Las manzanas



Las manzanas


Carolina era una niña negra. Durante muchos años fue mi amiga en la escuela.

Era una niña bastante inteligente y estudiosa y su mayor dificultad era el rechazo

que sufría de sus colegas.

Casi nunca era invita a participar de los juegos en la hora de la merienda y pocos

niños jugaban con ella.

Un día vi a Carolina llorando en uno de los pasillos de la escuela y se le acerqué.

Sollozando, me contó el motivo de su tristeza: había escuchado comentarios de

desprecio sobre su color.

Su sufrimiento me impresionó profundamente.

Cuando llegué a casa, se lo comenté a mi familia durante el almuerzo y le dije que

me gustaría ayudarla pero no sabía qué hacer.

Mamá alcanzó dos manzanas y llamó nuestra atención para los colores. Enseguida,

las cortó al medio con un cuchillo y nos preguntó:

- ¿Cómo son por dentro?

- Iguales, le respondemos en coro.

- Así es – nos dijo ella -. Existen sustancias llamadas pigmentos que dan color a los

frutos, a las flores y a las otras plantas. Los pigmentos les dan color a los animales y a las

personas.

El pigmento que nos da el color a la piel se llama melanina. Las personas de raza

blanca tienen menos melanina y las de la raza negra la tienen más.

Como las dos manzanas son iguales por dentro, aunque no tengan el mismo color

de cáscara, tú y Carolina son idénticas, aunque sean diferentes los colores de la piel de

ustedes. Ustedes tienen diferente cantidad de melanina.

Lo que ocurre en tu colegio es que los niños están manifestando el prejuicio racial

que hace mucho que existe en el mundo.

Estoy segura de que sus amigas están solamente repitiendo un comportamiento

social, sin analizar si es correcto o no.

Los niños no deben haber notado el sufrimiento de Carolina” – concluyó mamá.

Reflexioné mucho y en los siguientes días, intenté mostrarles a mis colegas lo que

mamá me había explicado.

Poco a poco Carolina fue siendo invitada a participar de los juegos. El obstáculo

triste del prejuicio se fue deshaciendo y todos se hicieron amigos.

Descubrimos que ella tenía una voz hermosa y en las fiestitas, nos gustaba mucho

oírla cantar.


Historia extraída del libro “A Vida Ensinou”, de Maria Ida Bachega Bolçone



FOTO: IDLRV



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