“Y conocerías la
verdad y la verdad os libertará” (1)
En la época de Jesús eran utilizados rollos de papiro o
de pergamino para el registro de libros, cartas, documentos públicos o
privados. Habiendo necesidad de una copia del original (autógrafo), se
recurría al trabajo de los copistas profesionales, que estaban provistos de
equipamiento y técnica indispensable para el éxito de la difícil tarea. De lo
contrario, el interesado debería lanzarse al trabajo meticuloso y exhaustivo de
producir su propia copia, corriendo el riesgo de perder el material, papiro o
pergamino, por errores en el proceso de escritura, de empaquetado o preparación
física de las tintas y de los rollos.
A lo largo de los siglos, los libros que componen la
recopilación llamada Nuevo Testamento (NT) fueron copiados por millares de
personas de los más diversos lugares alrededor del Mar Mediterráneo.
La
mayor parte de esas copias se perdieron, algunas por desgaste natural del
material utilizado, papiro o pergamino, otras por ignorancia del lugar donde
fueron guardadas por los copistas.
Por vuelta del siglo XVIII, fueron descubiertos diversos
lugares en aquella región donde estaban empaquetados manuscritos del Nuevo Testamento.
Esos descubrimientos desencadenaron una verdadera carrera en busca de los
“papiros y pergaminos” antiguos.
Actualmente, están catalogados cerca de 5.500 manuscritos
griegos del NT, sin contar los manuscritos de las traducciones hechas a lo
largo de los siglos, tales como manuscritos de la Vulgata Latina, de la versión
Siriaca, Armenia, Egipcia (Copto), más allá de las citaciones de los Padres de
la Iglesia.
La catalogación y comparación de esos manuscritos ganaron
fuerza en la década de los 70, ocasión en que se reunieron los mayores
especialistas del mundo para publicar las dos ediciones criticas del texto
griego del NT, una, destinada a los traductores (UBS), y otra, a los
especialistas (Nestle- Aland).
Las dos adoptan el mismo texto-patrón, variando solo las
notas al pie de página, que en el caso de la edición Nestle-Aland es más
robusta y completa. A esa altura el lector se debe estar preguntando:
¿Qué
viene a ser una “edición crítica”?
Antes de responder a esa aparentemente
sencilla pregunta, conviene esclarecer algunos puntos. El ramo del conocimiento
que tiene que lidiar con la comparación y catalogación de manuscritos antiguos
se llama “Critica Textual”. El estudioso del área, a su vez, es denominado
“Critico Textual”. Considerando que la imprenta fue inventada en el siglo
XVI, no es difícil imaginar que, antes de esa fecha, haya una abundancia de
manuscritos, en las más diversas lenguas, de un número incalculable de autores.
Existen los manuscritos griegos de Homero, Plantón,
Aristóteles; los manuscritos en latín de Virgilio, Horacio, San Agustín; los
manuscritos egipcios, hindús, hebreos, chinos, entre otros. En suma, toda la
literatura antigua esta preservada en copias manuscritas. De ese modo, los
críticos textuales acaban especializándose en determinado autor y/o libro,
razón por lo cual no debemos sorprendernos con la existencia de especialistas
en manuscritos del Nuevo Testamento.
El primer trabajo de un crítico textual consiste en la
catalogación, datación, determinación del origen de cada manuscrito en
particular que contenga determinado libro o fragmento de él. Una vez
realizado ese trabajo preliminar, le compete la explicación de la historia de
la transmisión de aquel texto, separando los manuscritos por región, época,
tipo de escritura, tradición textual. Al reconstruir la historia de la
transmisión del texto, el crítico textual debe especificar cuáles son los
manuscritos más antiguos, los más completos, los más bien escritos, demostrando
como esos ancestrales llegaron hasta nosotros y que copias derivan de ellos, en
una especie de construcción del árbol genealógico de los manuscritos.
Encerrando el trabajo de catalogación, se inicia la
comparación critica de cada frase para descubrir en cuales puntos los
manuscritos divergen. Esas divergencias son conocidas como “variantes
textuales”.
Obtenida la lista de variantes para cada frase del texto, en el caso del NT para cada versículo, el crítico textual debe ser capaz de explicar la existencia de cada una en particular, apuntando cuales de ellas son alteraciones intencionales y cuales son resultados del error o desatención del copista. La edición crítica de un texto antiguo, por tanto, representa la definición del texto adecuado, o sea, aquel que mejor refleja el “texto original perdido (autógrafo)”, después de la catalogación y comparación del mayor número posible de copias manuscritas disponibles, acompañadas de notas al pie de página con las variantes de textos más importantes.
Tratándose de textos escritos antes de que se inventara
la imprenta, los especialistas utilizan solo ediciones críticas, pues ellas
constituyen un resumen de todo el material manuscrito disponible para
determinado libro, posibilitando al estudioso la comparación de las variantes
de textos y la reconstitución de la historia de la transmisión de aquel
texto.
Es el caso del Nuevo Testamento, que dispone de dos ediciones
críticas, como ya se ha mencionado, cuya diferencia reside apenas en las notas
de pie de página, una conteniendo más variantes de textos que la otra.
Considerando que esas dos ediciones criticas solamente
fueron publicadas en la década de los 70, todas las traducciones del NT hechas
en el siglo XX se basan en ese texto crítico de la UBS/ Nestle-Aland.
El
estudio de la edición crítica del texto griego del Nuevo Testamento nos permite
comprender las variantes de los textos de todos los versículos, para poder
evaluar de forma crítica cuales fueron introducidas con interés teológico y
cuales son resultado de simples errores de los copistas.
Por otro lado, es
muy común que alguien diga que determinado versículo fue añadido, pero sin base
de la Critica Textual, o sea, sin decir en que manuscritos aquel texto está
ausente, de modo que se pueda comprobar sus afirmaciones. No vale solo
decir algo, es preciso demostrar mediante pruebas manuscritas la veracidad de
las afirmaciones. Para tanto, es imprescindible conocer la “edición crítica” a
fundo.
Es bueno recordar que es ilusión buscar el autógrafo
(manuscrito original) de los textos antiguos. En el caso del Nuevo Testamento,
ningún original fue encontrado. Todos los manuscritos que hay (5.500) son
copias hechas a lo largo de 1.500 años. Ese hecho, sin embargo, no nos
debe preocupar.
Hay libros antiguos de autores famosos cuyos manuscritos son
escasos. Algunos de ellos cuentan con apenas dos o tres manuscritos
descubiertos, pero no por ello se duda de su autenticidad.
El Nuevo Testamento es el único libro antiguo que cuenta
con esa infinidad de copias manuscritas, por tanto, es el libro más completo de
la Humanidad. La inmensidad de copias, no obstante, el trabajo que ofrece a los
estudiosos, representa nuestra mayor seguridad, pues permite la definición del
texto-patrón con mucha más seguridad que cualquier otro libro antiguo.
Seguramente, fue la estrategia adoptada por la
Espiritualidad superior para la preservación de los textos de la segunda
revelación.
(1) Dias, Haroldo D. (Traductor). El nuevo testamento.
Brasilia: EDICEI, 2010. Juan, 8:32.
Haroldo Dutra Dias.
Revista “Reformador”
Traducido por Jacob
Traducido por Jacob
PROPOSITO EDUCATIVO
P-27122015
REVISADO 2021
Juan 8:32 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
ResponderEliminar32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.