Dios es el que suple las necesidades diarias de todas sus criaturas.
En medio del sufrimiento que resulta del pecado se manifiesta el amor de Dios.
El enemigo cegó el entendimiento de los hombres, para que éstos mirasen a Dios con temor, para que lo considerasen severo e implacable.
Cristo fue el medio por el cual él pudo derramar su amor infinito sobre un mundo caído.
"¡Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios!" (1 S. Juan 3:1)
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