el remedio en sí mismo.
Basta purificar
esa fuente y darle cualidades tales que sean para
las malas influencias un repulsivo en vez de ser un
atractivo.
El perispíritu es, pues, una coraza a que conviene
dar el mejor temple posible, y como las cualidades
del perispíritu están en relación con las cualidades
del alma, conviene trabajar en* su propio mejoramiento,
porque son las imperfecciones del alma las
que
atraen a los malos Espíritus.
Las
moscas acuden donde hay focos de corrupción
que
las atraen; háganse desaparecer esos focos, y las
moscas
desaparecerán.
Del mismo modo los Espíritus malos
van allí donde el mal los atrae; si el mal desaparece,
ellos se alejan.
Los Espíritus realmente buenos, encarnados
o no, nada tienen que temer de la influencia
de los malos Espíritus.
Explicación
de algunos hechos tenidos por
sobrenaturales.
22.—El
perispíritu es el lazo que une la vida
corporal
con la espiritual; a él debe el Espíritu encarnado
el estar en relación continua con los Espíritus desencarnados,
y por él se verifican en el hombre ciertos fenómenos
especiales que no tienen su causa primordial
en la materia tangible, y que por esta razón son tenidos
por sobrenaturales.
En
las propiedades y en la irradiación del fluido
perispirital,
es donde hay que buscar la causa de la
doble
vista o vista espiritual que también puede
llamarse
vista psíquica, de la cual muchas personas
están dotadas, a veces sin saberlo; así como
de
la vista sonambulismo.
El
perispíritu es el órgano sensitivo del Espíritu;
puesto
que es por su mediación que el Espíritu
encarnado
tiene la percepción de las cosas espirituales, que se
sustraen a los sentidos corporales.
Por los órganos corporales,
la vista, el oído y las diversas sensaciones están
localizadas y limitadas a la percepción de las cosas
materiales; por el sentido espiritual se generalizan, es
decir, que no están localizadas en esta o la otra parte.
El espíritu ve, oye y siente por todo su ser aquello
que está en la esfera de irradiación de su fluido
perispirital.
Estos
fenómenos son en el hombre la manifestación
de
la vida espiritual; es el alma que obra fuera del
organismo.
En la doble vista o percepción por el sentido
espiritual,
no ve por los ojos del cuerpo, aunque a
veces
por costumbre los dirija hacia el punto donde es llamada
su atención; ve por los ojos del alma y la
prueba
de ello está en que lo ve todo del mismo modo con
los ojos cerrados y a una distancia a que no podría
alcanzar su vista corpórea.
Aunque
durante la vida esté el Espíritu ligado al
cuerpo
por el perispíritu, no es de tal manera esclavo
que
no pueda alargar su cadena y trasportarse a lo
lejos,
sea sobre la tierra , sea a cualquier punto del
espacio.
El Espíritu no está unido al cuerpo sin cierto
pesar, porque su vida normal es la libertad, y la vida
corporal es la del esclavo, adscrito al terruño.
El
Espíritu se alegra de abandonar su cuerpo, como
el
pájaro de escapar de la jaula; acecha todas las
ocasiones
de emanciparse, y aprovecha hasta los instantes
en que su presencia no es necesaria para la vida de
relación.
Es el fenómeno designado bajo el nombre
de
emancipación del alma; tiene siempre lugar durante
el sueño: en aquellos casos en que el cuerpo descansa
y los sentidos están en inactividad , el Espíritu se
desprende. (Libro de los Espíritus cap. VIII.)
En
estos momentos, el Espíritu vive la vida espiritual,
mientras que el cuerpo sólo vive la vida vegetativa;
se encuentra en cierta manera en el estado en que
se hallará después de la muerte; recorre el espacio,
conversa con sus amigos, y otros Espíritus libres o
encarnados como él.
El
lazo fluidifico que le retiene no se rompe
definitivamente
sino con la muerte; la separación completa no
se verifica hasta que se extingue completamente la acción
del principio vital.
El Espíritu, mientras el cuerpo
vive, vuelve instantáneamente en cuanto es requerida
su presencia, sea cualquiera la distancia a que
se encuentre, y entonces continúa su curso la vida
de relación.
A veces, conserva después de despertar
un recuerdo de sus peregrinaciones , una imagen más
o menos precisa que constituye el ensueño, y en todo
caso reporta de ellas intuiciones que le sugieren ideas
y pensamientos nuevos que justifican el proverbio:
«consultarlo con la almohada,» «la noche trae
buen
consejo».
También
se explican así ciertos fenómenos
característicos
del sonambulismo natural y magnético, de la catalepsia,
de la letargía, del éxtasis, etc., que no son mas
que manifestaciones de la vida espiritual. (1)
(1)
Ejemplos de letargía y catalepsia: Revue Spirite Mme. Schw*-benhans,
Setiembre de 1858. (Vease la Revista Espiritista de Barcelona
Setiembre 1870, la traduccion de ese hecho tomado.'de la Revue) y
la joven cataleptica de Suabia, en el número de Enero de 1866.
24.—Puesto
que la vision espiritual no se verifica
por
medio de los ojos del cuerpo, es evidente que la
percepción
de las cosas no depende de la luz ordinaria.
En
efecto, la luz material está hecha para el mundo
material;
pues para el mundo espiritual hay una luz
especial
cuya naturaleza nos es desconocida, pero que es
sin duda una de las propiedades del fluido etéreo destinada
a las percepciones visuales del alma.
Hay, pues,
luz material y luz espiritual.
La primera tiene focos
circunscritos en los cuerpos luminosos; la segunda
tiene su foco en todas partes, por cuya razón no hay
obstáculos para la visión espiritual, ni es disminuida
por la distancia ni por la opacidad de la materia;
la oscuridad no existe para ella.
El mundo espiritual,
está, pues, iluminado por la luz espiritual, que tiene
sus efectos propios, como el mundo material está iluminado
por la luz solar.
Extraído
del libro “EL GÉNESIS LOS MILAGROS
Y LAS PROFECÍAS SEGÚN
EL ESPIRITISMO”
Allan
Kardec
P 14/09/19
R 05.02.25