Espíritas (Con O Sin Centro Espírita)
En la excesiva focalización del centro espírita como eje más importante de la actividad doctrinaria subyace una cuestión que muy pocos se han parado a dimensionar: centrar todo el esfuerzo espiritizante en los centros puede no ser malo, pero quizá tampoco lo mejor… pues el Espiritismo es mucho más que eso.
De hecho, por (mal) condicionamiento, muchos pueden llegar a pensar que si no tienen centro espírita donde operar son una especie de vaca sin cencerro…
Que duda cabe que la pertenencia a un centro aporta valores de compromiso y relacionamiento, pero también puede ocurrir en determinados casos que sea necesario la retirada (temporal o definitiva) de ciertos agrupamientos; ya sea por falta de afinidad en las ideas, porque las relaciones han tomado mal cariz o porque toca crecer (esto puede ser complicado sin romper la crisálida dogmática y adoctrinante de ciertos centros). Muchos espíritas y asociaciones se acaban «enclaustrando», y así es imposible levar anclas en el pensamiento y en el auto encuentro consigo mismo…
Unas veces toca luchar contra viento y marea para no tirar la toalla y seguir la labor conjunta con el centro, y otras…, que apartarse sea la opción más saludable.
Vale más no estar en un grupo o asociación y ser honesto con uno mismo, abrazar tus imperfecciones para trabajarlas (de manera sana y no castradora) y recurrir al libre razonamiento como instrumento de indagación y de crecimiento, que estar en un centro y no poder hacer estas cosas.
A veces se necesita una pequeña crisis de relaciones para desde fuera comprender aquello que necesitaba ser revisado (como grupo o a nivel personal), porque no nos engañemos; un centro espírita al fin y al cabo está constituido por entes humanos en progreso (y por lo mismo totalmente perfectibles), y puede ser que vaya derivando en algo limitador, cerrado y repetitivo, hasta terminar por convertirse en un foco paralizante, dogmático y circular donde el pensamiento libre es tomado con desconfianza mal disimulada (o como sospechosa influencia del bajo astral…)
No ensalzo a los «lobos solitarios» que escogen esta vía como salida fácil para evitarse la cuestión de la convivencia (que puede que justo sea lo que más necesiten en materia de ego), digo que el Espiritismo es mucho más que ir a un centro espírita, y que también se puede desarrollar uno personalmente llevando el ideal de Kardec en muchos otros contextos.
Hay errores que por defecto, a mi parecer, cometen muchos espiritas, y uno de ellos (y escasamente señalado) es el de la «sacralización» del centro espírita… algo similar a la divinización de ciertos médiums, autores o conferenciantes… Indudablemente todo agrupamiento familiar o social que apueste por la armonía y el crecimiento humano se hace automáticamente simpático a las entidades de la luz, y naturalmente el centro espírita no es una excepción… Pero todo esto puede llegar a plantearse de manera ambigua oy/o errónea, de manera inconsciente o sutilmente manipuladora y tramposa, enfatizando que dentro está la luz y fuera las amenazantes tinieblas… y así ignoramos que estamos pecando de ingenuos … o presuntuosos, y que esto tiene mucho de pensamiento mágico y, lo que es peor; regusto aleccionante religioso: el mensaje oculto es que el centro es el «templo» donde reside la virtud y fuera donde pulula el pecado…
Esto es sectario por demás.
Cuando un grupo espírita está asentado en la filosofía (estudio, diálogo libre, etc) y orientado al desarrollo personal, es una plataforma altamente inspiradora; pero cuando se es in capaz de salir de la lógica circular, se convierte justo en lo contrario… y ahí el centro, paradójicamente, sirve a la perfección como modelo distanciador del espíritu del Espiritismo.
No es espírita hacer de las opiniones de los divulgadores afamados un inamovible artículo de fe o tomar los textos de la codificación como ‘palabra de Dios‘.
No hay guías incuestionables (eso es aparte de utópico, esencialmente dogmático), no hay moldes dictados ni etiquetas que seguir para ser espírita, pues el Espiritismo es una cuestión del todo interior.
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