El
paro
Claudia
Schmidt
A
Verónica no le gustaban las tareas del hogar. Le parece horrible
acomodar la
cama
a la mañana, lavar las vajillas después del desayuno y arreglar su
dormitorio.
Cree
que es pérdida de tiempo ayudar en las tareas del hogar porque ellas
no son
importantes.
Está segura que cuidar de la casa debe ser una tarea de su madre,
quien es la
responsable
por el hogar
.
Doña
Vanesa, la madre de Verónica trabaja en una empresa desde la una de
la tarde
hasta
las ocho de la noche.
A
la mañana doña Vanesa arregla la casa, lava la ropa y prepara el
almuerzo.
Cuando
vuelve a casa a la noche, está cansada. Después de preparar la cena
y lavar las
vajillas,
acompaña la hija en sus tareas escolares y le pregunta qué aprendió
ella durante el
día
y cómo se portó en el colegio.
Un
día viernes a la mañana, doña Vanesa oyó la hija gritando en su
dormitorio:
-
¡No me gusta acomodar la cama! ¡No voy a arreglar el dormitorio!
¡Estoy de paro!
Doña
Vanesa se puso muy triste porque ya le había explicado a la hija que
cada una
tenía
sus tareas y que la colaboración es importante, pero le parecía que
Verónica no lo
comprendió.
La
madre tomó una decisión: aquel día no arregló la casa, no lavó
ni planchó la ropa
y
no preparó el almuerzo.
Verónica
notó que la casa estaba desordenada, que había juguetes
desparramados
por
la sala y ropas sucias en el baño. Pero se le ocurrió recoger los
juguetes ni la ropa
sucia.
A
la hora de ir a la escuela, Verónica se dio cuenta de que su
uniforme no estaba
planchado.
Reclamó pero su madre no le dijo nada.
A
la hora del almuerzo vio que la madre no había preparado la comida.
Sin entender
lo
que pasaba oyó que su madre le decía:
-
Prepárate un sandwuich para el almuerzo.
Sin
entenderlo, la niña se preparó un sandwich y jugo.
Enseguida
doña Vanesa se fue a trabajar y cuando la niña fue a agarrar su
mochila
para
ir a la escuela no encontró la merienda que su madre acostumbraba
dejarle arriba de la
mesa.
La
tarde le pareció más larga. Verónica pensó en la actitud de su
madre y creyó que
ella
estaba enferma.
¿Qué
le pasaría si su madre estuviera enferma? ¿Quién iría lavar,
planchar, cocinar,
arreglar,
cuidarle al perro?
Cuando
volvió a casa seguía todo desordenado. Nadie había tirado la
basura y Bob,
el
perro, ladraba porque no tenía agua.
Verónica
se puso preocupada y decidió darle agua al perro, pues lo quería
mucho y
sabía
que debemos tratar muy bien a los animales.
Mientras
esperaba la madre, la niña miró la tele.
Cuando
la madre volvió de trabajar fue directamente a bañarse y la hija le
golpeó la
puerta.
-
Mamá, tengo hambre.
La
madre le pidió que esperara.
Cuando
la madre salió del baño Verónica le preguntó:
-
¿No vas a preparar la cena?
-
No – le dijo la madre, muy seria -, estoy de paro.
La
niña miró la casa desordenada y recordó que no hubo almuerzo, que
su uniforme
no
estaba listo y que no tuvo merienda a la tarde. Bob también extrañó
los cuidados de
doña
Vanesa.
Verónica
se puso colorada. Recordó que a la mañana no había lavado las
vajillas ni
acomodado
la cama porque creyó que podía hacer paro. Ahora se había dado
cuenta que
su
madre
trabajaba mucho y que sus tareas eran muy importantes.
Se
disculpó con la madre y las dos detuvieron el paro.
Verónica
se dio cuenta que si dividían las tareas y hacía su parte sin
reclamar,
ayudaría
a su madre en la armonía del hogar.
A
partir de ese día doña Vanesa y Verónica tuvieron más tiempo para
pasear y jugar
juntas,
incluso para ir a pasear a Bob.
La
vida se volvió muy agradable para todos.
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FOTO: IDLRV
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